Capítulo 6

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-¡Arriba, bella durmiente! -esa voz... La reconocería en cualquier parte. La primera vez que la escuché fue en esa discoteca... - ¡Venga, joder! -gritó.

-¡Tu puta madre! -le solté furiosa. El gilipollas me había empapado de agua.

-Venga cariño. Tenemos cosas que hacer -dijo tendiéndome la mano para que me levantara.

-No voy a hacer nada contigo. Voy a esperar a Carlos -contesté aún sentada. Ni por asomo me iba a ir con ese subnormal.

-Como quieras... -dijo alejándose - Es toda vuestra -chilló desde la puerta.

-¿Qué coño hacéis? ¡Soltadme! -había llamado a dos matones para que me llevaran a rastras. Muy bien. Si quiere guerra la tendrá.

Me llevaron a rastras por todo el pasillo hasta llegar a la sala de arriba del todo. Donde le metí la paliza de su vida la última vez. Que por cierto, se la volvería a meter.

-Dejadnos solos -ordenó a las dos moles. Ellos hicieron caso al instante y se marcharon.

-¿Te crees que mandas aquí? -intenté provocarlo.

-¿Lo dudas? -preguntó alzando una ceja. El muy imbécil quería vacilarme.

-Lo siento. Pensaba que tú eras aquí la última mierda que nadie quería. Fallo mío -le contesté haciendo un pucherito con mis labios, y acercándome a él.

-No me provoques niña -amenazó, posicionándose más cerca de mí.

-No me provoques tú a mí, anda... -le aclaré haciendo un ademán con mi mano.

Sin poder esperármelo, ya estaba encima de mí. Teniéndome completamente inmovilizada.

-Te crees que puedes conmigo, pero no sabes nada -al instante de pronunciar esas palabras me besó. ¡El muy asqueroso me besó! ¿Será cerdo!

-¿Qué mierda haces! ¿No tienes otra cosa más importante que hacer? -pregunté sorprendida. ¿Qué debería de hacer? Primero me jode la vida y me secuestra, luego intenta pegarme, ¿y ahora esto? El mundo se va a la mierda, en serio.

-Mentiría si dijera que no deseaba hacerlo -dijo mientras se alejaba con rapidez.

-¡Eres un puto loco! -chillé - Sácame de aquí -dije con la poca paciencia que me quedaba.

-Te irás cuando terminemos -sentenció.

-Muy bien, empecemos. ¿Dónde quieres que te pegue? -dije mientras me frotaba las manos y crujía mis nudillos.

-¿Pegarme a mí? -dijo entre risas - Estás muy equivocada cariño -aclaró con tono vacilante - Tengo que hacerte pruebas para saber si has desarrollado nuestras habilidades -explicó.

-Muy bien. Ya me estaba dando pereza tener que pegarte -dije haciendo un pucherito.

-Por lo visto, no tienes reflejos, así que necesitarás más clases físicas. Pero ahora comenzaremos con las habilidades -aclaró -. Sígueme -me indicó.

Nos fuimos a un extremo de la gran habitación, donde había una gran camilla con miles de cables y máquinas alrededor.

-Voy a tomarte las constantes vitales primero -explicó serio. En este momento sí tenía un gran atractivo. O como decía yo, un gran polvazo. Parecía otra persona -. Siéntate -indicó la gran camilla.

Hice lo que me pidió. Y cuando me senté comenzó a teclear algo en una máquina que estaba a mi costado. Su gran cercanía me ponía de los nervios, pero no como las otras veces.

-¿Y eso para qué? -pregunté confundida.

-Procedimiento -contestó - Primero el pulso. Enséñame ese cuello -dijo frotándose las manos con entusiasmo.

La EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora