Capítulo 21

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-Joder, joder... -desperté en no sé dónde. Parecía que estaba en mitad del bosque, o algo parecido. ¿Qué había ocurrido? -. Mi cuerpo estaba dolorido. Intenté ponerme en pie, pero tropecé y caí al suelo.
Me golpeé la cara con algo blando, y sentí que me había manchado el rostro. En segundos, supe de qué se trataba...
Me levanté de un salto, y miré desesperada. Había cuatro cuerpos tirados a mi alrededor. Contení el aliento unos segundos. Intentando relajarme y así recordar. No sabía qué hacer. Mi ropa estaba rasgada y llena de sangre. ¿Qué explicaciones daría? Ni yo misma se que cojones ha sucedido.

Intenté situarme. Y me dirigí hacia la casa que teníamos, Carlos, Adam y yo. Tenía que cambiarme de ropa, y con suerte y cuidado, darme una puñetera ducha. El olor de la sangre en mi ropa me estaba volviendo loca.

Entré con sigilo, y pude ver que aquello estaba desierto. No se escuchaba absolutamente nada. Es como si hubieran desaparecido. Así que mejor para mí.
Mientras el agua ardiendo me recorría el cuerpo, pensé en miles de excusas que dar.
No hice esfuerzo alguno por recordar lo sucedido. Ahora solo quería llegar, y salir ilesa de esta. Esperaba con suerte no volver a tener un ataque debido a la sed.

***

Estaba preparada para entrar. Tenía la excusa del siglo preparada. Y miles de rostros y reacciones para corroborarlas.
Pero cuando entré. Algo falló.

-¿Caín? -pregunté mientras paseaba por la planta baja. La casa se encontraba demasiado silenciosa. No escuché nada ni vi a nadie. ¿Dónde habrán ido? Y entonces caí. Hoy tenían planeado asaltar de nuevo la nave de entrenamiento. Ya que la última vez no encontraron a nadie, y según Anabel, fueron solo para tocar las pelotas. Y lo peor de esto, es que yo venía de allí. Espero que no me hayan visto.

Subí corriendo a la habitación de Caín, y me cambié de ropa. Porque seguramente Anabel, Cristian, o Eric. Se darían cuenta de que el conjunto no es conocido.

-Bajadlos a la habitación de seguridad, y tened cuidado. Ahora mismo están inestables y podrían haceros daño -escuché decir a Caín. Guardé rápidamente la ropa que me quité. Y me dirigí hacia el salón.

-Siento no haber estado -me disculpé. Caín estaba en el primer peldaño de la escalera.
Tenía el rostro pálido y desencajado. Como si hubiese visto a su peor pesadilla hecha realidad- ¿Qué a pasado? -pregunté al verlo de tal manera. Sus ojos empezaban a cristalizarse, mientras no apartaba la mirada del suelo.

-Anabel... -contestó al fin. Y pude ver más de dos lágrimas seguidas, caer de su rostro. Tapé mi boca con ambas manos. Y caminé con prisa hacia él.

-Dónde está -pregunté mientras buscaba su mirada. Aún perdida.

-En el sótano -contestó sin levantar la cabeza, ni mirarme a los ojos.

-Todo saldrá bien -juré mientras le abrazaba. Anabel es nuestra mejor amiga. Estaba dispuesta a hacer todo lo posible por ayudarla.

Salí corriendo hacia el sótano. Preguntándole a todos los que me iba encontrando en el camino. Porque no tenía ni idea de dónde estaba, ni mucho menos sabía que había un sótano. Me quedé plantada en el suelo. Al ver a Eric junto a una puerta.

-Eric... -susurré en shock. Me di cuenta de lo grave que era la situación, cuando Eric me miró a la cara. Sus ojos estaban completamente rojos de tanto llorar. Y tenía señales de lucha en todo el cuerpo. Toda la ropa estaba rasgada y llena de sangre. Me giré al instante de percibir el olor. ¿Cómo iba a ayudar si tenía otro ataque? Podría matarlos a todos.

Tranquila, Puedes con ello. Dije en mi mente. Tenía que tranquilizarme si quería ayudar. Y después de respirar hondo, más de diez veces. Entré.

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