Capítulo 11

5.3K 304 6
                                    

-¿Dónde está Carlos? -le preguntaba a Adam mientras mirada por todas las habitaciones de la casa.

Esto era de locos. Yo iba chillando por todos lados, y abriendo todas las habitaciones.

¿Cómo se puede perder ese hombre?

-Está en el patio, pesada -contestó Adam resoplando. Últimamente lo tenía frito.

-¿En el patio! -chillé horrorizada.

-Es igual que tú, tonta. No le va a pasar nada -contestó haciendo un ademán con su mano.

-Verdad... Que tonta -dije sobándome la frente mientras reía - ¿Puedo salir? -pregunté. Ya que me prohibieron salir al patio. Porque si alguien me veía supondría un gran problema. Y habíamos pasado mucho para podernos mudar.

-Solo para llamarlo -contestó con una ceja levantada, y sonriéndome. Últimamente, esa era su expresión favorita. ¡Y yo estaba encantada!

Salí corriendo escaleras abajo. Ya que me encontraba en el piso de arriba. En la habitación de Adam.

Y al ver a Carlos, sonreí.

Estaba sentado en un pequeño banco de piedra. Mirando al suelo, mientras peinaba su pelo negro con los dedos.

-Hola, corazón -saludé al gran hombre.

Él dirigió su mirada hacia mí y sonrió.

-Hola, enana. ¿Cómo estás? -preguntó muy feliz. Ese era el Carlos que yo echaba de menos.

-Lo importante es cómo estás tú -dije sonriéndole.

-Muy bien, la verdad. Dentro de dos días voy a ver a mis hijos -contestó muy feliz. Su sonrisa se hacía más grande por segundos. Y sus ojos rojos, no daban miedo. Brillaban muchísimo, por la gran felicidad que le daba ver de nuevo a sus hijos.

-¡Qué bien! -dije saltando a su alrededor como una loca.

-Me encantaría llevarte. Pero no me dejarían -dijo apenado.

-No te preocupes. Seguro que dentro de nada estaré libre -contesté esperanzada.

-Y por cierto... -llamó mi atención - Ninguno de mis cuatro hijos tiene novia -insinuó mirándome pícaramente.

-¡Ni hablar! -gritó Adam, haciendo acto de presencia.

Yo puse los ojos en blanco ante su comentario, y reí.

Desde esa vez que nos besamos, siempre estábamos así. Atrapados el uno con el otro. Y digo atrapados, porque somos unos posesivos de mierda. No vivimos, ni dejamos vivir. Y eso me hace mucha gracia. Porque nos atraemos mucho. Aunque no hemos llegado a hacer algo más. Y eso es lo que nos une tanto.

Yo siempre estoy emperchada a él, y él emperchado a mi. Adoro esta relación que tenemos ahora. Y me gustaría ser algo más. Ya que Adam me ha demostrado que está para mí. Pero ahora mismo no tengo ninguna estabilidad. Porque no se sabe cuánto tiempo tendré que estar trabajando "a jornada completa", por así decirlo. Y si me sueltan alguna vez. Que esa es otra...

-Pesado -dije dándole un codazo.

Él rio a carcajadas mientras se sobaba el costado.

-Venga para dentro. Te dije que solo avisar -dijo señalándome con su dedo acusador.

Yo lo miré con mi mirada de "perdona vidas". Y él, apartó el dedo de mi rostro riendo.

-Mira, niña... -empezó a decirme con mirada amenazante. Pero tuvo que salir, porque sonó su móvil.
Yo me tronché de la risa. Al pensar que se había quedado con las ganas de cantarme las cuarenta.

La EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora