Capítulo 22

2K 128 6
                                        

Desperté con dolor de cabeza. Mis pensamientos ladeaban de lado a lado mientras despertaba. Acaricié con mis manos las sábanas que me cubrían. Pero me di cuenta de que algo era diferente. La estancia no era la misma. No se escuchaba a gente de fondo. Ni olía al perfume de Caín. ¿Dónde estaba?

-¿Has descansado? -una voz masculina habló a mi lado. No me era familiar, algo que activó mis alarmas.

-¡Joder! -grité sorprendida. Miré a mi alrededor. Al menos no había cuerpos desmembrados ni nada parecido. ¿Qué había hecho esta vez? Esperaba no haberme acostado con él. No era como yo tenía planeada mi primera vez desde que soy vampira.

-Tranquila... -intentó calmarme, pero fue para nada. Ya estaba lanzando preguntas al aire mientras daba vueltas por la habitación como una histérica. No me sonaba el chico para nada. Tenía unos dieciséis años, y seguramente era vampiro.

-¿Te he hecho algo? -me detuve frente a él. Estaba sentado en la cama, mirándome con cara de preocupación - ¡Soy una asalta cunas! Madre mía. Preferiría haberlo hecho con Caín -por mucho que buscara mi tranquilidad, esta había salido disparada por la ventana. Me venían a la mente las peores situaciones posibles.

-No hemos hecho nada. Te pedí piedad y me la diste -añadió haciendo un ademán con sus manos, indicándome que me calmara -. Y gracias por el cumplido -añadió con media sonrisa. Me senté junto a él, un poco más calmada.

-¿Qué pasó ayer? -deseaba saber lo que me dedicaba a hacer cuando salía. Solo sentía sed y desesperación. Y cuando me encontraba en el bosque era como si perdiera la consciencia. No escuchaba, veía, o sentía.

-Lo mejor que puedes hacer es recoger lo que has hecho. ¿Sabes que sales en las noticias como un asesino en serie? Has descuartizado diez cuerpos ya. Y yo podría haber sido el once -explicó mientras analizaba mi rostro de arriba abajo. Podía oler su miedo.

-Vamos a hacer una cosa, ¿vale? -hablaba mientras me recogía el pelo-. Tú olvida que me has conocido. No me vas a volver a ver -aclaré. Y una vez había terminado, fui al baño para lavarme la cara. Tenía pinta de muerta.

-Me parece muy bien -ahora mismo se había quitado un gran peso de encima. Y nunca mejor dicho. Lo había liberado de su muerte.

-Perfecto -le contesté desde el baño. Le hice una señal para indicarle que me iba. Y salí corriendo hacia mi hogar.

***

-¡Buenos días! -saludé repleta de energía a mis amores. Estaban todos en fila india, sentados en taburetes, comiendo cereales. Me partí de risa cuando saludaron al unísono, todos con la boca llena. Los saludé uno por uno, dándoles besos en la frente. Estaba derrochante de cariño esta mañana -. Voy a interrogar a esos mamones -les anuncié mientras me encaminaba hacia el sótano. No quise preguntar por Caín. Pensaba darle las excusas más tarde.

-Hola, hijos de perra -me adentré en la sala como si fuera un huracán. Me sentía verdaderamente contenta hoy. No me afectó nada de lo ocurrido. Era como si no hubiera sucedido jamás. Ya que ni a penas lo recordaba. Los chicos me miraban con cara de incredulidad. La situación daba risa-. Bueno, me voy a poner seria -añadí intentando ser responsable-. Hoy me he traído una silla -posicioné la silla delante de ellos. Me senté al revés, apoyé mis manos en el espaldar, y dejé caer mis piernas a ambos lados. Vi a aquellos dos sonreír, y eso me dio una buena sensación. Parecía que íbamos a llevarnos bien-. No os perdono lo que le hicisteis a mi amiga. Por poco la matáis -por sus reacciones noté que mi cambio de humor les había afectado.

-Fue él -excusó Nill, señalando a Elián con el índice. Yo hice un ademán con mi mano, restándole un poco de importancia.

-¿Por qué dejáis esa especie de veneno? -se me notaba más que impaciente. Estaba ansiosa por saberlo todo.

La EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora