Capítulo 36

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Sensaciones mágicas. Sentimientos que creímos que nunca volveríamos a sentir. De todo. Nos pasaba de todo. Estas semanas junto a mi familia, han sido increíbles. Las mejores de mi vida sin duda. Mi madre, ya está al tanto de todo lo que ha pasado en nuestras vidas. Ahora solo hablamos de actualidad. ¡Menos mal! El regreso al presente nos ha costado.

-¿Sabes noticias? -andaba preocupada. Sabe tanto como yo, que con cada día que pasa, queda menos para marcharme. Mi madre, se percató de cómo se torció mi gesto. Estoy preocupada por Caín. Se supone, que tendría noticias suyas, pero aún no ha llamado- Tranquila cielo, no querrá molestar -me tranquilizan sus palabras. Quiero pensar eso.

-¿Qué haréis hoy? -cada uno, tiene planes diferentes. Los chicos, van a hacer un tour completo por la ciudad. Y mi madre, aún no ha dado detalles. Se que no quiere dejarme sola, ya que, no quise irme con los chicos. La verdad, es que prefiero estar tranquila hoy. Mi plan es llamar a Caín o a Calen. Hablaré con el que me lo coja. Y espero que alguno conteste, y si lo hace Calen, espero que me de noticias de Caín. Si no está muerto, ¡lo voy a matar yo!

-¿De verdad que no quieres salir? -ella como siempre, pensando en los demás. La abrazo, haciéndole saber que estaré bien- Estaremos fuera unos días nena, me da miedo -su plan, es hacer un pequeño viaje con Carlos. Y los chicos, no llegarán hasta dentro de una semana. Así que, estaré sola hasta que ellos vuelvan. Cosa que no me preocupa. Me he seguido entrenando, y confío en mí misma.

-Os toca disfrutar, mamá. No te preocupes. Haré algunas llamadas y veré películas en el sofá -sonreí plenamente. !Mi gran plan¡ No hay cosa que más me guste hacer. Ella divertida ante mi contestación, puso los ojos en blanco-. Todo irá bien -supo, a qué me refería. No lo decía solo por mí. Hace unos días, estuvimos hablando de nuestro futuro. Sintió mucho pensar, que no tendrá el tiempo que necesita para disfrutar de nosotros. Y Carlos y yo, le propusimos algo. A primera impresión, se asustó. Pero a pesar de todo por lo que tiene que pasar, le hemos asegurado, que será muy feliz.

-¡Ay, cielo! -me abrazó por última vez, antes de subirse al coche. Le sonreí desde el umbral de la puerta. Está nerviosa perdida, y no es para menos.

-Cuídate nena -el padre pesado. Carlos me abrazaba con dulzura mientras me nombra los miles de tuppers que hay en la nevera. Yo río a carcajadas al recordar que la nevera está medio vacía. Le encanta tomarme el pelo- ¡Se buena! -me dio la sensación, de que lo ha dicho con un doble sentido. Pero no le echaré cuenta.

-Sabes que adoro la comida basura -sonrío plenamente. Qué felicidad me provoca, pensar en las miles de hamburguesas y pizzas que me voy a zampar- ¡Disfrutad! -les mandé besos. Y me quedé en el umbral, viendo el coche desaparecer en la lejanía.

Una vez todos se fueron, empecé con mi plan. Puse el salón a mi comodidad, e hice un pilar de películas y otro de libros sobre la mesa. Solo saldré de casa para ir a comprar un par de cosas.

Sonreía por el camino, mientras saludaba a los vecinos que me iba encontrando. Compré paquetes de patatas, muchas chuches, y refescos. ¡Ya lo tengo todo!
Dejé las cosas en su sitio. Respiré hondo, y cogí mi teléfono.

-Deja tu mensaje después de la señal -lo único que escuché cuando paré de maldecir. Puto, Caín. Lo voy a matar. Colgué inmediatamente, cabreada.

Busqué en mi agenda el número de Calen. Me disponía a llamar, pero en ese momento, un ruído me sobresaltó. Algo parece haber caído en la entrada. Me acerqué sigilosamente. Pero para mi sorpresa, al abrir la puerta no había nada. Cerré inmediatamente, y cogí mi teléfono. ¿Y si hay alguien merodeando?

-¿Alguna vez te han dicho lo maravillosamente guapa que eres? -su voz. La echaba de menos desde hace tiempo. Me giré, y ahí estaba. A unos pasos de mí. Con el pelo revuelto, unos pantalones baqueros y polito negro. Está increíble.

-Idiota -pronuncié antes de abalanzarme sobre él- ¿Qué haces aquí? -me separé de él unos instantes. Sonrió, mostrando sus maravillosos colmillos.

-No podía estar sin verte -lo abracé de nuevo. Caín y yo. Yo y Caín. Cuánto me alegro de tenerlo aquí-. Le rogué a Ester que me dejase unos días de relax -me guiñó un ojo con complicidad. No tengo idea de qué quiere decir con eso, pero me da igual- ¡Te quiero, enana! -besó mis labios bruscamente. Me quedé helada, plantada en mi lugar. Sonreí, solo para hacerle saber que no me lo tomo a mal- ¿Cómo estás? Te he echado de menos -rodea mi cintura con sus brazos. Tanta cercanía, empieza a ponerme nerviosa. Muy nerviosa.

Mi cuerpo se tensó por completo, cuando sus manos comenzaron a descender por mi cintura, acariciándome. Hice amago de separarme de él, pero no pude. Hay algo, que me impide moverme. Una sensación que ahora recorre mi cuerpo y hace que se me ponga la piel de gallina.

-Caín -quise hacerle parar. Abrí los ojos y me quedé muda, al ver su rostro tan pegado al mío. ¿Qué debo hacer? ¿Está esto mal? Joder. ¿Soy mala persona por querer que suceda algo? No hablo, no actúo. Decido que él lo haga por mí. Creo que, lo necesito cerca.

-Nena -miro expectante sus ojos. Joder, qué mirada tiene. No le dejo articular una palabra más. Rodeo sus hombros con mis brazos, y pego un salto para que me agarre. En el instante en que sus manos, me sostienen por los muslos, le beso. Devoro sus labios, pidiéndole más. Lo deseo, joder. Vamos al sofá. Me llena de caricias, para hacerme saber lo mucho que me ha necesitado todo este tiempo. Yo le dejo gustosa, y se las devuelvo.

-Te quiero, Éire. No sabes cuánto -se hunde en mí. Mi cuerpo tiembla. Se emociona. Siento mi boca seca. Controlo mi impulso por morder su cuello. Abrazada a su cuerpo, dejo que me haga todo lo que necesite. Caín es un torbellino de sensaciones que ahora mismo está en su pleno esplendor. Hace que todo sea maravilloso. Sus besos debastan mi alma. A medida que acaricia el centro de mi deseo, todo el bello de mi cuerpo se eriza. Sonrío, al sentirme tan complacida. Me dejo llevar. Ahora tengo muy claro, que disfrutaré de él todo lo que pueda. Yo estoy para él, y él para mí.

Despierto de mi ensoñación. Estoy medio desnuda en mi dormitorio. ¿Cuándo he llegado aquí? Miro a mi alrededor, y me maravillo con lo que veo. Está saliendo el sol. Entonces me doy cuenta, de que no he dormido nunca tanto en mi vida. Ni siquiera los domingos de resaca. Es increíble.

-Espero que tengas hambre -chilla Caín desde la planta baja. Sonrío. Ahora mismo, miles de recuerdos pasan alocados por mi mente. Soy consciente de lo mucho que le quiero. Necesitaba tenerle aquí.

Bajo a desayunar encantada, con mi mejor sonrisa por bandera. Me maravillo aún más, al ver lo que me tiene preparado. ¡Ha hecho de todo!

-Eres un completo chef, me voy a enamorar de ti -eso de que a los hombres se les conquista por el estómago, es mentira. ¡A mí se me conquista por el estómago! ¡A golpe de un buen mollete con jamón! Le beso complacida. Y a partir de ahí, entablamos una larga conversación.

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