Capítulo 40

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Adam

Siento que voy a estallar en cualquier momento, Éire. Solo espero que estés preparada.

Doy vueltas en la cama. Pensando en las miles de formas que tengo de cagarla y echarlo todo a perder. ¿Cómo puedo controlarme? ¿Conseguiré alguna forma? Divago entre darle otro día libre, o matarme yo mismo, pero esta vez de verdad.

-¿Entrenamos? -llama a mi puerta. La noto contenta. Quizás demasiado, y eso hace que sonría y me levante de la cama.

-En el patio, cinco minutos -le aviso. Sé que cinco minutos no serán suficientes para mentalizarme, pero bueno, al menos para vestirme si. Una vez listo, corro escaleras abajo, y me reúno con ella en el patio trasero, de esta maravillosa mansión de Esther. La encuentro estirando. Lleva una ropa deportiva perfectamente conjuntada. Leggins, top y coleta. La combinación perfecta para volverme loco, Éire. Se gira al notar mi presencia, y me dedica una sonrisa. Es preciosa, y no me cansaré nunca de admirarla. Pero, debo de darme de ostias mentales para no quedarme embobado. No quiero que se dé cuenta.

Hacemos la misma ruta de siempre, pero esta vez, con un poco de escalada a lo máximo. Sin ningún tipo de seguridad, escalamos una montaña que da miedo. Y al llegar arriba, los dos nos maravillamos.

-Esto de la inmortalidad, tiene su lado bueno. ¿No crees? -estira la espalda, para después sentarse- . Desde niña, siempre me han dado miedo los vampiros, zombis y demás monstruos sobrenaturales. ¡Y mírame ahora! -no puedo dejar de fijarme en esa sonrisa tan bonita que tiene. Eso me enamoró de ella-. Pero sabes que lo voy a aprovechar. Quiero saber más. Incluso encontraré una cura a todo esto. Estoy segura. Pronto, quien quiera volver a vivir una vida normal, podrá hacerlo. Al igual que yo, no sé si querré vivir para siempre. Pienso que todo se rige por un orden natural. Y que nosotros no deberíamos de vivir eternamente. Igual que las hojas en otoño caen, pienso que todo tiene un fin.

-No te quito razón -contra más lo pienso, más estoy seguro de ello. Me enamoré de la persona adecuada. Siento de verdad, que hará grandes cosas. Y aunque yo no esté con ella para verlas, seré feliz igual.

Decidimos volver después de un largo descanso. Y cada uno de los dos, se fue a sus despectivos dormitorios. Necesitamos una ducha.

ÉIRE

-Tengo que ir a hacer unos recados urgentes. Te aviso para que lo sepas. Volveré pronto -avisa Calen, detrás de la puerta de mi habitación. Seguro que se ha ido sin ducharse. Qué guarro.

Pero yo, que si necesito mi momento de relax, me meto en la ducha. Abro el grifo, y dejo que el agua recorra mi cuerpo. Por unos minutos me siento totalmente relajada, disfruto. Hasta que vuelve a mí ese pensamiento. ¿No ha estado Calen, raro últimamente? Algo no me cuadra. Y caigo en la cuenta, de que ha salido y tardará un rato en volver. Esta es mi oportunidad de entrar en la cámara secreta, comúnmente llamada como su habitación. Decidida a hurgar. Me visto más rápida que un rayo, y me imagino las miles de cosas que puedo encontrarme.

Una vez abro la puerta, todo queda expuesto. Habitación impoluta. Veo la ropa doblada encima de la cama, seguro que era la que iba a ponerse después de ducharse. Dispuesta a husmear, abro cajones. Ropa, zapatos, calzoncillos y más ropa. ¿Y si voy a su despacho? Imposible. Tiene la puerta cerrada con llave. ¿Qué se supone que debo encontrar? ¿Qué se supone que busco? Ni yo misma se lo que hago. Así, que abandono la idea de seguir removiendo calzoncillos, buscando algo que ni yo misma se lo que es, puede que ni quiera saberlo. Tengo en mente una hipótesis, que ojalá no sea cierta. Si de algo estoy segura, es que ha cambiado, y que cada vez se parece más a él. O seré yo, que me estoy volviendo loca. Un sonido, me saca de mis pensamientos, salgo de la habitación corriendo. Ha vuelto. Con el corazón en un puño, sin razón alguna, vuelvo a mi habitación. Tengo que hacer algo. Debo de saber la verdad.

Desde mi habitación, afino oído. Escucho correr el agua de la ducha. Sé que es mi momento. Y segundos después, estoy ante su puerta. Abro sigilosamente.

-¿Se puede saber qué haces? - ¡madre! Joder vaya pillada. Está justo delante de mí. Recién salido de la ducha. Intento no ponerme nerviosa, y alzo la mirada.

-¿Qué te ha pasado? -su pecho. Su cuello. Tiene marcas. Y entonces recuerdo. Lo vuelvo a recordar todo como si de una película se tratara. ¿De verdad estoy en lo cierto? ¿De verdad es Adam? Y por qué me ha estado mintiendo. Con todas mis fuerzas me muerdo la lengua para no decir palabra. Me trago mis emociones, y me recompongo. No va a jugar conmigo. Si es lo que pretende. Voy a ser yo quien lo descubra-. Venía a verte -doy un paso adelante, y cierro la puerta.

-¿No puedes dejar que me vista en paz? -su corazón enloquece. Me acerco más a él, lentamente. Sé cómo volverte loco, Adam. Y sin decir palabra, comienzo a desnudarme. Ni yo misma sabía lo que iba a hacer, o cómo saldría esto, pero ahora mismo quiero averiguarlo. Mi camiseta cae al suelo, igual que su mirada. Se fija en mí. Sé que me desea, lo noto.

-Nos conocemos desde hace tiempo, y creo que deberíamos de dar un paso más -él gruñe, y hace el amago de alejarse. Yo soy rápida, y lo tiro en la cama. Su pulso se dispara, su respiración se acelera. Sé que está al límite-. Te deseo -susurro.

-Esto no puede ser -se echa hacia atrás. Mi mueca de descontento le hace saber que no me gusta que se me resista. Cae mi sujetador. Y con él, sus fuerzas para reprimirse. Se acerca a mí, decidido, y me envuelve con sus manos. Acaricia mi cuerpo, siento que estoy en el cielo. Su olor me envuelve. No sé si quiero hacerlo. No sé si debo. ¿De verdad esto es lo correcto? ¿Y si de verdad es él? Qué voy a hacer después. No puedo rechazarlo. Dios sabe que no. Me haría añicos a mí misma por volver a sentirlo junto a mí. Por volver a sentir sus labios. Aunque después me dijera lo estúpida y tonta que he sido por dejar que me ganase. Pero no puedo.

Esto me supera. Murió. Yo lo vi. Y he intentado vivir con ello. ¿Y ahora vuelve? No puedo aceptarlo. Tonta, tonta, tonta.
Me aparto de él, como si de un extraño se tratara.

-Tienes razón -salgo de la habitación como alma que lleva el diablo, intentando aguantar las lágrimas. Me estoy volviendo loca...







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