Capítulo 35

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"NARRA CARLOS"

El corazón se me va a salir del pecho, literalmente. Siento mi cuerpo tan pesado, que casi no soy capaz de moverme. El nudo de sensaciones que me invade es tan fuerte, que me aprieta el estómago y me lo revuelve. No puedo hacer nada... Miro hacia el suelo, a sabiendas de que, si miro su puerta, me volveré a marchar. Siempre he soñado con este momento, y ahora, que por fin la he encontrado, tengo miedo de lo que pueda pasar. ¿Qué haré cuando me mire con esos ojos? ¿Cómo reaccionará al tenerme frente a ella? ¿Se alegrará de verme, o me echará de su vida para siempre? Siento que voy a morir... Ella me produce tantas sensaciones, que me estoy volviendo loco de solo pensar lo cerca que la tengo. A tan solo unos metros... Es una pena, que solo con una carta, pretenda hacer que salga... ¿Qué haré si no abre?

Escucho atento, la voz de una dulce muchacha, que le narra con cariño, una historia a su madre. Ésta, rompe en llanto, con tan solo escuchar las dos primeras frases, y no puede contener su emoción. Mi pulso se acelera, ya estoy llegando al porche. Mis piernas flaquean, cuando subo el pequeño peldaño que hay en la entrada. Y me quedo aquí, esperando ansioso, alguna pista que me advierta de lo que el destino me ofrecerá. No aguanto las lágrimas, al escucharla sollozar de esa manera. Mis puños se aprietan, instintivamente, en un intenzo fallido por controlarme. Nunca podré hacerlo, pues ella me puede. Solo ella me puede. Doy un paso atrás, al ser consciente del silencio que ahora me envuelve. La voz de aquella niña, se ha pausado. Solo puedo escuchar, el latir de sus corazones desbocados, pidiendo tanto como yo, una reacción por parte de ella. Respiro hondo a la misma par a la que mis nudillos se vuelven blancos. Ella no va a salir, no lo hará. Hago un intento por hacerme a la idea. ¿A quién pretendía engañar? ¿De verdad creí que iba a funcionar? ¿Después de tanto tiempo? Tonto de mí...

Seguía ahí parado, a merced del tiempo. Los segundos pasaban y se me hacían eternos. ¿Qué debo hacer? Mi cobardía
optó por hacerme dar media vuelta, listo para marcharme de nuevo, a sabiendas, de que este error me perseguirá toda la eternidad. Pero la alegría que siento ahora mismo por mis hijos es tan grande, que siento que he recibido mucho más de lo merezco. Solo escuché un leve rujido, antes de quedar sin aliento. Sus ojos, expresaban dolor y alegría al mismo tiempo. Sentimientos que son tan incompatibles...

El temblor de sus manos, acompasadas con su respiración agitada, me advertían de que estaba aquí, junto a mí. La tenía justo en frente de mí. Sentí la tierra temblar bajo mis pies, mi vista nublarse, y mis fuerzas flaquear. ¿Qué hago? ¿Qué le digo?

-Dios mío... -acerqué con temor mi mano a su rostro. Y a centímetros de él, ella acortó la distancia que quedaba haciendo un leve gesto, para que mi mano acariciase su suave rostro. Respiré hondo... Me acerqué más a ella, y dejé que solo un leve centímetro de distancia separase nuestros cuerpos. Fue ahí, tan cerca, cuando noté que me echaba de menos tanto como yo a ella. Abrazé su cuerpo tan fuerte, que sentí temor de partirla en dos. Sus brazos apretaban fuerte mi torso mientras sus manos lo recorrían. Apollé mi barbilla en su cabeza con suavidad- Yo... -para mi asombro, su dedo indice acabó en mis labios, haciendo que no articulase palabra. Mi corazón iba a estallar, cuando de sus hermosos labios, pude escuchar un "te quiero".

La besé. Con todas las ganas de los besos que no pude darle. Con todo el amor y el cariño que siento por ella. La quiero, la adoro, es mi vida. La mujer de mi alma. La única que puede hacer morir mi corazón.

-Siempre has sido tan preciosa... -pronuncié, con su rostro entre mis manos, aún temblorosas. Sonreí, al ver sus labios temblar- Siempre has sido tú, y serás tú. En mi eternidad, ahora y siempre -necesito que sepa lo mucho que la amo. No hay nadie como ella en este maldito mundo.

-Vamos -se separó de mí con una expresión que decía, lo poco que quería que terminase nuestro abrazo. Sonreí, y la besé con ganas. Prometiéndole así, que estaré aquí con ella. Fuimos al salón, acompañados por nuestros hijos, que bajaban de la escalera. Todos con una gran sonrisa. Al fin, estamos en casa- Se, que me tenéis que contar muchas cosas. Pero os pido un gran favor -la mirábamos espectantes-. Quiero disfrutar de vosotros hoy, y ya mañana hablaremos. ¿Podréis esperar? -pronunciamos un "sí" casi al unísono. Por ella lo que haga falta y más.

***

ÉIRE

El resto del día, iba a mejor a cada minuto que transcurría. Los chicos, estaban fascinados por nuestra hermosa ciudad. Aquí, todos somos alegres y estamos llenos de vida. !Por nuestros poros, solo sale arte¡ Eso hace, que los problemas que podamos tener se desvanezcan, al tenernos siempre los unos a los otros.

Una vez, llegada la noche, los chicos y yo volvimos a casa. Los tortolitos necesitan un buen rato a solas.

-!Vais a flipar¡ -corrí hacia mi habitación. Saqué mi abandonado portátil, y corrí escaleras abajo. Lo hice todo en una milésima de segundo.

-Eso no lo harás por la calle, ¿verdad? -bromeó Adrián.

-Aún no me he acostumbrado. ¿Algún problema? -le dediqué mi característica mirada asesina. Al segundo, estallamos en risas.

-¿Lo llevas bien? -Elijah centró su mirada en mí. Desde que le conté lo que era, se estuvo asegurando de que siempre tomase mi pequeña dosis de sangre. Estaba peor que una niñera detras de un bebé que le corretea desnudo. Le dediqué una amplia sonrisa, para que no se preocupara. Lo llevo a la perfección, lo único que me desequilibra un poco son tantas emociones. ¡Me puede el sentimiento!

Pasamos la noche, viendo películas y atiborrándonos de mierda. Si me pagaran por hacer el gamba, sería billonaria. ¡Es lo que más me gusta!

Casi, al amanecer. Aparecieron nuestros padres. Nos hartaron de abrazos, y luego, Carlos y sus hijos salieron a alimentarse. Mi madre y yo, nos quedamos preparando un buen café. Qué ganas tengo de comer un buen mollete con jamón. Mi madre lo notó, al ver que la boca se me hacía agua. Sonreí.

-Me encantas esa fuerza que tienes, de no dejar de ser tú -me abrazó con dulzura. Ahora, está más calmada. Se ve que la noche con Carlos le ha servido de mucho-. Estás muy diferente por fuera, pero veo en ti, a mi pequeña niña -besé sus mejillas. Esto, tiene que ser un poco duro para ella. Aún le queda mucho por saber. Pero nos tiene a nosotros para apoyarla-. Qué guapos están -se nota al lejos, lo maravillada que está por sus niños. Son unos hombretones. Sonreí- Cuéntame cielo -llamó mi atención cuando andaba observando el sol a través de la ventana. Entendí, a qué se refería.

-El amor es lo peor mamá. Es algo que te hace sentir segura e insegura a la vez. Te mezcla tantos sentimientos distintos, que no te deja ver las cosas de otra forma que no sea para aquella persona. Ves la vida a través de sus ojos, y comienzas a sentir sus preocupaciones y miedos como tuyos propios. Se apodera de ti, para dejarte claro, que aunque no quieras, tarde o temprano caerás en los brazos de alguien... Me enamoré mamá, perdí la cabeza y me dejé llevar. El ascenso siempre es mágico, pero si caes, duele más que mil cuchilladas -mis ojos se llenaron de lágrimas. Ella sabe más que yo, lo que es sufrir por amor. Corrió a abrazarme. La necesité tanto... Y por fin la tengo-. Sentía que todo apuntaba a mi favor, mamá. Y no fue así -arrastró mis lágrimas con sus dedos.

-¿Tienes idea de lo fuerte que eres? -escudriñaba mi rostro.

-No, mamá. Tú eres fuerte. En cambio yo, he tenido mucha ayuda....

-¿Y eso significa algo? -no me dejó terminar- Hay veces, en las que necesitamos a alguien para poder caminar. Somos humanos cielo, sentimos y padecemos. No te culpes por necesitar ayuda. Hay personas que ni con toda la ayuda del mundo en su mano, logran librar la batalla. Eres fuerte, eres mi niña, y podrás con esto y más -me volvió a abrazar con fuerza- .Te quiero mi vida -me alegré una vez más, de tenerla a mi lado.

-Voy a matar a Carlos  -él es el culpable de que mi madre me hubiese preguntado. ¡Es una mala puta! Las dos reímos a carcajadas. Mi madre alegó, que fue ella quién le preguntó, y que él solo le dijo que estaba pasando por un mal momento. Y así es, no lo pudo decir mejor-. Pero no te preocupes. Estoy bien -y en realidad, así es. Estoy bien, salvo cuando recuerdo a Adam. Pero tengo fuerza, y podré con esto.

-Se que estás es una situación delicada, y que pronto tendrás que marcharte  -supe, que todo aquello que no quería que le contásemos, lo habló con Carlos. Según ella, para ahorrarnos el mal rato. Y, agradecida, la abracé de nuevo.

Fuimos al salón, con nuestro desayuno. Y, sentadas una al lado de la otra, le conté con detalle todo lo que había sido de mí. Esto, va a ser una historia muy larga y dura de contar.

*¡¡Tenéis a todos los nuevos personajes en el reparto!!
A mí me encantan😍😍











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