-¿Qué tal, bella durmiente? -Caín me recibió en la cocina, mientras cocinaba tortitas. Desde que vivo con él, me he acostumbrado a su faceta de chef.
-Vete a la mierda -maldije. No estaba de humor para andar, ver, oír, o incluso vivir. El dolor de riñones que sentía me estaba matando. La única vampira que tiene la menstruación, y tengo que ser yo.
-¿Estás en unos de tus días, verdad? -preguntó con tono de presentador de informativos. Al coger una taza para servirme café, se me pasó la idea de lanzársela a la cabeza- Ni se te ocurra -me amenazó con su dedo índice. Suspiré frustrada, y me giré-. ¡No me des la espalda, Scar! -rememoró aquella escena de “El Rey León”. Solo le faltó ponerse a cuatro patas y rugir. Quise mandarlo a la mierda, pero al verle la cara, no pude hacer otra cosa que reír a carcajadas. Al fin y al cabo, no voy a estar odiándole toda una semana. Me preparé el desayuno, y nos sentamos juntos.
-Hay algo que quiero preguntarte -¿por qué me interrumpen cuando estoy comiendo? ¿Por qué el mundo es tan cruel conmigo? Que manía tiene la gente… Aunque, lo que más me preocupa es la pregunta que puede hacerme.
-Dime -contesté, una vez había tragado lo que estaba masticando. Que, seguramente, acabaría devolviendo por la dicha preguntita. Estaba más nerviosa yo, que él.
-¿Te molestó lo que hice ayer? -no pudo ser más claro. Yo estaba flipando en colores. ¿No podía darme una tregua? No quiero hablar de eso ahora. Es muy reciente, y cada vez que lo recuerdo, me pongo muy tensa.
-Fue algo que pasó, y que no me esperaba. Preferiría, que cuanto te de por mí de esa manera, me avises con alteración. No me gustan las sorpresas -sonreí. Quise contestarle sinceramente, pero sin molestarlo. No quiero que piense que no me atrae, pero tampoco quiero que crea, que tiene campo libre conmigo.
-Siento haber sido tan impulsivo -se disculpó, al darse cuenta de que tuvo que haber hecho las cosas de otra manera.
-Todo el mundo tiene sus momentos de nerviosismo -le quise quitar importancia. No quería que se sintiera mal por lo que sucedió. Al fin y al cabo, yo dejé que pasara.
-En mí, ese momento es constante -se acercó a mí, y después de besar mi frente, se fue. Sonreí como una boba, y me dediqué a terminar mi desayuno. Esas muestras de cariño, siempre agradan y nunca están de más.
Después de todo aquello, y de intentar no darle más vueltas al tema. Fui, como no, a darle de hostias al saco de boxeo. Necesitaba desahogarme. ¡Tenía mucho nerviosismo dentro!
-Nunca te he visto tan entusiasmada, ¿el saco te ha hecho algo? -tuvo que venir a joder la marrana. Estaba apoyado en el umbral de la puerta, con unos guantes de boxeo puestos- ¿Te apetece pelear? -arqueé una ceja divertida. Sabe perfectamente que puedo con él, y veinte más. Se metió en el ring sonriendo, y se puso en posición. Yo me planté frente a él, y seguí el ritmo que comenzó a hacer con sus pies. Me pareció gracioso. Cuando vi, que quiso darme un golpe, no le di tiempo para reaccionar. Ya estaba tumbado en el suelo, y con la nariz sangrando. ¿En serio?
-¡Lo siento! -me puse de rodillas junto a él. Me agaché para verle bien el golpe. Y en ese instante, sin darme ni cuenta, se posicionó encima de mí. Me quedé estática, y no articulé palabra. ¿Por qué me quedo así? Parezco idiota… Se acercó a mis labios, y me besó dulcemente. Dejé que sus manos acariciaran mi rostro, mientras sus labios asolaban los míos. Acaricié su espalda, y se tensó al instante. Todo a nuestro alrededor se estaba caldeando.
-No puedo... -separé sus labios de los míos. No estoy preparada. Aún tengo a Adam muy presente, y siento que estoy haciendo algo malo. No tuve que haber dejado que llegase tan lejos.

ESTÁS LEYENDO
La Esclava
VampiroYo creía en los cuentos de hadas y en las historias bonitas. Creía en la vida, en las casualidades. Pero ahora mismo puedo afirmar que nada es lo que parece, así que aférrate a lo que puedas, como yo hice. Cuando de verdad te encuentres solo, estará...