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-¿Este es el hotel? –pregunta Marco.

-Sí, este es. –Marco deja el auto frente al hotel y él valet parking se encargó de llevarse el auto. Otros trabajadores del hotel los ayudaron con las maletas y ellos se dirigieron a la recepción para registrarse.

-Buenas tardes. ¿Tienen alguna reservación? –pregunta la recepcionista.

-Sí, bajo Leah Jacobitz –responde. La recepcionista teclea pero luego hace una expresión de que está confundida.

-Podría deletrearlo, por favor.

-L-E-A-H  J-A-C-O-B-I-T-Z.

-Muy bien, aquí está. Ésta es su llave, los elevadores se encuentran a un lado del restaurante-. Ella asiente y camina junto con Marco.

Al llegar a la habitación ambos agradecen por sus maletas y las llevan a las habitaciones (personales) para poder alistarse. Leah saca su vestido y lo estira, lo deja en la cama y toma una ducha rápida. Al salir toma su planchita portátil y se lo pasa al vestido para eliminar cualquier arruga.

Antes de ponerse el vestido se peina y maquilla lo más rápido posible. Toma su vestido y se lo coloca con mucho cuidado de no mancharlo con el maquillaje o arrugarlo, ni de despeinarse.

Cuando sale observa a Marco sentado en uno de los sillones viendo noticias deportivas.

-Veo que ya estás listo –le habla con una sonrisa –lamento hacerte esperar-. Marco voltea y abre más los ojos. Se para rápidamente y apaga el televisor.

-Te ves increíble –menciona sin pensarlo. Leah ríe nerviosa y se sonroja.

-Gracias, Marco. Tú también te ves muy bien.

-No mejor que tú eso es seguro –dice aún sorprendido. Ella ríe.

-Eres un exagerado. Vamos, no quiero llegar tarde.

-Tengo que mencionar que si llegamos tarde no será mi culpa.

-Lo sé, Marco. Yo soy la lenta –dice revoleando los ojos. Marco ríe y le abre la puerta. Ella le saca la lengua y sigue caminando. Toman el ascensor y al llegar a la recepción piden que les lleven el auto.

El mismo chico con el que se encontraron la primera vez les lleva el auto y le da las llaves a Marco, este le agradece. El chico le abre la puerta a Leah para que ingrese al auto y ella también le agradece para que luego cierre la puerta.

-¿Es aquí cierto? –pregunta Marco disminuyendo la velocidad. Ella estira un poco el cuello y observa por la ventana.

-Sí, justo aquí.-Menciona cuando pasan frente la entrada del restaurante. –Creo que mi jefe acaba de llegar, mira allí está.

-Ese tipo de allí –ella voltea hacia Marco para ver a quién señala.

-No ese es Martin, –dice riendo –el otro.

-¿El? No sabía que tu jefe fuera tan joven –dice con un poco de curiosidad.

-Bueno, es unos años mayor que yo...

-Leah, no estás vieja –dice levantando una ceja. Ella ríe. Cuando encuentran lugar dónde dejar el auto, descienden y caminan hacia el restaurante. -¿Segura que es en un restaurante?

-Sí, Marco. El restaurante tiene un salón de eventos y además ya has visto a mi jefe... y a Martin –se burla en esa última parte. Marco le da un leve empujón con mucho cuidado de no botarla porque lleva tacones.

-¡Oye! –exclama, ella le devuelve el empujón solo que con más fuerza. No mucha porque podía caerse, el camino era con un estilo de grava, no muy agradable para alguien usando tacones. Marco solamente ríe y vuelve a su lado, toma su brazo y ella voltea a verlo confundida pero luego entiende que solo quiere ayudarla, sonríe y sigue caminando sin quejarse.

Al llegar a la entrada algunas personas desconocidas los observan con curiosidad pero en ningún momento se les acercan para decirles algo.

-Creo que nunca me acostumbraré a que te miren así en cada lugar al que vamos –dice Leah entre dientes. Marco ríe y se acerca a su oreja a susurrarle.

-No creo que sea yo el que se lleva las miradas –dice viendo hacia el frente, ella lo observa y él le señala a alguien con la mirada, ella intenta ver de qué habla y levanta la mirada muy disimuladamente. Un grupo de personas la observan de pies a cabeza.

-¡No puede ser! Marco, ¿ensucié mi vestido? –dice nerviosa, pero sin intentar llamar la atención. El ríe sin intentar disimular.

-Tú vestido está perfecto, Leah –se para frente ella y le habla en voz baja-, luces hermosa y por eso todos te observan. No tienes nada de qué preocuparte.

Le da una sonrisa que la tranquiliza, pero aun así se ruboriza. Siguen caminando y ella no habla con nadie en todo el camino, Marco no conoce a nadie por lo que va en silencio a su lado.

-¿Leah? –habla alguien a sus espaldas. Ambos voltean.

-Oh, Davis. ¡Hola! –le contesta ella al ver quién le hablaba.

-Luces verdaderamente hermosa –le dice tomando sus brazos.

-Gracias... -dice ruborizada y ríe un poco nerviosa. Aún no se acostumbra que le digan eso. –Tú también luces muy bien.

-Sí, no es muy común que vistamos así –ella ríe.

-Oh, lo lamento. Estoy siendo muy descortés. Davis, él es Marco. Marco, él es Davis.

-Oh, por supuesto. Es un gusto conocerlo señor Reus. Soy un gran admirador.

-Solo Marco –dice –y muchas gracias.

-No sabíamos que vendrías acompañada de él...

-¡Leah! –exclama alguien a su lado. Los tres voltean para ver quién le habla, pero alguien también le habla a Davis y se marcha. –Luces muy bien, no te vi entrar, ¿viniste hace mucho?

-No, de hecho acabamos de entrar...

-¿Acabamos? –pregunta sin entender. Luego observa a su lado y mira a Marco. –Oh, lo siento. No sabía que vendrías acompañada, generalmente vas sola a cualquier reunión de trabajo y a las otras reuniones nunca vas...

Ella ríe nerviosa y se ruboriza un poco, es muy cierto. Ella siempre intenta separar el trabajo de su vida personal pero creía que esta sería una velada muy aburrida y Mario se había ofrecido a acompañarla, pero al no poder Marco se ofreció y le pareció bien. No se sorprendía que a todos les extrañara verla acompañada.

-En fin, es bueno verte. No te vayas a perder –le dice guiñándole el ojo y luego se va.

-Okay... eso fue un poco raro-. Comenta Marco. Ella ríe.

-Lo sé, lo siento –dice incómoda.

-Leah... -¿Y ahora quién?, se pregunta antes de voltear.

-Oh, hola... -dice con una sonrisa.

-¡Hola! ¿La estás pasando bien?

-De hecho acabamos de llegar, pero todo luce genial.

-¿Acabamos? –pregunta. Nunca en su vida Marco se había sentido tan invisible.

-Sí, Marco y yo. –Dice estirando su brazo para tomar el de Marco.

-Oh, claro. Lo siento, no te había visto. Me alegra que nos acompañes. Mucho gusto, mi nombre es Marcus Weiss-. Se presenta. Y estira su mano para estrecharla con Marco.

-Yo soy Marco...

-Oh, no hay necesidad de que te presentes. Aquí seguramente todos saben quién eres-. Los tres ríen y Marco se apena.

-Marco, él es mi jefe.

-Es un gusto conocerlo –dice Marco muy educado.

-El gusto es todo mío. Leah, no sabía que vendrías acompañada... -menciona-. Pero me alegra que hayan venido. Debo irme, no te vaya muy lejos, te tengo una sorpresa.

N/A: Capítulo súper corto, pero solo es una introducción para lo que se viene. 😉

Bound To You - Part OneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora