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—No era necesario que vinieras conmigo—. Habla Leah abriendo la puerta principal. Entra y mantiene la puerta abierta para que Robert entre tras ella.

—Solo quiero asegurarme de que te encuentres bien—, ella levanta la mirada y Robert rectifica inmediatamente—, en lo posible.

De igual forma nota que eso no arregla nada pero ella le da una leve sonrisa. —Gracias—.

Se quedan un par de horas viendo una película hasta que Leah se queda dormida. Robert la lleva a su habitación y la recuesta en su cama. Se sienta a su lado y la observa dormir. De cierta forma se alegra por el hecho de que después del día que ha tenido, finalmente se ve  tranquila.

Quisiera haber podido ser de más ayuda, pero qué tanto se puede ayudar a alguien con el corazón roto. Lo único que quería hacer en ese momento era romperle la cara a Marco. Se supone que nunca iba a hacerle algo así a ella. ¿Cómo pudo ser capaz?

Leah se reacomoda y estira su brazo y lo pasa sobre él, recostando su mejilla en su abdomen. Robert la cubre con su brazo también y se intenta acomodar en lo que es posible, aunque aún esté molesto y con pesar por lo sucedido se queda dormido junto ella.

Ya en la mañana Leah despierta aun abrazada de Robert, con mucho cuidado se levanta, intentando no despertarlo.

Recordando inmediatamente lo que sucedió el día anterior busca sus maletas y empieza a empacar lo que pueda. Agradece que Robert tenga el sueño un poco pesado.

Luego de empacar suficientes cosas, va al baño. Al verse al espejo nota sus ojos hinchados, siente lástima por sí misma. Luce pésimo. Decide tomar un baño antes de ir a buscar algo qué comer y prepararle algo a Robert para desayunar, es lo menos que podría hacer después de todo lo que él ha hecho por ella.

Robert despierta y ajusta sus ojos a la luz. No tarda mucho en recordar dónde está y por qué está allí. Lo que le parece un poco extraño es que Leah ya no se encuentre a su lado. Se preocupa puesto que no sabe cómo se sentirá hoy.

Se levanta para buscar a Leah pero logra escuchar sonido de agua, supone que ella ha decidido tomar un baño. Probablemente debería de buscarle algo de comer. Empieza a caminar y por el rabillo del ojo observa algo que recuerda no haber visto la noche anterior.

Se acerca y confirma lo que ha pensado. Justo al lado del armario se encuentran un par de maletas con un pasaporte sobre ellas. Su pulso se acelera, no puede creer que Leah esté pensando en irse. Tiene que haber otra explicación.

Intenta calmarse, y el tiempo de espera a que Leah salga de la ducha le ayuda.

— ¿Qué es esto, Leah? —Le pregunta alterado en el momento en que ella sale de la ducha, aunque sabía exactamente lo que era, necesitaba una explicación.

Al principio lo ve un poco sorprendida pero al notar lo que está señalándole ella suspira cansada. —No puedo quedarme aquí, Rob—.

Él se acerca más a ella cuidadosamente, temiendo que ella se aleje. —Esta no es la respuesta.

Ella voltea su cabeza y camina hacia el otro lado de la habitación, pasando a su lado. —No lo entenderías.

— ¿Exactamente qué no entendería, Leah? —Reacciona molesto y volteándose hacia ella.

—No puedo verlo si quiera—, grita en su defensa— el solo… el solo el hecho de pensar en él me rompe el corazón, de nuevo—. Su voz se quiebra y se le dificulta hablar, las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas. —Necesito tiempo y espacio, mucho espacio.

Bound To You - Part OneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora