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—No lo sé—, habla con sinceridad, la observa y nota que eso no es suficiente para ella. Ella necesita respuestas y aunque le sea difícil sabe que tiene que ser totalmente honesto con ella—. Siempre me gustaste, con el tiempo te volviste más y más importante para mí. Poco a poco me di cuenta que sonreía como idiota cada vez que te veía corretear de un lado a otro tratando de recuperar las cosas que los chicos te quitaban. Cuando pasaba las noches contigo porque tenías mucho trabajo y yo solo llegaba a hacerte compañía, verte trabajar y comerme tu helado. Cuando veíamos un partido y tú gritabas más que cualquiera de nosotros.

Ella queda perpleja ante sus palabras. Jamás pudo imaginar que él se sintiera de esa forma por ella. Y que cada palabra que dijera le derritiera el corazón cada vez más.

—Ya sabes, las pequeñas cosas—. Termina él saliendo de su nube de recuerdos.

La observa y cree que la ha asustado. Su boca se encuentra entre abierta y sus ojos algo vidriosos.

—Yo no quería incomodarte —se disculpa rápidamente rascando su propia nuca con nerviosismo.

—No. No es eso, es lo que... no tenía ni idea—. Tartamudea algunas palabras—. Yo lo siento tanto.

—Tú no tienes nada de qué disculparte—. Reclama sorprendido.

—Claro que sí —discrepa—, tú eres —maravilloso, magnífico, genial, perfecto. Todo eso pasa por su mente pero por alguna razón no sale de su boca hasta que por fin logra continuar —increíble... y no mereces que alguien como yo te haga tanto daño como te lo he estado haciendo todo este tiempo.

—Leah, no...

—No. Hablo muy en serio, Lewy—. Su voz comienza a quebrarse y las lágrimas amenazan más fuertemente con escaparse.

—No—. Él se acerca muy preocupado y rápidamente toma su rostro. —No quiero que llores por mí, eso nunca...

Se puede escuchar el ruego en su voz y ella sonríe ante su nobleza. —Eso, una sonrisa es mucho mejor. —Sonríe aliviado bajando sus manos hacia sus brazos, ella se sonroja ligeramente. Baja la mirada y muerde su labio.

Él la observa con ternura y aún la sostiene. Su sonrisa se desvanece al darse cuenta que es el peor momento para confesarle sus sentimientos, ella aún está vulnerable, sufriendo por alguien más y, además ambos se separaran en cualquier momento. Ella se irá del país, probablemente, y él estará en Múnich.

—Creo que deberíamos de ir a comer algo. ¿No crees? —Ella levanta la mirada y asiente, agradeciendo que cambie de tema. En definitiva no está lista para abrir su corazón, si es que queda algo aún dentro de ella.

Él le da una sonrisa y le pide que lo siga con un movimiento de cabeza.

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Marco suelta un gruñido al sentir una punzada en su cabeza por haber bebido tanto la noche anterior y suelta otro gruñido al sentir un fuerte dolor en el cuello por la pésima posición en la que se quedó dormido en el sofá. Nunca tuvo la intención de quedarse dormido allí o dormir siquiera.

Su día se repetía una y otra vez en su cabeza no podía creer lo tonto e imprudente que había sido. No podía creer que podría dañar tanto a la mujer que tanto ama. No podía sacar de su cabeza la mirada de desprecio y tristeza que ella le lanzó.

Ella no merecía eso. Aunque estuviera ebrio sentía que no podía excusarse con ello. Él no podía culparla porque ella no lo perdone nunca, pero como siempre su lado egoísta espera que lo haga. Algún día. Él tiene que recuperarla, se aferra a la idea de que eso sucederá porque si no... no, no quiere siquiera en pensar qué pasaría si ella deja de amarlo para siempre.

Bound To You - Part OneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora