Aire campestre

533 45 6
                                    

-Ahora sí que estamos en un aprieto.

-No te alteres. Debe haber una forma de solucionarlo, nena. Piensa.

Helena miró a Will.

-Tengo dos opciones. Enviar al demonio al del salón por el teléfono o hacerlo personalmente. Voto por la segunda. ¿Me acompañas en coche?

Will rió.

-No vamos a enviarlo al demonio.

-¡Pero canceló el salón! ¡La recepción es exactamente en veinte minutos! ¿Dónde metemos a toda esta gente?

Julie se acercó.

-¿Hay algún problema?

Helena resumió la historia del salón.

-...Y dice que entonces no nos puede alquilar hoy, cuando ya estaba más que confirmado...

-No te preocupes. Tengo una idea genial. Espero que tengan ropa cómoda. Esto va a ser bastante campestre.-Sentenció Julie con una sonrisa.

***---***---***---***---***

-A ver si nos entendemos. ¿El salón canceló? ¿Ahora?

-Sí, mamá. Pero Julie nos consiguió una opción.

Bonnie miró a su hijo mayor y se acarició el vientre en un acto inconsciente.

-¿Seguro?

-Sí. Dijo algo sobre el aire campestre...

-¿Aire campestre?

-Ajá.

-¿Qué habrá querido decir con eso?

-Siendo franco, ni idea. Pero mejor que sea buena idea o estamos fritos.

Mientras tanto...

Emma sonreía mientras esperaba a Rupert.

-Voy a buscar el coche para buscarte a ti y a los niños e ir a la recepción. Espérame aquí. Luego regreso.

La protagonista de ese día sonreía como una boba. Una boba enamorada.

-Permiso...

Joanne entró al cuarto.

-Sé que te debo una explicación.

Emma asintió.

-Sí. Si mi partida de nacimiento dice que tú eres mi madre pero mis padres adoptivos dijeron que ellos murieron en un accidente... ¿Entonces eres un fantasma?

La escritora sonrió.

-Interesante teoría. Pero no. No soy un fantasma.

-¿Entonces?

Joanne le acarició una mejilla con el pulgar.

-Hace muchos años, cuando yo tenía veintitrés, conocí a un hombre. Nos llevábamos muy bien y pronto nos hicimos buenos amigos. Pero enfermó. Tenía que hacer reposo en un lugar con clima cálido. Quise acompañarlo. Estuvimos en Brasil unos meses. Ahí conocimos a tus padres...

Emma parpadeó.

-...Y también nos hicimos amigos. Pero él no mejoraba. Los médicos dijeron que lo mejor sería que reposara un poco más de tiempo. Así, los dos meses se convirtieron en tres y en cuatro y en cinco... El día de mi cumpleaños número veinticuatro, él había bebido un poco. Yo no, y me enfadé porque su estado no le permitía beber nada. Pero cuando estábamos discutiendo en su cuarto, me acercó a sí mismo y me besó.

Emma frunció el ceño. Cada vez entendía menos.

-No hicimos nada esa noche, solamente comenzamos a salir. Pasado un mes, yo tenía que regresar aquí porque mi hermana acababa de dar a luz a uno de sus hijos. Tuve que despedirme de él. Pero antes, nosotros...

Narcisos para Emma (Continuación de "Junto al río Támesis") [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora