Estrellita dónde estás

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-Mami.

Helena esbozó una tímida sonrisa.

-Mamá. ¡Mamá!

Maisy corrió hacia ella y la abrazó con fuerza.

-Mami, no te vayas...

Helena sintió sus ojos humedecerse.

-No, Mais. No lo haré. Lo lamento. Lo lamento tanto... Por favor, perdóname. ¿Podrías?

Will acababa de llegar a su casa, con toda su familia. Helena se mordió el labio cuando entró tras él. Alcanzó a mirar a su alrededor unos segundos antes de que Julie se acercara a ella para darle un fuerte abrazo y regañarla cariñosamente por haberse ido.

Bonnie tomó con discreción su celular y le envió un mensaje a Emma. Aunque, a juzgar por la actitud de ella y Rupert antes de irse, dudaba que regresaran. Como fuera, había cumplido su tarea.

Daniel se paró detrás y la abrazó por la cintura. Bonnie sonrió.

-¿Pasa algo?

-Nada. Sencillamente no entiendo en qué momento creció tanto Will como para tener dos hijos y estar casado. Me siento viejo.

Su esposa sonrió.

-Vaya, no te ocurría nada. De todas formas, recuerda que solamente le llevas trece años. Y sé qué puede hacerte sentir más joven...

Dan sonrió.

-Opino lo mismo.

-Genial. Entonces por el camino pedimos una pizza.

Él frunció el ceño.

-Estaba pensando en ti.

Bonnie sonrió.

-Y yo en una pizza. Se ve que no opinamos lo mismo.

-Sí, es cierto.

Los dos rieron.

-No veo motivos por los que no podamos tener las dos cosas...-Dijo Daniel.

-Veremos. Creo que es hora de regresar a casa.

Fue entonces cuando Maisy salió de su cuarto y vio a Helena.

Will lloraba. Le daba igual que James y Oliver se estuviesen riendo de él, la escena implicaba demasiado.

Helena suspiró.

-Lo siento mucho, nena. ¿Podrías perdonarme por ser mala madre?

Maisy la abrazó.

-No eres mala madre. Y sí, te perdono. Pero no vuelvas a irte...

-No, no lo haré... Mi estrellita brillante, te he echado de menos...

-También yo, mamá.

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Emma preparaba el desayuno en la cocina. Aún tenía (o, mejor dicho, acababa de ponerse) la camisa de Rupert.

Él se acercó por detrás y la abrazó.

-Mmm... Tengo hambre.-Se quejó.

-No actúes como un niño pequeño. El desayuno se está haciendo. Ya lo llevo al comedor. Los niños también lo esperan.

Rupert suspiró y le besó la nuca, causándole un escalofrío.

-No hagas eso.-Lo reprendió ella.

-¿Por qué?

Emma puso los ojos en blanco y se descubrió el hombro.

-Por eso, tonto. Por lo menos así solamente yo sé que está allí.

Narcisos para Emma (Continuación de "Junto al río Támesis") [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora