Basta de esperas

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Louise y Chris se casaron la segunda semana de mayo. Su familia entera estuvo presente, a pesar de que conocían bastante poco a la novia.

Esa mañana, Emma y Bonnie tuvieron una ardua lucha por delante: sus hijos tenían que volver a usar traje.

Jack llegó a esconderse bajo la cama de la habitación de invitados con tal de no tener que vestirse. A Rupert, que se había quedado con los niños mientras Emma iba a la despedida de soltera de Louise, le tocó buscarlo desesperado por toda la casa, pensando en el grito que iba a pegar su mujer si descubría que había perdido a uno de los niños en su ausencia.

En realidad, el mérito de encontrarlo le corresponde a Madeleine, que tuvo la brillante idea de gritarle a Jack que si no aparecía iban a dejarlo sin televisión por un mes.

Las amigas más cercanas a Louise fueron quienes la ayudaron con su boda y sus preparativos, lo que dejó a todas las mujeres Weasley (léase Emma, Bonnie, Tiana, Clémence, Rebecca y, como siempre, Evanna) libres esa mañana para ir a sus hogares y preparar a sus respectivas familias.

Marcus tampoco quería saber nada con usar traje. De hecho, en cuanto lo vió en el ropero, salió corriendo de su cuarto. Su padre no pudo ayudarlo a zafar de esa, Rebecca no quería oír ni media palabra al respecto.

-Tú vas a ir como va a ir todo el mundo, y si no te gusta te embromas. Y si haces una escena te quedas aquí solo.

Marcus tuvo que acceder de mala gana.

Thomas, el hijo mayor de Tiana y Oliver, también puso reparos a su vestimenta. Pero en su caso Oliver salió al rescate. Convenció a su esposa de dejarlo ir sin el saco, solamente con la camisa.

-Vamos, Tiana, déjalo, es sólo un niño. En menos de quince minutos habrá arruinado su saco. La camisa al menos es más fácil de limpiar, no hay que llevarla a la tintorería.

Parecía que todos los hombres Weasley menores de catorce años se habían puesto de acuerdo en rebelarse contra sus madres, porque la pobre Bonnie se estaba volviendo loca.

-Peter, ¿quieres dejarte de tonterías y ponerte eso?

-Mamá, ¿no puedes dejarme tranquilo? No me gusta vestirme así, en lo más mínimo, es incómodo y no tiene funcionalidad.

Paul y Samuel apoyaban a su hermano, ninguno quería arreglarse.

-Somos solamente tres, nadie notará si vamos diferentes.

-Es que es ese el problema, cielo, si todos van con traje y ustedes no es obvio que se van a dar cuenta. Dan, ¿te importaría dejar de reír y ayudarme?

Pero era evidente que a Dan, igual que a todos los varones de la familia Weasley, exceptuando tal vez a Rupert, el asunto le causaba mucha gracia, porque no podía o no quería dejar de reír.

Clémence no tuvo problemas, claro, ya que Sophie y Simone eran niñas y amaban usar vestidos de gala. Se veían como auténticas princesas.

Quien la estaba pasando muy mal era el pobre Matthew. Desde el principio Evanna había dejado en claro que ella iba a vestir a Amelia y a Jean, pero que no pensaba ocuparse de Sam.

-Él es tu responsabilidad, tu único hijo, y no estoy de humor para enfrentar su sequedad cuando se entere de que tiene que usar traje.

Sam era muy arisco cuando se trataba de su madre, se llevaban bastante bien pero no soportaba estar en desacuerdo con ella, así que Evanna, para evitar peleas, había derivado la tarea del vestuario a Matthew, claro que con la mejor intención del mundo, no pelear con su hijo. Pero no contó con que Sam y Matthew iban a discutir.

Narcisos para Emma (Continuación de "Junto al río Támesis") [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora