Cómplice

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Va a ser el cumpleaños de Gian, para ser sincera pensé que era alguien de más edad, pero no. Apenas va a cumplir 18 años. Eso en parte me da alivio, es decir, mi esposo casi tendrá mi edad.
¡Oh! Pero... ¿Qué le regalaré? ¿Y cómo, se lo haré llegar?
¡Aha! Ya sé!

Anoche según lo que pude entender el Sr. Vito se iría a italia y después llegaría a Líbano para el cumpleaños de Gian.

Así que me apuré, corrí por mi habitación y en cuanto pude, baje las escaleras, para alcanzar a mi padre antes de que se fuera a trabajar.

Mi padre estaba terminando de desayunar, y al darse cuenta de que me dirigía hacia él, me miró de reojo con curiosidad, como si tratará de averiguar mis intenciones.

—Papá, ¿Hoy verás al Sr. Vito, antes de que se vaya a Italia?—  Le solté la pregunta sin más.

—Si, lo iré a dejar al aeropuerto.— Me contestó mientras su ceja oscura y gruesa se arqueaba.

—¿Y luego de Italia, él se reunirá con los Ginoble?¿No es así?

—Si, pues tengo entendido que celebraran el cumpleaños de tu prometido.

¡Glup! Esa palabra aún me costaba escucharla, iba a pensar a ponerme histérica, pero al final sería sin sentido, además precisamente a él quería hacerle llegar unas cosas.

Detrás de mí llevaba un paquete, lo saqué de dónde lo tenía escondido y se lo entregué a mi padre, era un paquete que había envuelto con papel café y un listón que tenía guardado que aseguraba una carta, algo simple e improvisado. Además de una pequeña nota.

 —Quiero que le entregues esto al Sr.Vito. La nota tiene las instrucciones para la carta y el paquete. ¿Podrías dárselo?

Mi papá, estaba sorprendido, pero no dijo nada, ni me cuestionó, lo cual en parte agradecí. Solo asintió.

—Esta bien, yo se lo entregaré.—  Dijo después de unos instantes.

—Gracias.— Le dije aliviada, y con sinceridad.

La nota decía:

Sr. Vito, ya sé que no lo conozco mucho, pero se ve que le tiene aprecio a Gianluca, es por eso que me atrevo a pedirle este pequeño favor.
Gianluca me contó que pronto será su cumpleaños, y quisiera sorprenderlo, con lo que le voy a mandar. ¡Por favor ayúdeme a sorprenderlo! Por eso le pido que no le diga nada, y justo el día de su cumpleaños le entregue el pequeño paquete y la carta.
Alaia

Mi padre le había entregado al Sr. Vito la nota, y la leyó. Él sonrió ante lo que decía, luego sacó una hoja y empezó a escribir. Mientras mi padre lo observaba con curiosidad.

En el aeropuerto anunciaron que los pasajeros de su vuelo, ya podían abordar. Vito guardó la pluma y le entregó una nueva nota a mi padre.

—¡Tu hija es única! Creo que Gian y ella van a ser muy felices juntos. Incluso entre ellos va a nacer un amor muy grande, pues se han empezado a querer aun sin conocerse. Y esos es lo que más nos preocupaba a todos. Es sorprendente cómo han encontrado una forma de comunicarse de conocerse. A pesar de las circunstancias.

 Entrégaselo a tu hija. Y dile también que los dos cuentan con mi apoyo. Pues Gian es como un hijo más para mí.— Concluyó el Sr. Vito, mientras le entregaba la hoja a mi padre, y luego se estrecharon la mano.

Mientras en casa estaba volviendo a leer las cartas que Gianluca me había mandado. Era como si cada vez que leyeras las cartas, las palabras se fueron metiendo más y más en mi mente.

Esas cartas habían sido testigos y cómplices de este inusual intercambio de palabras de dos extraños, palabras que estaban escritas en un país lejano, por un extraño que escribía sólo para mí, y ellas la hacían llegar a mí.

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