Mi vida te pertenece

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Al fin todos los sentimientos que guardaba empezaron a surgir. Llevaba tanto tiempo escondiéndolos, incluso de mi misma.

Todo lo que llevaba conmigo y que me pesaba. Simplemente desaparecían en sus brazos.
Miré de nuevo al hombre que estaba ahí, pero esta vez con mayor detenimiento y por así decirlo con otros ojos.

Había empezado a ver más allá, quizá lo que románticamente diríamos que su alma. Y comprendí que los dos nos pertenecíamos. Había algo que me lo decía, aquel hombre provocaba la misma sensación casi que la lo que Gian había despertado tiempo atrás.

Tal vez era hora de compartir mi secreto con alguien más. Quizá podría confesarle que había huido de mi familia, aunque no sé si la razón le parecería algo loable, pues al final seguía siendo musulmán.

—Si supieras lo que he hecho. Yo... yo vine en busca de mi prometido. Escapé de la casa de mis tíos. Pero luego te encontré a ti. Te salvé la vida, y no solo es eso. Yo también me quedaría a tu lado. Pero tenía que decirte la verdad, si realmente queremos esto, tenías que saber la verdad de porque estoy aquí.

Ahora tenía miedo que me rechazara, tal vez pensaría que era une pecadora. Pues no era bien visto que una mujer anduviera sola por ahí, la guerra tenía algunos vacíos, vacíos que se podían aprovechar para tener mayor libertad, pero dejar de usar el velo y que una mujer anduve sola no era una de esas libertades, incluso estaba segura que en cuánto terminara la guerra lo más seguro es que hubiera tenido que decir la verdad e mi identidad y hubiera sido regresada con mi tío. Y lo más probable es que me hubieran casado en seguida. Al menos con aquel hombre, sentía algo se podría decir que lo conocía incluso más que a Gian, si tenía que quedarme con algún hombre tal vez el no era tan mala idea. 

—Bueno dicen que si salvas una vida, tienes que cuidarla. Y mi vida te pertenece ahora Lyla.—

Me dijo aquel joven, mientras me tenía en sus brazos. Lo que había dicho lo sentí como un cumplido y a la vez una gran responsabilidad, pero yo solo lo había salvado porque Alá así lo había querido, hay cosas que solo él podía dictar y cambiar.

—No digas eso, ni si quiera me conoces.— Le contesté.

—Al corazón no le importa nada, solo le importa lo que siente. Y en este caso tu eres lo único seguro en mi vida. Lo único cierto, y a lo único que puedo aferrarme. Esta es la única realidad que conozco. Lo demás es difuso Lyla.
No me pidas que renuncie a ti, que eres lo único certero en mi vida. Lo único que tengo para aferrarme. Tú me haces sentir que pertenezco a algún lugar. Que te pertenezco, al menos mi vida si.

Después el silencio invadió la habitación, ahora mas que nunca debía contarle todo, pero aunque quise mis labios enmudecieron ante algunas cosas.

—No sé qué decir. Me has abierto tu corazón. Pero yo...—

Él me interrumpió.

—Si tú quieres, no tienes que contármelo todo. Yo esperaré a que estés lista. Te esperaré Lyla.
Además de alguna forma así estamos a mano. Ninguno de los dos sabemos casi nada de él otro.
Pero algo que sí aprendí de la guerra, es que no importa el pasado, solo el presente.
Por eso se llama así, porque es un regalo de la vida Lyla.

Sus palabras estaban llenas de razón.

—Lyla ¿Crees que el amor lo puede todo? ¿Crees que el amor pueda sanar mis heridas?— Me preguntó, mientras me tomaba de la barbilla, y se acercó más.

Mis labios temblaban, y los de él también. En mi se despertó por primera vez un deseo tan grande de probar sus labios. Se acercó a mí, tanto que nuestros labios rozaron, y su dulce aliento me envolvió. Mi corazón latía tan fuerte.

Pero en ese instante un corriente de viento entró por la ventana.
Y recordé las palabras de Gian. «Nuestro amor es como el viento, invisible, peros sabemos que existe."»

—No puedo. Aún lo amo.— Le dije con lágrimas en los ojos.

Y salí corriendo de la habitación. Me dirigí hacia un árbol que se encontraba cerca. Era casi de madrugada.

Es haram, es pecado besar a un hombre. ¿Qué estás haciendo?

¿Por qué Gianluca?¿Por qué me dejaste sola? ¿Por qué tu recuerdo duele todavía? Te Amo y no se puede seguir amando a un fantasma, eso hiere más que todo. Tenías tanta razón al decirme, que algún día, renegaría el haberte conocido. No me dejas ser feliz, y tampoco encuentro la felicidad contigo Gian.

Dije en voz alta, como un reclamo a Gian.

Tenía tantas emociones, sentimientos, y lo que aquel desconocido me dijo, había sido la gota que había derramado el vaso.

No podía vivir sin Gian, pero tampoco podía seguir así.
Debía de tomar una decisión, además el tiempo se acababa. Habían pasado meses, de los cuales había perdido la cuenta, desde la llegada de él.

Estuve a punto de besarlo, a punto de traicionar a Gian. Y lo pero de cometer haram, iba en contra de las creencias.

También renegué la llegada de aquel extraño a mi vida. Pues de haber llegado él, yo hubiera seguido en busca de Gian. Hubiera seguido amándolo sin duda alguna. Fue cuando un nuevo pensamiento cruzó por mi mente.

Me acababa de dar cuenta al recordar los meses que habían pasado que no faltaba mucho para que el año se cumpliera.

Se estaba cumpliendo el plazo para regresar a casa y enfrentar el castigo, sino podía quedarme en Líbano tendría que regresar a América con mis padres. 

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