Suposiciones

633 46 1
                                    

Al otro lado del mundo en Líbano

—Entonces... ¿Ya te has resignado a casarte?— Me preguntó Piero, ya una vez solos en mi habitación. Sin la intromisión de su prima.

—No es que me haya resignado más bien...— Sonreí, como le explicaba que sentía algo por esa mujer de las cartas. Por alguien que no conocía, que jamás había visto. 

— Más bien me enamoré de ella.— Le confesé un poco avergonzado, 

— ¿Hablas en serio? ¿Te enamoraste así sin más?— Dijo incrédulo.

—Si, yo tampoco quería aceptarlo, incluso me resistía a la idea, traté de negarlo, pero al final, el amor es más fuerte, es decir... ¡Es una locura! Pero estos dos meses enviándonos cartas. No sé, algo pasó.

— Entonces ¡se feliz con ella! Espero que después de la boda te la lleves lejos de aquí.
Nosotros pronto nos iremos a Italia de nuevo, en lo que se calman las cosas.—Continúo Piero.

— ¿A Italia?

—Si. Sabes que nuestros padres tienen muchos contactos, y ya ha habido pequeñas revueltas en las fronteras. Pero se cree que en los siguientes días la guerra  estallará. Gian la guerra es un hecho y si no hacemos algo quedaremos atrapados en medio del conflicto, aunque sé que la guerra es una de esas razones por las que te casas. Yo, Ignazio, nuestras familias. Es una deuda que no tenemos cómo pagarte.

—De todas formas tenía planeado llevarme a Alaira, una temporada a Italia. Quiero regresar a dónde nacimos. Y se lo he prometido.

En cuanto a lo demás. Somos familia, quizá no compartamos sangre pero lo somos. También está mi madre, mi hermano pequeño y mi padre, ellos también necesitan, y yo necesito saber que estarán a salvo, y si este matrimonio puede asegurar eso. Yo me casaré con Alaia.

Piero se quedó pensando, no sabía qué decir, y tampoco yo, no era un tema fácil, pero sabía que podía confiar en él. Era como mi hermano.

—¿Y nos has sabido nada de Ignazio?—  Me preguntó para cambiar el tema, y no ponernos tan sentimentales.

— Dijo que pronto llegaría. Ya sabes que a él le encanta viajar.—  Le contesté mientras tomaba aire, para continuar con la conversación.

— ¿Sabes? Con tu boda, dejas a más de un corazón roto.

— ¿Lo dices por tu prima?— Le contesté bromeando, ya que Piero sabía que casi no la soportaba.

—No solo por ella.. Además sabes que yo la quiero mucho. Pero también te quiero a ti como a un hermano. Y no creo que ella sea una mujer para ti, no creo que ella te pueda hacer feliz.

—Si, tu prima. ¡Vaya que es insistente! Pero nunca podría querer a alguien como ella. Con todo el respeto lo digo. Es voluntariosa, caprichosa. ¡Eso ya no importa! Pronto tendré a Alaira, a mi lado.

Tanto Piero y Gian, no se habían dado cuenta que las puertas había quedado un poco abiertas, y que Zahra estaba detrás, escuchando su conversación.

—Con que eso piensas de mi Gianluca.

Pero tienes razón. Yo siempre consigo lo que quiero. Y te quiero a ti. Y si no podría obligarte a elegirme a mí. Siempre hay otras formas.

Piero. Mi querido primo, en lugar de que me defiendas, le das la razón.
Pero esto no se va a quedar así. Yo tengo que hacer algo, para alejarte de ella.
El punto es que estás lejos de ella, y ni así dejas de pensar en... ¡Esa!
Pero debe de haber alguna forma, alguna forma para impedir esa boda!
Piensa Zahra, piensa.

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora