Carta de un extraño

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No podía dormir. Mi orgullo me había impedido abrir la carta. Además de que tenía miedo, mi forma de querer enfrentarlo era negar lo que estaba pasando. ¿Por que a mi? Mi hermana era la mayor... ¿Por qué no a ella?

Me di vuelta de nuevo en la cama, pero no podía dormir.

Estaba frustrada, me estaba muriendo de curiosidad, quería abrirla y saber que cosa estaba escrita. ¿Por qué razón me había mandado una carta, si nuestro matrimonio ya era casi un hecho?

Impulsada por la intriga de saber el contenido de esa carta, me levante y saque la carta de uno de mis cajones. 

Me dejé resbalar con la carta en las manos al lado de mi cama. Sólo traía puesto el camisón que usaba para dormir. Y la luz de la luna entraba por la ventana de mi recámara, miré hacia el cielo, para toparme con la luna. En alguna parte muy lejos, estaba quien había escrito la carta, una carta para mí.  La apreté contra mi pecho, tenía miedo, miedo de casarme con un extraño, pero sabía que mi matrimonio era casi un hecho. Después de todo las mujeres no teníamos mucha voz en esos temas. Esa parte rebelde quería huír, pero no tenía la voluntad suficiente.

Además... Quizás esta carta era una esperanza. Una muy pequeña, pero podía sentirla dentro de mí.

Abrí el sobre, y saque de el un par de hojas, con una letra hermosa, en las que se leía, lo siguiente:


Alaia:

Solo tu nombre se, y por eso me es difícil escribir esto, pero te escribo esta carta con la esperanza, de conocernos de alguna forma.
¿Sabes? Yo creo en el amor. Y en que hay alguien ahí afuera, solo para mí.
Dos almas que se pertenecen. Aunque no sé, si seas tú. Espero que sea una posibilidad...
Quiero que me conozcas, que me conozcas como realmente soy, y aunque parezca una locura... Abriré mi corazón y lo pondré en tus manos. Te preguntarás ¿Cómo?
Pues ni siquiera te conozco, pero solo me queda confiar. Confiar en ti y en el destino. Confiar en que al menos tenemos una pequeña oportunidad, aunque la decisión ya haya sido tomada por nuestros padres.

Empezaré por contarte mi historia....

Nací en Abruzzo, Italia. Mi padre formó una empresa en Líbano así que cuando apenas tenía dos años, nos mudamos aquí. Crecí aquí y he aprendido a amar este país, su cultura, sus costumbres, pero también como buen italiano, el romance no lo dejo de lado. Creo que es parte de mí, parte de mi herencia italiana.
Tengo un hermano menor: Ernesto. Mi hermano, mi confidente y mi cómplice.

¿Puedo contarte un secreto? Bueno de todas formas lo haré Alaia. Es algo que solo saben mi padre y mi hermano...

Me encanta la música, y cuando estoy solo compongo canciones. ¿Quieres saber quién es mi musa? ... El amor. Mi madre no lo sabe, pues prefiere que yo me dedique a los negocios. Y aunque sé que tarde o temprano debo tomar el lugar de mi padre en la empresa, la música será algo que siempre me apasionara.
¿Quieres saber otro secreto? Jamás me he enamorado realmente de una mujer, y no pierdo la esperanza de hacerlo, de tener un amor, que vaya más allá de la atracción física, del tiempo. Quizás solo sea una ilusión, locura, pero creo en el amor. En el amor que perdura a través del tiempo, de la distancia. 

Tal vez a estas alturas ya te haya aburrido. Pero al menos intenté un acercamiento, pues me niego a la idea de que sin siquiera vernos y cruzar palabras, a parte de un —Si acepto, nos hayan casado.

Esta es la primera de las cartas que te mandaré, espero que tú también las contestes.

Déjame conocerte, conocer lo que hay en tu corazón y en tu alma. Espero que al menos a través de las cartas podamos conocernos algo.

Aunque si no quieres entenderé. No te preocupes por el matrimonio, yo de todas formas cumpliré con mi palabra, con la de mi familia.
Estaré esperando tu respuesta.

Gianluca Ginoble

P.D: La otra hoja es un dibujo hecho por mi hermano. Me dio este dibujo y me dijo Es para tu novia. Dile que son secretos de cómo conquistarte.— Espero que esto sirva también para ti.


No podía creerlo, la volvía a leer una y otra vez. No era posible que con tan solo unas palabras, ese hombre me hiciera pensar en él.  Ni siquiera me conocía, y aún así ya se estaba preocupando por mí, por lo que pensara.

Después de todo creo que había una pequeñísima esperanza para mí, en eso quería creer.

—Bueno al menos, es un caballero.—Pensé para mí misma en voz alta.

Además me había hecho reír, con el comentario de su pequeño hermano.

Después de eso, guarde de nuevo el sobre y aunque no sabía, si le escribiría, al menos esa noche dormí más tranquila, de lo que las noches anteriores lo había hecho.  




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