Mi padre me llamó a su estudio.
Algo que solo hacía cuando quería tratar asuntos serios y que además eran su última palabra; asuntos que eran de la empresa, o que primero quería hablar conmigo antes de comunicárselo a toda la familia. Quizás era acerca de los rumores de la guerra, lo que implicaba que era una noticia que no me daría gusto. Pues si no lo había mencionado, en alguna de nuestras pláticas durante la cena o la comida. Su decisión estaba tomada.
—Gianluca. Necesito hablar contigo.—Dijo en cuanto entré al estudio, y me invitaba a sentarme en una de las sillas de piel frente del escritorio. Estaba nervioso, sentía que algo no iba bien.
—Como sabes, estamos haciendo negocios fuera de este continente... Uno de nuestros nuevos accionistas en Latinoamérica, y un gran amigo.—Continúo él, dándole vueltas al asunto.
Estaba en lo cierto, se trataba de algo relacionado con la empresa. Pero aún no acaba de entender del todo que tanto tenía que ver conmigo.
—¿Y eso que tiene que ver conmigo? Padre.— Dije interrumpiendolo, un poco ansioso por saber a lo que quería llegar. Pues no estaba muy involucrado en la empresa, lo cual me llevaba a preocuparme aún más.
—Sabes que ellos vienen de una familia libanesa, y sus hijas han sido criadas con esta cultura, aunque su madre es latina...—
Continuo, sin explicarse del todo la relación conmigo.—En mi última visita a Latinoamérica, su padre habló conmigo, para que tú y una de sus hijas se comprometan en matrimonio.—
Y así fue como sentí por un instante como mi corazón se detuvo. ¡¿Pero de que estaba hablando?
—¿Cómo? ¿Así sin siquiera conocernos? Pero.... Además eso no es posible, padre. Apenas tengo 17 años.— Alegue, aun sabiendo, que era una decisión ya tomada, por él. Y que las cosas aún se manejan de esa forma. Sobre todo si se trataba de un matrimonio ventajoso. Y en este caso no sólo nos daría una expansión en Latinoamérica, sino que sería nuestro respaldo, si la guerra llegara a nuestras puertas.
—Sabes que las cosas tienen que ser así, Gian. Además estas por cumplir los 18 años.
Alaia vendrá exactamente en un mes. Su hermana mayor la traerá y sus padres luego las alcanzarán.— Dijo en un tono autoritario, haciéndome saber que no tenía ninguna otra opción y que la decisión de él estaba tomada.—Pero papá, yo...—Iba a continuar hablando, pero en vez de eso, deje que el silencio invadiera el estudio.
Tomé aire, para dejar que un suspiro saliera de mí. Y por un momento me resigne.—Después de todo ya está arreglado ¿No es así?—Mi padre solo se quedó en silencio, y finalmente de nuevo hablo.
—Estoy seguro que será una buena esposa, al menos mejor que la tal Zahra.— Dijo mi padre, como tratando de darme una esperanza, y de decirme que no estaba todo perdido.
Sonreí levemente, pues aunque mi padre había decidido comprometerme, me mostraba que lo había hecho pensando en mi bien. —Ella no me interesa, es tan... no sé. —Dije recordando todas las veces que ella se me había insinuado.
—Además ella es la que quiere algo conmigo, no yo.—Terminé por decir.
—Estoy seguro, que si el destino la puso en tu camino Gian, no es por casualidad...
Y también estoy seguro, que no me he equivocado...— Empezó a hablar de manera más tranquila. Y demostrando comprensión.—Estoy consciente que no solo se trata de negocios, sino que también se trata de tu felicidad, hijo.—Continuó mientras se sentaba. Y yo continuaba en silencio, tratando de asimilar lo que estaba por suceder, sabía que estábamos en una situación
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Destino
Historical FictionPrimavera 1975 Inicio de la Guerra Civil Libanesa ¿Puede nacer el amor en medio de una guerra?¿Entre dos extraños? ¿Bastaran solo unas cartas para que el amor suceda? ¿ Puedes enamorarte de la misma persona de diferentes formas? Según las costumbre...