Más cerca de ti

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Después de una larga tarde de cuestionamientos, afinación de detalles de la boda y demás, al fin pudimos ir a descansar, aunque todos querían saber de nosotras, de nuestra vida. Y aunque yo quería seguir platicando y aprendiendo cosas nuevas sobre una parte que al fin y al cabo era mía. Me disculpe y me retire a descansar.

—Te acompaño, si quieres.— Dijo Camila.

—No, si quieres quedarte hazlo, pero yo necesito estar sola un momento.

—Está bien, te entiendo, pero si necesitas algo, solo llámame de acuerdo.

—Si, Camila, lo haré...

Después de mucho, el viaje. Al fin llegué a la habitación que me habían asignado. Saqué los vestidos para evitar, que se arrugaran y los observé.

El día ya casi había acabado, el sol estaba por ocultarse y mañana temprano saldríamos a mi destino. Saldría para casarme con Gianluca. La boda esta planeada para ser en la tarde.

Mi itinerario de mañana se resumía en:

Salir como las 5:00 am de aquí, para llegar como 9:00 am a la casa de los Ginoble, eso sí, no podré ver a Gianluca hasta la boda, no antes.

Suspiré. ¡Ay Gian, ya estamos a unas horas de conocernos!
¡No puedo creerlo! Falta menos de un día. Y al menos ya estamos en el mismo país, estás más cerca.
Mañana por la tarde yo ya seré la Sra. Ginoble. La sola idea, me causó mariposas en el estómago.

Alaia de Ginoble. Sra. Ginoble.

Reí mientras escuchaba cómo sería mi nombre a partir de ahora, al menos así sería llamada o conocida.

¡Suena, bien! ¡Yo diría, que suena estupendamente!

Quisiera que el tiempo pasara rápido. Estoy nerviosa, pero a la vez tan feliz y contenta.
Cada minuto que pasa estoy más cerca de ti Gianluca.

La verdad me sentía un poco entumida del viaje y agotada.
Me di un baño, y luego me recosté. Para así quedarme profundamente dormida.

Mientras tanto en la casa de los Ginoble

Después de leer su carta, no pude evitar sentirme tan feliz.
Quería gritar al mundo que mañana me iba a casar con la mujer que amaba.
Quería gritar al mundo entero, que amaba a Alaia.

Sentía una felicidad indescriptible, algo que inundaba mi pecho y quería salir.
Después de unos minutos que me tomé y que necesitaba.
Bajé del faro, y me dirigí hacia el yate de nuevo.
Ahí estaban mis dos amigos, más bien mis dos hermanos.
Piero e Ignazio, que parecían estar recordando viejos tiempos.

Me vieron llegar y me llamaron. Seguramente querían preguntarme, acerca de la carta de Alaia. Estaba dispuesto a contarles mi historia, después empezamos a cantar y recordar tiempos de cuando éramos niños, no queríamos hablar sobre la guerra inminente pues al menos estos serían días de felicidad. Mi último día como soltero.

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