Cuando realmente me di cuenta de lo que estaba a punto de pasar, y que además estaba convencida de que valía la pena intentarlo, fue una tarde que llegó una carta, una carta que sería la estocada final, para que mi corazón le perteneciera completamente a Gianluca, a ese hombre detrás de esas palabras que se habían metido de a poco en poco a mi corazón. Esas palabras que habían hecho que algo increíble y que nadie creía pasará.
Camila había recibido la carta y estaba esperando para que la abriera.
Aunque era algo que prefería hacer sola, no quería que nadie viera la sonrisa tonta o las caras que hacía mientras leía con emoción cada palabra que Gian escribía en una tierra lejana y que llegaban a mí en esas cartas, esas cartas que se habían convertido en las cómplices de nuestra historia de amor. Y en las testigos de lo que había nacido con cada una de ella entre mi prometido y yo.Como siempre, prácticamente le arrebaté la carta a Camilia y tuve que meterme rápido a mi cuarto, para evadir las preguntas de mi hermana.
Le puse seguro y salí al balcón para leerla. Algo en mí, me hizo pensar que sería la última carta que Gianluca me enviaría, y por una parte eso me llenaba de nostalgia. Aunque eso significaba también que pronto lo vería, pronto lo tendría cara a cara, también me llenaba de nervios, ¿y si no nos gustábamos del todo, o yo no le era suficientemente bonita?Al menos lo habíamos intentado, al menos ya no éramos tan desconocidos el uno para el otro.
En la casa de los Ginoble, unos días antes...
— ¡Gian, hijo! Que bueno que te veo, mañana iras a probar tus trajes para la boda. Ya falta muy poco para la boda, y tú andas como si nada, es la última prueba antes del gran día.
—Si mamá, no se me va a olvidar. Papá va a acompañarme, al igual que mi hermano.
—¡Eso espero! Por cierto, tienes alguna idea de cómo es ella.
Con todo esto se me había olvidado comentarle a mi mamá, acerca de las cartas.
—Pues sí, los últimos dos meses estuvimos mandándonos cartas. — Le confesé a mi madre.
—¿Qué? ¿Y por qué no me lo habías contado?
—Bueno, sinceramente pensé que mi hermano o papá te lo habían dicho.
—Ahora sé, porque casi no pusiste resistencia a la boda. Pero ahora cuéntamelo todo. Todos los detalles. Siempre soy la última en enterarme.
—No es así. Es sólo que nadie sabe el contenido de las cartas, solo ella y yo.
—Bueno, pero puedes describirla ¿no?
Suspiré y recordando la emoción que cada una de las palabras de Alaia, me hacía sentir, empecé a contarle a mi madre sobre ella, sobre mi futura esposa, y de cómo había dejado de ser una desconocida, al menos en parte.
—Ella es tierna, sensible, romántica, sabe cómo sorprenderme, aunque a veces es muy terca.—
Mi madre sonrió ante la descripción.—Y Vito me dijo que es hermosa, en todos los sentidos. También me habló acerca de lo que le dijo su padre de ella, y así pude confirmar todo lo que yo ya había podido descifrar sobre ella.
Mi madre sonrió. Y sus ojos se pusieron un poco rojos, creo que estaba a punto de llorar.
—No cabe duda, que esa muchacha te trae loco. ¿Y fue tu idea el de intercambiar cartas?
—Si, yo tomé la iniciativa. Porque no podía hacerme la idea de casarme así, sin siquiera saber nada de ella. Aunque, mi papá tenía razón.
—¿ Acerca de qué? — Preguntó mi madre.
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Destino
Historical FictionPrimavera 1975 Inicio de la Guerra Civil Libanesa ¿Puede nacer el amor en medio de una guerra?¿Entre dos extraños? ¿Bastaran solo unas cartas para que el amor suceda? ¿ Puedes enamorarte de la misma persona de diferentes formas? Según las costumbre...