Mis manos empezaron a temblar un poco, y con cuidado, el tomó las mías para evitar que siguieran temblando.
—Tranquilla. No ha pasado nada. Mejor enséñame mis pertenencias.Dijo con un tono tranquilizador mientras muestras miradas se encontraban, había algo en él, en su mirada que me hacía sentir como en casa.
Traté de recobrar la compostura, y fui por sus pertenencias que se reducían, a un uniforme roto, una insignia y unos zapatos muy sucios.
El tomó su uniforme y escudriño cada rincón, hasta llegar a una bolsa del lado derecho de su camisa.
Ahí sus dedos parecían haber encontrado algo.Podía ver que sus dedos habían encontrado algo en ese bolsillo y al abrir el pequeño bolsillo que tenía cierre sacó un anillo.
Era un anillo en verdad hermoso, podría decirse que era de compromiso, eso fue algo que me hizo recordad a Gian, lo que estrujó un poco mi corazón, pues sentí algo que punzaba en mi interior con dolor, a veces trabajar aquí curando a los soldados hacía que mi mente se ocupara y no pensara tanto en él.
—Creo que estás comprometido.— dije, con vacilación.
—Eso parece, pero no recuerdo nada. Quizás nunca llegó a su destino, y simplemente lo guardé.— Agregó él.
—Tengo que irme, y reportar tu estado de salud. También te traeré ropa.— Le dije, pero me interrumpió.
Si no te molesta, me siento mejor, y quisiera más bien darme un baño.
Aquella petición me tomó por sorpresa, pero también lo entendía. Aunque una profunda decepción me invadía por dentro, al saber que aquel hombre podía estar comprometido o incluso casado.
Le ayudé a aquel hombre a ponerse en pie. Era sorprendente lo bien que se encontraba ahora.
Luego tomé la ropa limpia, la toalla y todo lo que necesitaba. Él se recargó con una mano sobre mí. Despacio, los dos salimos de aquel cuarto, mientras él se dejaba guiar por mí hacía donde podría tomar un baño.Pero cuando estuvimos fuera, él me pidió que lo esperará un momento.
—Espera, quiero contemplar el cielo. Aunque no lo creas, me alegro de estar vivo, y de estar bien. Siento que la vida me da una nueva oportunidad.—Dijo.
Tal vez eso era, una nueva oportunidad. Pues desde que él había aparecido en mi vida, el recuerdo de Gian, ya no dolía tanto, me distraía cuidando de él, pues necesitaba vigilancia constante a la falta de equipo que monitoreara sus signos vitales.Él se quedó admirando el sol que estaba por ocultarse, cerró los ojos y respiró tan profundo como pudo, después continuamos nuestro camino, ahí le deje las cosas cerca de donde pudiera tener todo a la mano , y él entró a tomar un baño.
Mientras aproveché para admirar aquel extraño paisaje. Que contrastaba de verdad.
A lo lejos se podía intuir la destrucción, mientras que de este lado, era como un edén en medio de la guerra. Parecía calmado, parecía porque si ponías atención se escuchaba el ir y venir de carros con militares, quejidos y sollozos. Todos hacíamos lo que podíamos y rara vez nos dábamos el tiempo de admirar el paisaje, algunos creían que era perder el tiempo, yo lo hacía para no perder la cabeza, pues toda la sangre, el dolor y sufrimiento de quienes llegaban era demasiado de ver, a todas horas, a todos los días.Salió del baño y ahora pude contemplarlo mejor. Realmente era un hombre muy guapo y atractivo.
—Te molesta si nos quedamos un rato aquí. La verdad todavía no quiero regresar a aquel cuarto donde estaba.— Me dijo.
—Claro que no me molesta.— Le conteste. En realidad estar alejada de los pacientes era un respiro.
Así los dos nos sentamos en una banca que estaba cerca. Y luego el empezó a hablar, aunque más bien pensaba en voz alta.
—No sé si estoy seguro de querer recordar. Siento que tuve que hacer cosas que no quería. Pero también quisiera saber quién soy.
—A veces las cosas suceden por algo. Tal la vida te quiera dar una nueva oportunidad, una nueva vida.— Pero no solo se lo dije a él, sino también a mí misma. Tal vez no casarme era algo que estaba escrito, por algo había pasado, pero eso no implicaba que pudiera hacer mucho con lo que sentía, tener presente esa creencia no aminoraba el dolor de perder a quien amas.
Aquel extraño volteó hacia mí, y yo también lo hice. Mientras él tomaba mi mano, y la besaba, para decirme.
—Si tuviera que empezar de nuevo, me gustaría hacerlo a lado de mi salvadora.
Al contacto de nuestros cuerpos, sentí cómo mi corazón se aceleraba, y cómo su piel me hacía estremecer. Había escuchado de muchos pacientes que se enamoraban de sus salvadores, pero hasta ahora no me había pasado, aunque podía admitir que desde que lo había mirado a los ojos era una sensación extraña la que me hacía sentir.
Me paré rápidamente, pues me daba miedo lo que estaba sintiendo. Tenía miedo de olvidar a Gian y de enamorarme de nuevo.
—Lo siento, no quise molestarte. No sé qué me pasa. Ni siquiera sé si tu estas casada o comprometida.— Me dijo con cierta preocupación en su voz.
No le contesté, pero de su boca salieron unas últimas palabras.
—¿Acaso es eso? ¿Ya encontraste el amor?—
Esas preguntas en este momento tenían dos respuestas.
Había encontrado el amor en Gian, y ahora de nuevo lo volvía a encontrar con aquel extraño que apenas había llegado a mi vida. Y a quien en los últimos días había cuidado, y salvado de la muerte.Mi mente me decía que todo tenía una explicación, que él estaba aun en shock como varios y que al despertar se aferran a lo primero que les recuerda estar vivos o sentir vivos.
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Destino
Historical FictionPrimavera 1975 Inicio de la Guerra Civil Libanesa ¿Puede nacer el amor en medio de una guerra?¿Entre dos extraños? ¿Bastaran solo unas cartas para que el amor suceda? ¿ Puedes enamorarte de la misma persona de diferentes formas? Según las costumbre...