Escuché que alguien entraba al salón, y luego a alguien me había dicho que no todo estaba perdido. Miré a la puerta y ahí estaba.
Era Ignazio quien había llegado en un momento indicado o en un mal momento. Todo dependía de como lo viera.
Por una parte me alegraba que Ignazio hubiera llegado, pero por otra parte no tenía ganas de nada.
Bueno sí, tal vez de algo, de haber podido evitar que Zahra destruyera la carta de Alaia.Tomé fuerzas de dónde pude y con la voz un poco entrecortada, le pregunté a Ignazio. Qué era lo que estaba haciendo aquí.
—¿Pues que no voy a ser yo uno de los padrinos? Además si no hubiera llegado yo, la loca de Zahra hubiera logrado su objetivo.
— ¿Lo hubiera logrado? Pero sí quemo la carta de Alaia!
Lo dije en un tono de enojo, sin quererlo, pues sabía que Ignazio no tenía la culpa de lo que había pasado.
—¿Estás seguro?
Ignazio arqueo las cejas, y con una sonrisa de triunfo, empezó a buscar en una de las bolsas de la chaqueta que traía. Hasta que al fin saco una hoja doblada qué me entregó.
—Lo siento si se maltrató un poco. Tuve que doblarla así para guardarla conmigo.
Estiré la mano por inercia, pues estaba muy confundido. Quería creer era esa era la carta de Alaia. Pero no podía ser posible. Yo mismo había visto como Zahra había lanzado al fuego la carta, con los sellos y la inconfundible letra de mi prometida.
—Por suerte llegué a tiempo y pude salvarla. Sabía que Zahra no planeaba nada bueno.
Con una mezcla de esperanza y desesperación desdoblé la hoja que estaba un poco arrugada.
Era una hoja en la que se veían incrustados algunos pétalos de flores rojas, y en ella se encontraba la letra de Alaia.
Suspiré aliviado y sentí como toda mi desesperación se había esfumado.
Pero aún no comprendía cómo es que Ignazio había salvado el contenido del sobre que ella me había enviado.—Pero no entiendo ¿Cómo es posible? Como es qué ... Pero entonces... ¿Qué fue lo que quemó Zahra?
Dije tratando de entender lo que había pasado.
—Bueno, fue solo el sobre, no podía llevarme toda la carta, si no Zahra lo sospecharía y creo que era mejor hacerle pensar que cumplió con su cometido.
Contestó tranquilamente Ignazio, más bien diría con satisfacción pues a él tampoco le agradaba.
—Creo que tienes razón, pero tienes que contarme como es que salvaste la carta.
—¡Claro que si!
Contestó mientras Ignazio sonreía como un héroe triunfante, que había salvado el día.
—Pero vamos a otro lugar.
—Si, creo que será lo mejor.— Le contesté.
Nos dirigimos hacia uno de los jardines donde se encontraba un pequeño lago y unas bancas para sentarse. Ahí nos sentamos y luego Ignazio se dispuso a contarme lo sucedido.
—Bueno llegué ésta mañana y no había nadie en la casa. Luego tu mayordomo me informó que acababan de salir por algo relacionado a la boda.
Entonces decidí esperar en el salón que está junto a la entrada. Estaba curioseando algunos libros, cuando escuché que llamaban a la puerta.Me entretuve un poco guardando los libros que saqué, y ya casi iba a salir del pequeño estudio, pensando que habían llegado ustedes.
Cuando abrí la puerta me di cuenta que no eran ustedes, si no que era Zahra.
Y bueno ella llegó exigiendo verte, y al enterarse que no estabas, ella se enfureció, y casi ya se iba, pero luego decidió quedarse. Le dijo a tu mayordomo que te esperaría.
Ya casi se iba a meter al salón, cuando tocaron de nuevo a la puerta.Tu mayordomo abrió la puerta y era el correo. Cómo siempre lo dejé en la mesa que se encuentra en la entrada, para que a su llegada vieran el correo, las cartas que había traído el cartero.
Después, Zahra no se quedó con la curiosidad y revolvió las cartas, hasta que se detuvo en una en especial. La agarro y luego la metió a su abrigo. Después se fue al salón y bueno yo la seguí.Sabía que no podía planear nada bueno, y además esa carta no le pertenecía. Así que aproveché que ella no sabía que yo estaba aquí, y luego cuando fue al baño, yo entré rápidamente y con cuidado saqué el sobre de su abrigo.
Me di cuenta entonces que era una carta para ti de Alaia.
Recordé que Zahra siempre ha querido algo contigo, y supongo que tu boda no la habrá hecho feliz, más bien lo opuesto.Así que saqué el contenido, dejando solo él sobre, pues pensé que era mejor que ella pensará que la seguía teniendo. Volví a sellar el sobre con algo de calor, pues usó cera.
Luego escuché que ella de nuevo venía para acá y no tuve más remedio que esconderme en el salón de al lado.
Y bueno el resto es historia. Lo bueno es que el contenido está a salvo en tus manos. Gian.Terminó por contar Ignazio.
Él era cómo mi hermano y no podía creer que él había llegado justo en el momento exacto, como un ángel. Había llegado justo a tiempo, y le debía una muy grande.
No sabía si abrazarlo o qué, solo estaba agradecido de que salvará el contenido de la carta.
ESTÁS LEYENDO
Destino
Historical FictionPrimavera 1975 Inicio de la Guerra Civil Libanesa ¿Puede nacer el amor en medio de una guerra?¿Entre dos extraños? ¿Bastaran solo unas cartas para que el amor suceda? ¿ Puedes enamorarte de la misma persona de diferentes formas? Según las costumbre...