¿Que fue lo que pasó?

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Aquellos hombres eran militares, llegaron con una carta de reclutamiento, dirigida a Gian. Para todos fue una sorpresa, pues todos habíamos conseguido sortear esa dura prueba gracias a un favor que nos hizo el tío de Piero. No sólo se trataba de nuestras vidas, sino que veíamos más importante ayudar a las familias que pudiéramos ayudar a poner a salvo, niños que queríamos alejar de la guerra, mudar la empresa no sólo el capital o lo que había ahí, cuándo nos referimos a la empresa, eso significaba llevarnos a quiénes pudiéramos lejos se aquí para que estuvieran a salvo.
El tío de Piero era uno de los coroneles del ejército Libanés.

¡Claro! ¡Ella tiene que ver con esto! Es la única que podía hacerlo, y es la única con el suficiente interés para que Gian no este aquí el día de hoy.

Gian, solo tomó la carta y luego, a pesar de alegar un error y la incredulidad invadía al novio. A pesar de ser una boda los militares traían ordenes muy claras, de llevárselo. Si no sería juzgado por traición a la nación.

Gian les pidió tiempo, para recoger algunas pertenencias y despedirse, además de ver si Alaia llegaba, al menos despedirse de ella.

Mientras el Sr. Ercole mando a que pronto consiguieran la manera de comunicarse con el papá de Zahra, quien era el coronel. Aunque todavía no sabíamos de que forma Zahra había logrado su objetivo, no estábamos seguros de que su padre supiera de esto, pues él se encontraba fuera, en una de las bases militares.

Gian pidió hablar a solas conmigo y con Piero.

Gian expuso lo que sentía mientras que yo le exponía lo que pensaba que había pasado. Primero Piero se negó a creer que Zahra hiciera algo así, pero en ese instante entró ella.

Entró Zahra y nos confirmo, lo que nosotros sospechábamos.

—Así te quería ver, Gianluca Ginoble. ¿Sabes? Es lo menos que te mereces.Te advertí Gianluca. Te lo advertí. Te dije que lo pagarías muy caro. ¡Pagaras con tu vida! Todos los desaires. Todas las veces que me rechazaste.Te dije que pagarías, por no haberte querido casar conmigo. Y preferir, a esa.

—¡Déjenos solos! ¡Por favor!— Nos pidió a Piero y a mí.

Gianluca y Zahra se quedaron a solas.

—¿Cómo fuiste capaz? ¿Acaso estás loca? ¿Te das cuenta de lo que hiciste? ¿Y todo por qué? ¿Por un capricho? ¿Por una obsesión? Lo que tú sientes no se acerca mis siquiera un poco, ni remotamente al amor. 

—¡Claro, que sí querido! Y para que veas que soy indulgente todavía estas a tiempo. Todavía puedo hablar en nombre de mi padre, y cancelar la orden, de que te lleven.
Solo dilo Gian. Solo di que te casarás conmigo. Y yo haré que te quedes.
Sabes que puedo hacerlo mi papá es uno de los coroneles, a cargo de reclutar.

—Las únicas razones por las que no te digo, todo lo que te mereces, son: Porque eres mujer, y yo, soy un caballero, y además eres la prima de uno de mis hermanos. Piero, nunca me lo perdonará.

—Mi primo querido. Él nunca estuvo de acuerdo en que yo quisiera conquistarte ¿No es así? Pero ¿Cómo se iba a imaginar que podría llegar, a planear esto?
Gianluca todavía podemos ser felices. Dame la oportunidad de hacerte feliz.

—¡Nunca! Y tal vez hayas logrado separarme de Alaia. Pero, que te quede claro algo. Yo siempre la voy a amar, siempre estaré con ella, y mi corazón siempre le pertenecerá.

—Esta bien, tenías dos opciones: Casarte y así quedarte conmigo, o elegir un fatídico destino. Tal parece que elegiste cavar tu propia tumba.
Bueno, pues entonces¡Suerte con eso! 

Zahra abrió la puerta para salir, pero antes dijo algo más.

—Aún así gané yo, pues jamás la verás Gianluca. Jamás la vas a conocer. Y nunca estarán juntos.

Vi cómo salía Zahra del estudio, y Piero y yo volvimos a entrar, para platicar con Gianluca.

—¿Fue ella verdad? Pero mi tío no podría ser capaz de hacer algo así, esto... esto debió planearlo sola.— Dijo Piero consternado, aún no podía dar crédito a lo que acababa de escuchar, estaba muy decepcionado de Zahra.

—Sí, así parece. No entiendo, cómo pudo ser capaz de hacer algo así Nunca creía que eso que dice sentir se convirtiera en una obsesión retorcida que la llevó a hacer esto.
¡Y para colmo Alaia no llega! Si esto sigue así Zahra tendrá razón, y nunca la conoceré físicamente, justo ahora que ella está más cerca también estamos más lejos. 

—Gian, sé que es difícil, pero tenemos que pensar que es lo que vas a hacer, digo, si Alaia, llega y tú no estas. ¿Qué le decimos o que pasará? No es como que los militares ahí en la puerta de esperen para siempre, ni que te dejen casarte con ella antes de irte.

—No lo sé, pero si mi prima fue capaz de hacer esto. ¿No creen que ella tenga que ver con que Alaia no haya llegado? 

—Puede ser una posibilidad. ¡No puede ser que estemos tan cerca! ¡Qué justo ahora tan cerca de concomernos esto pase! Mis padres están muy preocupados también.

—¡Pues escríbele! Escribe una carta, y explícale lo que pasó.— Dijo Ignazio.

—Aja! ¿Y qué le digo? Alaia amor, lo siento, tengo que dejarte plantada, por qué una niña tonta hizo que me mandaran a la guerra.
¡Es que no solo es eso! Saben que nuestros padres, necesitan confirmar esta alianza más que nunca, pues si la fabrica de aquí quiebra, la de América Latina seguirá siendo un respaldo, no solo para nuestras familias, si no para todos los trabajadores.

—¡Tienes razón! Zahra no pensó que esto no sólo te iba a afectar a ti, sino también a nosotros, a las familias.

—¡No Nazio! Perdóname, es solo que creo que me voy a volver loco!
Pero sí, escribiré mi última carta. Si ella no llega podrán entregársela, no quiero que sienta que fue su culpa, o que no quería casarme con ella, por favor explíquenle también la situación, díganle que no quería dejarla, pero esto está fuera de mis manos.

Gian se puso a escribir, justo cuando terminó el mayordomo anunció que ya los militares lo estaban esperando.
Gianluca intentó prolongar su estancia en la casa, no lo dejaron, y tampoco Alaia apareció.
Por último se tomó un minuto a solas con nosotros primero.
Y luego con sus padres, con su hermano Erny. Quien lloraba desconsoladamente.

—¡Nazio! Te pido un último favor antes de irme, entrégale la carta y el dije en la manos.
Cuídala también. ¡Por favor! ¡Cuídala Nazio! ¡Protégela! Confió en ti hermano.
Luego se dirigió a Piero.

Y Piero, no creo que sea lo más conveniente que te la de a ti, dado que Zahra es tu prima.

—No te preocupes Gian. Yo entiendo. Además Zahra, Zahra, me tiene muy confundido y decepcionado. Soy yo quién no tiene cara para verte, en verdad lamento mucho todo lo que ella ha causado. 

Ví como Gian, se subía a una camioneta militar.

Me fui la sala, y me deje caer sobre el sillón, tratando de ver qué era lo que podía hacer, lleno de impotencia.

Había pasado una media hora cuando el mayordomo, me avisó que la novia había llegado.
Le dije que la pasara a la sala de arriba, y que yo iría a hablar con ella.

—¿Cómo le digo?¿Cómo le explicó todo lo que ha pasado? No sabía cómo decirle la verdad sin romper tanto su corazón, estábamos tan emocionados y ahora solo había mucha tristeza, nada de esperanza. 

Tomé un último trago de lo que estaba tomando y también agarré la carta y el dije que Gian había dejado para su prometida.


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