Prohibido Amarte

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Tomé un tiempo para calmarme, para tratar de entender lo que estaba pasando, había sentimientos de abandono, de tristeza, de miedo. Respiré, y tomé la fuerza necesaria, me separé de aquel joven y sequé mis lágrimas. Seguramente me veía cómo una niña tonta que solo lloraba, pero en realidad dolía y era algo extraño porque los amaba sin conocerlo.

Aquel joven se enterneció y  puso su mano debajo de mi mentón. Después el tiernamente, me dijo:

—Gian, me hizo prometer que te cuidaría Alaia y eso haré. Además serías como mi hermana, Gian quería que te protegiera. 

Me secó las lágrimas, y me dejé abrazar, por él. No tenía ningún hermano mayor, pero siempre había querido tener uno. No sabía lo que era tener esa protección de un hermano. Aquel joven, despertaba en mí una ternura enorme. La forma en la que me veía, como me veía como familia solo por ser la prometida de Gian, a quien consideraba un hermano.

—Alaia, creo que será mejor que te deje sola para que leas la carta que dejó para ti. Tus familiares ya se retiraron de la sala, y si me permites ahora, tengo que ir con los padres de Gian, para explicarles, también a tu familia, lo que ha pasado.

No podía hablar pero asentí con la cabeza. Él abrió las puertas del balcón, para que así entráramos de nuevo a la habitación. Ví después como se retiraba  dejándome sola. Me aferré al sobre que tenía en las manos, tal vez en esas palabras podría encontrar algún alivio par Ami corazón, para lo que estaba sintiendo. 


Alaia:

Pensé que ya había escrito mi última carta para ti, pero no fue así. No lo quiso así la vida.

Hoy descubrí que a veces hay otras formas o razones para separarnos,  fuerzas con las que quisiera luchar, a las que quisiera oponerme con todas mis fuerzas pero no pude hacerlo, ni siquiera me fue permitido. Te esperé el tiempo que más pude tan solo para poder verte aunque fuera un instante. Pareciera que la misma vida que nos juntó ahora nos separa. 

No hay pretexto o explicación que valga el dolor que quizás sientas al estar sola, pero también yo me voy con un gran dolor. Lo único que puedo decir a mi favor es que:
Te amo y siempre lo haré. Esto que siento no tiene explicación. Te amo tanto mi vida. Tanto que renunciaría al mismo cielo por ti.
Así de grande es mi amor, así te amo Alaia.
Y si por mí fuera jamás hubiera dejado esa casa y estaría ahora mismo en el altar contigo cumpliendo mi promesa. Jamás me hubiera separado de ti. Siempre hubiera estado a tu lado protegiéndote. Amándote. Me duele en el alma que al posibilidad de nunca conocernos exista, que nunca pueda mirarte a los ojos, ni sentir tu piel o tus labios. Sentir tu olor con el que he soñado tantas veces y que pensé vería cada día el resto de mi vida. 
Quizá mi último acto de amor, lo haré con esta carta.


Mi Alaia, mi amada.
Aunque no quiera decirte lo que voy a decir, es necesario. Necesario para los dos.


Olvídame, amor mío. Olvídate de mí y encuentra un nuevo amor. Busca a alguien que te haga feliz, a alguien que pueda acurrucarte en sus brazos, y darte las caricias que nunca te di, y que nunca te podré dar. Busca alguien que no sólo sea un fantasma que vivirá en tus recuerdos, sino alguien a quien tengas cerca y pueda darte lo que yo ya no podré.
Yo ya no soy más una opción para ti, la vida se empeña en separarnos y en llevarnos por caminos diferentes.
A mí me llevará a un mundo de soledad y de tristeza, y no pienso arrastrarte a ello.
Aunque podría pedirte que lucháramos juntos hasta el final. Que lucháramos por nuestro amor, por nuestro derecho a la felicidad.Sería egoísta porque el problema es que yo no sé si este sea mi final. No te aferres por ello a mi recuerdo.


Sería egoísta de mi parte pedirte que me esperaras, pedirte que no me olvides.
Pedirte que tu también te quedes en un camino incierto. Y es que te amo tanto que no te dejo atada a mí, a mi recuerdo.
Eres libre Alaia, por lo mismo te regreso el dije que alguna vez me diste.
Encuéntrale un nuevo dueño y se feliz. Vive la vida, deja todo atrás y comienza de nuevo.


Estoy seguro que alguna vez te preguntarás. ¿Por qué? ¿Por qué lo conocí?
La verdad no lo sé, no tengo una respuesta. Y lamento haber sido el culpable indirecto de romper tu corazón, en verdad lamento mucho eso. No busques una explicación lógica, no cuestiones porque será como preguntarle a nuestros corazones la razón para haberse enamorado. A lo que nos será difícil responder.
Suelen decir que es  mejor haber amado y sufrir, que jamás haberlo hecho. Pero de algo siempre tienes que estar segura amor. Yo nunca me arrepentiré de amarte, de desearte como lo hago.


Hay algo más que quisiera decirte, aunque no sé si debería de hacerlo.
Quisiera que recuerdes lo nuestro como una hermosa ilusión, como un sueño
Pues lo nuestro es una historia, que se convirtió en amor. Y nuestra historia es única.
Una historia de dos amantes juntadas por el destino, y separadas por la vida.


Mi deseo más profundo y mi anhelo más grande es volverte a encontrar.
Que el destino sea mi aliado, aliado del amor y vuelva a cruzar nuestros caminos.
Mientras cada noche soñare contigo. Aunque ya tendré prohibido amarte, pensarte y tenerte cerca de mí.


Ahora ha llegado la hora, el tiempo de decirnos adiós, de despedirme.
Despedirme de ti amor mío. De decirte adiós, pero no solo a ti, sino a toda posibilidad de vivir una vida a tu lado. Será una despedida obligada, ante una inminente separación.
Nunca te olvidare Alaia.
Una partida que me pese en alma, en el corazón. Ahora te digo adiós Amor.
Esperando volverte a encontrar en está vida o en otra.

Perdón por no tener más para ti que estás palabras. Sé feliz mi vida.

Gianluca

Terminé de leer la carta, estaba temblando. Podía sentir como mis lágrimas rodaban por mis mejillas, dejando una estela de tristeza.
Sentía un hueco enorme que se iba haciendo más grande hasta extenderse por mi garganta.

Y no conforme con eso, faltaba la estocada final, pues cuando me di cuenta había una mujer, parada en la puerta.

—Así que tú eres Alaia! ¡La ex prometida de Gian! ¡Vaya! Al menos voy a conocer a la mujer, que pretendía casarse con él, porque es evidente que eso ya nunca pasará.


Por el tono como lo había dicho y la forma en la que había enfatizado ex, supuse entonces que ella era Zahra, la culpable de todo, y la causante de que Gian estuviera lejos de mí. Y no solo eso que pudiera enfrentar a la muerte.
Sin más, como una reacción de mi cuerpo y de la rabia que sentía en ese momento. Me acerqué a ella y le solté una bofetada tan fuerte que la mande al suelo.

—¡Tal vez, nos hayas separado! ¡Pero yo, siempre estaré en su corazón y en sus pensamientos! ¡Un lugar, donde tú jamás estarás!

Luego salí de la habitación, y bajé de las escaleras, como llevada por algo, cuando de pronto me di cuenta que estaba en el jardín que se veía desde el balcón, y donde no había nadie.

Mi corazón estaba destrozado, yo quería salir a buscarlo, sin importarme nada.
Pronto la respiración me faltaba y con trabajo podía sostenerme en pie.
¡Quería gritar! Pero un nudo en la garganta me lo impidió.

Ante el dolor, me di por vencida y me deje caer de rodillas sobre el pasto.
Y entonces al fin. Salió de mis labios su nombre.
¡Gianluca! ¡No me dejes! ¡Quédate... quédate conmigo!

Esto último lo dije casi como un susurro. Ni siquiera me di cuenta de el momento en el que mi hermana había corrido hacía mi. Yo solo me abracé a ella con todas mis fuerzas y lloré. 

Lloré como nunca pensé hacerlo, pues jamás había sentido esa sensación de vacío. Esa sensación de no poder respirar, era como si ni siquiera pudiera soportar la pesadez de mi propio cuerpo, como si la piel me estorbara. 

Me sentí sola, a la deriva. Como si fuera una pesadilla de la cual no podía despertar.
No podía creer, lo injusta que era la vida, al mostrarme lo que era amar de verdad y entregarse, para después quitármelo todo.
Y aunque entendía que no era por falta de amor o por qué Gian lo quisiera, yo lo quería a mi lado, yo reclamaba mi derecho a la felicidad.
Renegué a la vida, al cielo y a todo lo que se relacionara con el destino, la vida.
Solo lo quería a él, y lo quería conmigo, a mi lado.
¿Acaso era mucho pedir?

Pronto un sopor me invadió, y me quede como ida, como si la vida se fuera de mí.
Luego oí que algo decía mi hermana, y después sentí que unos brazos fuertes me rodeaban, no puse resistencia.
Después de todo lo único que podía sentir era un inmenso dolor y tristeza. La vida de pronto dejó de tener sentido, de tener razón, ya no se sentía igual, parecía que todo solo era gris.

No sabía si iba a ser capaz de soportar ese dolor que sentía en el pecho.

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