Hora de Enfrentar el pasado

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Cuando apenas estaba totalmente recuperado. Él empezó con una rutina diaria, que consistía en levantarse a las cinco de la mañana a correr, para después tomar un baño y luego ayudarnos en lo que necesitáramos. Se convirtió en un buen apoyo en la enfermería.
Habían pasado los días y el no volvió a tocar el tema, pero siempre de una u otra forma nuestras miradas se cruzaban, avivando los sentimientos, que yo había obligado a que mi corazón los acallara, los durmiera.
Pero ambos sabíamos que seguían ahí. Al igual que mi amor por Gian.

Los siguientes días estaba distante del mundo. Tantas ideas cruzaban por mi cabeza.
Los años habían pasado. Y conocer a aquel extraño, me hizo pensar en que Gian también al salir y enfrentarse a la guerra, lo había hecho cambiar de una u otra forma.
Ya no éramos los mismos adolescentes que se enamoraron a través de cartas de amor.
Ahora los años habían pasado, vivimos cosas que nos habían hecho madurar y por primera vez dude de sus sentimientos.

Por otra parte lo miraba a él, y podía divisar un nuevo futuro, una nueva vida. Un nuevo comienzo. Él era algo tangible, real algo que estaba en este momento, y Gian solo era una ilusión de la juventud. Maktub supongo que sería al palabra, así ya estaba escrito que tenía que pasar.

También había estado recordando a mi familia, a mi hogar,  mi país que hace tanto no pisaba.
Pensaba en mi hermana, que tal vez ya se habría casado. 

Había pasado tanto tiempo desde que los había visto, ya no era la misma joven que habían enviado lejos de su país, ¿me reconocerían? Anhelé entonces un abrazo de ellos, a veces pensaba que me había equivocado, que había sido una tonta por arrojar mi destino al viento. 

Me obligué a mí misma a distraerme, como si con eso pudiera evitar lo que se avecinaba.

Cada mañana salía a correr, dejando al descubierto su dorso, que mostraba las secuelas de la guerra, y también un cuerpo atlético como consecuencia del entrenamiento militar.
Ahora comía con todo el equipo de rescate y de urgencias. Donde todo el mundo lo recibió bien.

Llegó la temporada de lluvias.  Y con ella fuimos testigos de un milagro, de un hecho que nos conmovió a todos.
Pues una tarde un joven llegó preguntando por un hombre. Un hombre que era su padre. Él lo había estado buscando, y este era el último campamento que le quedaba. Nos pidió que lo dejáramos buscar. A lo cual accedimos.

El joven busco entre todos los heridos, hasta que se quedó parado en frente de una cama.
De sus ojos salieron unas lágrimas y luego corriendo se postro ante aquel hombre.
Un hombre de unos 50 años. No era soldado, era uno de los civiles heridos.
Fuimos testigos de un encuentro emotivo. Un hijo que buscaba desesperadamente a su padre, y al fin lo había encontrado.
Al día siguiente aquellos hombres emprendieron el viaje de nuevo a su hogar, para reencontrarse con su familia.

A todos nos conmovió, y nos llenó de una gran satisfacción. Pues esa era parte de nuestra tarea y de nuestra labor.

Pero aquel suceso despertó en mí la nostalgia, una nostalgia aún más fuerte, y con ella decidí enfrentar mi pasado.
Decidí enfrentar a mi familia, y tendría que empezar por mis tíos.

Aunque sé que eso, significaría regresar a casa con mis padres.

La decisión la había tomado, pero aún faltaba una cosa. Y lo mejor era enfrentar a mi familia, cuando hubiera tomado ya la decisión.

Con esto también llegó algo que tarde o temprano iba a suceder.

—¿Por qué estás tan distante conmigo, Lyla?

Oí que una voz grave, me preguntaba, mientras me tomaba del brazo. Yo sabía muy bien quien era.

—No, te estoy evadiendo. He estado muy ocupada. Y también he pensado mucho en mi familia.

Le contesté, tratando de no dar muchos detalles, y de no hablar mucho con él. Incluso trataba de evadir su mirada. Porque cada vez que lo miraba, simplemente no podía esconder lo que sentía por él.

—¿En qué has estado pensando, Lyla?

—En mi familia. En que tengo que ver a mis padres, a mis tíos y a mi hermana. Que seguro están preocupados por saber de mí.

Le contesté, aunque fue más una respuesta para mí misma.


—Lyla, si tienes a tu familia. Reconcíliate con ellos. No la mantengas alejada de ti. Te lo digo por qué a mí me hace falta una familia.Aunque también mi falta de memoria la veo como, una nueva oportunidad.
A veces no tener recuerdos de mi pasado me angustia.

—No lo sé. Quiero ir con ellos. Pero tú sabes por qué escape, y también debes saber que, eso es imperdonable para una mujer. Antes debo definir mi situación.

—Si me necesitas, aquí estoy contigo, Lyla.

—Gracias.— Le dije, para luego tomar la ropa que llevaba para lavar, pero entonces el volvió a hablar.

—En cambio, yo he estado pensando mucho en ti.

Dijo con vacilación, mientras con gentileza, tomó mi barbilla hasta que quedamos frente a frente. Y lo vi. Vi esos hermosos ojos aceitunados, que me fascinaban.

Ahí estaba de nuevo, esa mirada que me hacía sentir cómo si ya nos conciertos.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2023 ⏰

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