❤25❤

198 17 0
                                    

Sucrette
Hemos tenido citas.
Sencillas y normales, nada exagerado.
Pero aunque fueran así, para mí era muy bonito.
Podría decir que somos novios, pero no me lo ha pedido, así que ya no sé.
Camino por el pasillo principal, para ver a Alexy, el cual hace mucho que no veo, por estar ocupada por lo demás.
Lo veo a lo lejos, hablando con Violeta. Me acerco.
Alexy me ve y sonríe de manera emocionada. Corre hacia mí y me abraza con fuerza, mucha fuerza.
- ¡Su! - Me estrecha más hacia él, pegando su cachete contra el mío. Sonrío. - ¡Cuánto te extrañé!

No puedo moverme, y me toma por sorpresa, así que no hago nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No puedo moverme, y me toma por sorpresa, así que no hago nada.
Se separa de mí, para verme de arriba a abajo.
- Su, estás cambiada. - Comenta él y yo me encojo de hombros.
- ¿De buena manera o de la mala?
- Obviamente de la buena... Te ves... Más alegre. - Contesta.
Me sonrojo y aparto la mirada. Es por Nathaniel, después de todo, él me sacó de mi "depresión". Él me hizo volver a sonreír.
- Uuu, Su. ¿Quién te está haciendo sonrojar de esa manera? - Me molesta Alexy de manera pícara.
- Mmm, ya lo veremos. - Lo dejo en suspenso y me voy, para encontrarme con Nath, el cual me está esperando en la entrada, pues haremos un picnic a solas.
Me sonríe en cuanto me ve y extiende su mano, para que la tome, y es lo que hago.
Caminamos hasta afuera, donde pasamos la calle y llegamos a la entrada del parque, elegimos un lugar un poco alejado de las personas, para tener privacidad.
Nos sentamos extendiendo la manta.
Comemos mientras hablamos. Le cuento sobre Alexy y como me recibió y él sólo asintió, ignorando el tema.
Y entonces, nos recostamos, viendo el cielo, el cual está despejado, con apenas unas pocas nubes alrededor.
- Nath... ¿Qué somos? - Me atrevo a preguntar. Él se tensa y no responde. Me levanto, me apoyó sobre mi codo y lo veo a los ojos, esperando una respuesta. Él aparta la mirada. Obviamente no me va a responder.
Aparto la mirada, dolida.
Nathaniel nota mi reacción y trata de tomar mi mano, pero yo la aparto.
- Sucrette... - Empieza a decir, pero yo lo interrumpo.
- Vámonos. - Me levanto y camino hacia la calle.
Nathaniel me sigue en silencio. Sé que primero pasaremos por su departamento, pues es el más cerca.
Caminamos en un silencio incómodo, como si alguien quisiera hablar pero no tiene el valor.
Veo su edificio a lo lejos y suspiro.
Otro problema.
Llegamos y yo me quedo en la entrada, esperando a que entre, pero no lo hace. Se queda mirándome. Yo espero que diga o haga algo.
Vamos, Nath.
Demuéstrame que me quieres.
Hazlo, por favor.
- Sucrette... Yo te quiero. - Directo. Eso es bueno. Se acerca a mí y me toma de la cadera, para acercarme a él. - Y por eso, quiero que todo para ti sea perfecto. Entonces, estoy esperando el momento perfecto para pedirte que seas mi novia; puedes pensar que el noviazgo no es nada, pero para mí lo es. Es importante, y por eso, espero el momento indicado. ¿Tú me puedes esperar?
Sólo había deseado escuchar eso: que me quiere y me valora. Que soy algo para él. Que me toma en cuenta.
Lo hace.
Él me quiere.
Yo lo quiero.
Entonces...
- Claro que te voy a esperar. - Declaro y él sonríe. Me acerca más hacia él y me besa. De forma cariñosa, amorosa.
Pero poco a poco, el beso de torna más apasionado, deseándonos el uno al otro.
Me pega a la puerta de entrada y me besa más.
- Sucrette, entremos. - Me pide en la oreja, yo al instante siento un escalofrío pasar por mi cuerpo.
Asiento y él me lleva adentro.
Subimos unas escaleras y llegamos a su departamento. Abre la puerta y me deja entrar.
Yo observo el bonito y moderno lugar, aunque modesto.
Al instante de darme la vuelta, recibo sus labios en otro beso, el cual yo correspondo.
Sus manos bajan por mi espalda hasta mi cadera.
Me empuja a la cama con cuidado, yo me dejo caer. Se posiciona arriba de mí, parece nervioso, yo ya no. Acaricio su mejilla y le sonrío, para que se tranquilice, y es lo que sucede. Al recibir mi tacto, él suspira y sonríe. Ya no hay nerviosismo.
Me vuelve a besar, luego, besa mi cuello, de manera calmada y tranquila. No tiene prisa. No quiere desperdiciar tiempo.
Su mano acaricia mi muslo.
Su tacto es cuidadoso.
Me mira, preguntándome con la mirada si puede continuar. Asiento.
Mete su mano entre mis piernas, acaricia mi sexo con su mano. Suavemente, me quita la ropa interior e introduce un dedo en mí. Yo gimo y me arqueo.
Mientras, con su otra mano, acaricia mi seno.
Sigue introduciendo sus dedos, mientras yo sigo gimiendo. Cada vez que me toca, el placer me recorre.
Me vuelve a besar.
Se quita la camisa y puedo notar su contorneado y bien formado, cuerpo.
Acaricio su pecho y lo beso.
Él acaricia cada parte de mi cuerpo con cuidado y suavidad. Me trata como si fuera algo valioso, delicado y frágil. No quiere lastimarme.
Sonrío para mis adentros al darme cuenta de que él si me quiere en verdad.
Saca su pene, ya erecto.
Él ni quiere que lo masturbe, va directamente a penetrarme, lo que hace con cuidado, como en todo lo demás.
Sus embestidas son lentas, pero lo introduce todo, y de alguna manera, me excita y me da más placer.
Gimo más alto.
Lo miro; está sudando, por tratar de hacerlo lento y cuidadoso para mí. Sé que quiere hacerlo más rápido, pero se contiene por mí.
— Más rápido. — Pido con voz entrecortada.
Él asiente con una sonrisa, al darse cuenta de que me di cuenta de cómo se sentía. Lo hace más rápido.
Levanta una de mis piernas para tener más espacio. Sostiene con una mano mi pierna, mientras que con la otra, mi cadera.
Sigue penetrandome.
No siento dolor, sólo placer.
Siento ese placer extremo y sé que estoy llegando al éxtasis. Notando la mirada de Nathaniel, sé que él también.
Me corro yo primero, y luego, pocos segundos después, Nathaniel.
Siento como su líquido se esparce dentro de mí.
Nathaniel sé deja caer a mi lado. Está cansado y sudando, al igual que yo.
Me acurruco junto a él, acostándome sobre su pecho desnudo.
Él acaricia mi cabello y siento como el cansancio me va ganando.
— Nath. — Susurro.
— ¿Si?
— Gracias. — le digo.
— ¿Por qué?
— Por ser uno de los únicos que en verdad me quieren... Te quiero.
— Yo a ti. — Acomoda su cabeza sobre la mía y escucho como poco a poco, su respiración se hace más larga y constante. Se durmió.
Me acomodo mejor, y también duermo.

Alexy... ¿Es gay?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora