Sucrette está en su último año en el Sweet Amoris y no se ha logrado declarar con nadie, pero además empieza a pensar en algunas cosas... Pervertidas con los chicos. No entiende lo que le sucede, así que decide hablarlo con alguien y, el único en el...
Kentin Me siento extraño estando en una relación. Nunca me había imaginado así, pero estoy feliz. Y sé que ella también. Lo noto en cada vez que se iluminan sus ojos al verme. Como su sonrisa se amplía. Como corre hacia mí. En este momento, la observo al otro lado del salón, parece pensativa y me pregunto qué es lo que está pensando. Ella es muy bella y me gusta verla de esa manera. La quiero mucho y apenas la conozco. En serio, hasta ahorita me doy cuenta de que no la conozco, pero apesar de eso, siento que la conozco de siempre y siento que tenemos una conexión. Ni siquiera con Sucrette sentí esto. Esto es único entre Zurik y yo. De hecho, hasta podría decir que me gustaría pasar el resto de mi vida con ella, pero sería muy exagerado, además sé que tengo mucho más tiempo para encontrar al amor de mi vida, pero en este momento no quiero pensar en eso, sólo quiero disfrutar todo el tiempo con Zurik. Me siento un poco acosador estando viéndola de esta manera, pero no lo puedo evitar, ella parece un imán. Ella se gira y me sorprende mirándola, ella sonríe con cariño, mientras que yo aparto la mirada si sonrojado, pues, no lo sé, siento que ella pudo leer mis pensamientos y saber de qué manera la quiero, pero lo dudo mucho. Poco después, me llega un papelito, miro alrededor, pero nadie me mira. Abro el papelito y leo: "¿Tan bonita estoy para que me mires de esa manera?" Me giro hacia Zurik, la cual me sonríe con complicidad. Escribo en otro papel: "Eres más que bonita, eres preciosa" Se lo mando, ella lo lee y se sonroja. Me dice un gracias y le doy una sonrisa.
Al salir de clases, voy a comprarme unas galletas, pues se me antojan, siempre se me antojan. Salgo de la escuela y camino hacia mi casa, pero en el camino, me topo a Zurik, probablemente caminando a su casa también. Corro hacia ella y aparezco por detrás, con una galleta en la boca, pues no había esperado para comérmela sólo por ir con ella.
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Ella me mira sorprendida, hasta ver que soy yo, luego sonríe. — Hola, Kentin. — Me saluda con cordialidad. — ¿Quieres una galleta? — Le pregunto. Ella sonríe con picardía. — Sí, quiero esta. — Quita la galleta que tengo en la boca mediante un beso. Se separa con la galleta ahora en su boca. — Delicioso. — Comenta. Asiento y contengo una sonrisa por su actitud. Yo la acompaño hasta su casa. Ella me despide y entra. Yo suspiro, anonadado por la manera en la que estoy enamorado de ella.
