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Alexy
Voy de compras con Sucrette, tomados de la mano.
Sólo no dejo de pensar que ella nunca se tomó mal lo que pienso y deseo.
En el camino, Armin me llamó, buscándome. Y ahí, él vino de colado y ya no puedo estar tan cerca de ella, pues el le habla y le habla, ella también le sigue el juego, así que ríe y se divierte a su lado.
Entonces, en uno de los pasillos del centro comercial, nos topamos con nada más y nada menos que con Kentin, lo que tensa el ambiente, pues Sucrette se pone más seria y me mira a cada segundo.
Sé que está preocupada, y no quiero que lo esté.
Caminamos por el centro comercial, yo al lado de Sucrette, lejos de Kentin, para tranquilizarla.
Ella parece nerviosa y ansiosa y ya no sé por qué.
Llegamos a una tienda de ropa y yo pido entrar, a lo que Kentin y Armin deben aguantar, porque saben que si quiero ir... Voy a ir.
Sucrette me sigue y encuentra un bonito vestido, el cual a mi parecer, le quedará perfecto para la forma de su cuerpo. Ella va hacia el vestidor, a donde todos la seguimos.
Ella avisa que va a probárselo y entra.
Nosotros nos quedamos afuera y empezamos a hablar de cosas triviales, hasta que ella salió nada más un poco para hablarme.
— Alexy, ¿me puedes ayudar a ponerme el vestido?
— Sí. — Contesto sin pensar. No soy pudoroso, al igual que ella, así que no hay problema.
— E-espera, Sucrette, él es hombre. No puedes entrar con uno. — Reclama Armin.
— Armin, él es mi mejor amigo y no me hará nada; además, es gay.
— Bueno, sí, lo siento. — Agacha la cabeza en forma de derrota.
Sucrette vuelve a entrar al probador y yo la sigo, no sin antes mirarlos con superioridad, después de todo, sé que ambos quisieran verla. Pero nunca lograrán hacerlo. Ellos me miran con recelo, pero no dicen nada.
Entro y la observo estar semidesnuda.
Se mira en el espejo hasta que me ve, y es cuando se gira y me sonríe de forma coqueta.
— Alexy... Yo también tengo ganas. — Admite ella y yo me sorprendo por verla así. Nunca la había visto así. Una nueva faceta.
Una nueva faceta que sólo conozco yo.
— Pero no podemos hacerlo aquí, Su, estamos en un probador. — Replico.
— ¿Y eso qué? — Se cuelga de mí cuello y me pierdo en su mirada seductora. — Si ni hacemos ruido, todo estará bien.
— Yo... — No le puedo decirle que no, así que la beso con pasión. La extrañaba también de esta manera. Mi mano se dirige a cada recoveco de su cuerpo, disfrutando de la suavidad y calidez de su piel. Ella me da la espalda, pero la pego a mí. Beso su clavícula, luego lamo cada parte de su delicioso cuerpo. Ella disfruta de mis caricias con los ojos cerrados y leves jadeos sólo audibles para mí.
Desato su brasier y acaricio sus senos de forma rápida, pero tranquila, para no lastimarla ni nada parecido. Sólo quiero que disfrute, al igual que yo lo hago. La pego al vidrio, espejo que está al final y ella se estremece por el frío.
— Te quiero... — Susurro en su oído, a lo que ella me responde: "Yo a ti".
Beso su cuello y bajo hasta sus senos, donde los vuelvo a lamer y morder. Sé que no tenemos mucho tiempo, por lo que no me demoro en quitarme el pantalón, donde mi erecto pene sale a la luz. Sucrette lo mira con picardía.
Se quita su ropa interior y se pone de espaldas, pera recargarse en el espejo.
— Hazlo, Alexy... — Musita y yo la complazco. La penetro con lentitud, sintiendo su cálido interior. Se siente tan ajustado, que batallo para entrar completamente. De una fuerte embestida, llego completo hasta su interior, a lo que ella reprime un gemido. Lo hago de nuevo, y de nuevo. Nada más se escuchan cuando ella choca contra el vidrio en cada penetración.
— ¡Oigan! ¿Todo bien? Ya se tardaron demasiado. — Se queja Armin. Aunque aún así puedo escuchar como juega con su consola.
— Sí... — Susurra Sucrette, tratando de hablar normal. — S-sólo... Estamos probándonos más ropa.
— Apúrense.
Le sigo penetrando, ignorando a Armin. Me siento mal por quedarme con Sucrette, aún sabiendo que a él le gusta. Aunque no es seguro, sólo lo supongo.
Y entonces, siento que llego a la mejor parte, sintiéndome lleno de placer. Y viendo a Su por el espejo, ella también.  De una última embestida, me corro dentro de ella y ella, sin error dio un gran gemido.
— ¿Sucrette? ¿Todo bien? — Pregunta Kentin.
— Sí, sólo me lastimé con un cierre.
— Oh, está bien.
Ella me mira de forma divertida antes de besarme y pegar su cuerpo desnudo contra el mío.
— Hay que irnos, Alexy. — Me Susurra.
— ¿No te quieres probar ese vestido?
Sus sonrisa se amplía. Ella me deja para vestirse.
— Eso no es lo que quería hacer aquí.
Me río por el verdadero propósito de todo.
Salimos después de unos segundos, con unas sonrisas relucientes.
Armin y Kentin no lo notan. No notan esa extraña cercanía que de repente nos unió más.
No saben... Que nos hicimos uno.

Alexy... ¿Es gay?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora