CAPÍTULO 48

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Alonso.

Estúpida Samanta. Estúpido Jos. Estúpido idiota enamorado. No puedo creer que por un momento vi un futuro con ella.

Detuve el auto frente a mi casa. El auto de Jos estaba ahí. Maldición, no.

-¿Buscas algo?-dije bajando del auto, estaba a punto de tocar la puerta-.

-Oh sí, a ti.

-¿Qué quieres?-saque un cigarro y lo puse entre mis labios, luego lo encendí-.

-¿Estas bien?

-Sí-me límite a decir.

-Bueno, ¿podemos pasar?

-No.

-En serio, ¿estas bien?

-Jos, ambos sabemos a que vienes. A hablar de Sam, es lo único que haces.

-No sabía que te molestara.

-Joder. Creí que eso quedaba claro.

-Oh...

Bajo la mirada como cachorro regañado. Mierda, hablarle así a Jos era como darle una patada a un perrito.

-Lo siento, bro, no tuve un buen día.

-Si, entiendo. Bueno... Te veo mañana.

Suspire pesadamente y Jos lo noto.

-¿Pasa algo?

Solo negué. Si hablaba el nudo en mi garganta se soltaría; baje la cabeza para que Jos no me viera.

-Alon...

-Solo, Y-yo...

Me di la vuelta y volví a mi auto. Jos grito mi nombre pero no me detuve. Arranque a toda velocidad sin rumbo alguno, o quizá si lo llevaba pero no me había dado cuenta. Detuve el auto frente a la casa de Kendra. No baje del auto, solo subí mis pies al asiento y oculte mi rostro entre mis rodillas. Tenia mucho que no lloraba así, y lo odio.

***

Sam.

-¿Qué opinas? Sam... ¡Sam!

-respingue con el grito de Fati-. ¿Si?

-cerró el libro que tenia en sus piernas-. ¿Qué pasa?

-Nada.

-Sam, te conozco como si hubiéramos nacido pegadas de la cabeza. Dime ¿Qué tienes?

-Le dije a Jos que lo amaba... Y creo que... Creo que Alonso me termino.

-¿Ah?

-Lo hice llorar, Fatima.

-¿Estamos hablando del mismo Alonso?

-Alonso Villalpando, ojos azules, cabello rojizo, cutis perfecto, ese Alonso-me puse de pie cubriendo mi boca-. Me dijo que estaba harto de dar todo y que yo no diera nada.

-Tiene razón.

-¿De qué lado estás?

-De ninguno, Sam, pero... Tiene un punto, Alonso dejo a Aranza, ahora esta en desventaja porque tiene que compartirte con Jos. Ambos estaban equivocados en salir engañando a otros, pero Alonso ya lo esta entendiendo.

-Esto fue un error desde el principio. Nunca tuvo que pasar.

-¿En serio?-la mire confundida-. ¿Vas a decir eso en estos momentos? Se nota que ustedes dos no piensan con él cerebro. Sam, debes entender que si hay amor y te hace tan feliz como veo, no puedes llamarlo error.

-Es que ya no sé si en verdad lo amo.

***

Alonso.

Levante la cabeza al escuchar unos leves golpes en la ventaba. Mire hacia afuera y vi a Kendra abrazándose a si misma, estaba algo fresco en clima.

-salí del auto y me recargue a su lado-. Buenas noches-dijo. Me límite a sonreír con la cabeza abajo-. ¿Todo bien?

-No, nada esta bien.

-¿Qué pasa?

-Estoy cansado de que todo me salga mal-recargue mi cabeza en su hombro y deje que mis lágrimas fueran libres. Kendra era la única que me hacia sentir bien y con la que me sentía en confianza para llorar.

-Calma-me abrazo fuertemente-... Desahogate, cariño.

Mis sollozos se hicieron mas fuertes. Realmente estaba mal, nunca me había sentido tan mierda, no desde Melissa.

-¿Te sientes mejor?-me alejó y limpió mis lágrimas-.

-Nunca me sentiré mejor. Me siento fatal.

-Vamos adentro. Platiquemos.

Entramos a su casa. Me dejo en la sala para preparar un té que supuestamente me calmaría. Mire mi reflejo en un enorme cuadro que había ahí. Era un total asco.

-Alonso... Ven.

Me senté a su lado y tomé él té de un solo trago. Estaba caliente pero en esos momentos no me importo. Kendra me miraba con curiosidad, como si anhelara que le contará lo que me pasaba.

-¿Y bien?

-Nada-dije negando-... Es solo que cada vez más me doy cuenta de que él amor no es un cuento de hadas-la mire y tenía una sonrisa, casi una mueca, en su rostro. Baje mi vista por su cuerpo hasta sus piernas y de regreso. Pose mi vista en sus labios.

-¿Qué?

Tome su nuca y la pegué a mí para tomar sus labios. Sus manos subieron por mi pecho hasta tomar mi cuello entrelazando sus manos detrás de este. Tome su cabello entre mis dedos y rige delicadamente de él para así acercarme  más a ella y con mi otra mano acariciar su pierna. Tenía unas piernas de muerte. Realmente suaves y bellas.

Me alejé luego de unos minutos. Nos faltaba el aire y Kendra se veía agitada, además de que sus mejillas estaban sonrojadas.

-Lo siento-logre decir.

-se acerco y beso mis labios tomando mi mentón, se alejo y sonrió cálidamente-. ¿Te sientes mejor?

-lamí mis labios y asentí-. Sí, eso creo.

-Bueno-cruzo sus piernas y abrazo mi brazo-, ¿quieres ver una película? Como amigos.

-Okey...

-Prepara palomitas, llorón.

Despeino mi cabello y se retiro escaleras arriba. Suspire profundamente para luego ir a la cocina a preparar las palomitas. Kendra volvió y las sirvió. Puso la película y nos sentamos en el suelo, recargados en el sofá, como amigos de siempre.

Poco antes de que terminara caímos en un profundo sueño.

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