Primer intento

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Tal como lo había dicho Hiccup, tan solo luego de tres horas se encontraban caminando ambos por oscuros pasillos. Ya había pisado ese lugar antes: se dirigían al campo de tiro. La incomodidad y molestia reinaba en su interior. Miró de reojo a su acompañante. Siendo sincero, le era difícil no verlo. Tenía que admitir que era, sin dudas, alguien imponente y elegante... Y, a la misma vez, agradable. Tal vez, si lo viera con ropa común, ni siquiera se le pasaría por la cabeza que era un jefe mafioso. Suspiró. Esos pensamientos no hacían más que deprimirlo más.

-Llegamos.- anunció el pecoso. Abrió dos puertas metálicas gigantes, y siguiéndolo, encontró a un joven que los esperaba.

-¡Al fin! Ya me estaba volviendo viejo.- mencionó una persona. Al instante Jack sintió un pequeño sobre salto. Esa voz, la reconocía. Era una de las cuales había escuchado a escondidas.

-Hey, lo siento. Fue mi culpa. ¿Y el resto?

-Uh... Tienen cosas que hacer.- mencionó aquel fortachón tipo. Jack no pudo evitar pensar que solo era una excusa para cubrir a su jefe todo lo que él ya sabía.- Como sea, vamos por las armas. Hay que practicar.- siguió.

­-No...No quiero hacerlo.- agregó Jack. Tanto Hiccup como el desconocido se detuvieron a verlo.

-Bueno, es necesario.- resumió Hiccup.

-Soy muy malo con la puntería.- siguió. El solo decir aquello le hacía perder parte de su gran ego.

-Hey, Hicc. Tu alumno no es muy entusiasta, eh?- dijo el desconocido. Hiccup asintió levemente. Jack se sentía observado. Al parecer, el jefe ya se había dado cuenta de su des aliñamiento. Por un momento pensó en compensarlo, abotonando todo donde iba, pero luego solo lo dejó, puesto que notó que el desconocido iba incluso peor que el en pinta. Tal vez era común en esa extravagante familia...

-Como sea, Jackson, es necesario que lo hagas. Tienes que mejorar.- anunció. – Ahora ve con mi primo Patán. El te ayudará a prepararte.

-¡Ven aquí!

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Pasaron alrededor de unos diez minutos. Su humor no podía estar más incontrolable. Él no era una persona que se enojara muy seguido. Pero en lo que armas se refería, prefería dejarlas muy lejos de él. ¿De qué le servía? Nunca iba a empuñar una que no fuera la propia. Literal. Se consoló pensando que solo dispararía a blancos sin vida e inmóviles. No estaba mal, no? Por más que reforzaba ese pensamiento en su interior, nada parecía marchar bien. Solo alzó lo primero que encontró. Una simple pistola aburrida. Viró los ojos. Al parecer, el tal patán no dejaba de gruñir algo sobre no encontrar su favorita. Al fin cuando ambos estuvieron con protección para los oídos, salieron al campo. Hiccup los esperaba mirando al vacío.

-¿Recordando viejos tiempos, primo?- le dijo "cariñosamente" Patán, dándole una palmada rompe espaldas al castaño. Jack, serio pasó a posicionarse en donde mejor le pareció, con los blancos delante.- Toma, te traje lo tuyo.- dijo el fortachón. El jefe agradeció.

-Muy bien, Jackson, déjanos ver lo que tienes.-El aludido siquiera asintió. Su rebeldía comenzaba a hervir dentro. Siempre era lo mismo. Realizó un simple disparo. Éste ni siquiera estuvo cerca de la cabeza o algún punto vital. Todos se sacaron las orejeras.- Bueno, uh...Eso estuvo...

-Fatal.- terminó Patán. - ¿Qué? Ni siquiera estuvo cerca. ¿Y así será el heredero de la familia Overland?

-¡Patán!- lo regañó Hiccup. Jack solo hizo oídos sordos. No es como si no hubiera escuchado esa maldita frase una y otra vez de parte de sus tutores. Apretó los dientes. – Oye, no lo escuches.- trató de calmar las aguas Hiccup. Patán, convencido de que no había dicho nada malo, se marchó a la casilla más lejana a practicar. – A veces es un tonto.- mencionó. El albino solo asintió sin ganas.- Ven, déjame ayudarte.

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