La prueba y la bruja

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-¿Ya está todo listo?

-Sí, mi señor.

-Llévalo a la celda. Yo llevaré el resto.

-Sí, mi señor- en cuanto su asistente se marchó, Pitch se dejó caer en la silla exhausto. Faltaba poco más de una semana para que el eclipse aconteciera. Y no podía permitirse fallas patéticas. Por ello estaba siendo lo más cuidadoso posible. Pero siendo sinceros, no era nada fácil en su estado actual. Las ansías lo comían vivo, y las pesadillas, como nunca antes, no le dejaban dormir. Su único consuelo era que muy pronto su plan daría sus frutos. Y nada podría pararlo. Sabiendo esto tomó su relicario entre manos. Lo acarició ligeramente, y luego se puso de pie. Activo el sistema que le daba acceso a aquellas reliquias, y las tomó a todas. Hoy se haría la prueba.

Cuando llegó a la celda donde estaba Rapunzel y Flynn, notó como Gothel miraba impaciente hacia él buscando la aprobación para comenzar con su único cometido: rejuvenecer. Viró los ojos, y negó con molestia. Ella no necesitó otra advertencia para saber que, si seguía insistiendo, perdería la vida. En sí era una molestia tener que mantenerla con vida, pero no había otra persona en el mundo que pudiera leer las escrituras originales de esa vieja bruja ancestral más que ella. Ojalá pudiera matar a Gothel y prescindir de su presencia.

Su asistente personal ya estaba allí con el niño en brazos, aun demasiado débil como para tener consciencia. Rapunzel se encontraba amordazada, al igual que Flynn. No lo juzguen. Odia los gritos en medio de la noche que perturban su escaso sueño, sus pensamientos lúgubres y la poca tranquilidad que lograba reunir en medio del silencio.

-Señor.- habló aquel lacayo, dispuesto a cumplir órdenes como una máquina.

-Abre la celda, y pon al niño delante de ella. – ordenó. El joven así lo hizo, dejando el cuerpo del pequeño castaño en el suelo. Rapunzel, con los ojos hinchados y claramente cansada, no dejó de tratar de liberarse infructuosamente, mientras miraba con rabia a aquellas personas que la usaban. Tener al niño delante suyo la puso aun más nerviosa. Pero obviamente, a Pitch no le interesó en lo más mínimo, puesto que con toda la naturalidad del mundo fue colocando aquellas cosas que traía en manos alrededor de ambos ( Rapunzel y el pequeño): la corona a la derecha de Rapunzel, el collar a la izquierda del niño, y a su derecha aquel mango metálico con extraña forma, junto con aquellas piezas metálicas con la tela ennegrecida , y finalmente , el cayado a la izquierda de la rubia. Así se completó el círculo.

No contento con esas extrañas preparaciones, Pitch tomó uno de los largos mechones del pelo de la chica y enrolló un extremo a la muñeca de niño. Era difícil maniobrar con tantos cabellos en la celda, pero bueno. La prueba se haría de todos modos. Gothel rechistó ante su propia impaciencia, ganándose una maldición de Pitch. Él estaba demasiado feliz como para que una vieja bruja lo arruinara.

-Ahora.-ordenó. Gothel viró los ojos, y tomando aquel libro, comenzó a hablar en un viejo idioma que crispó los nervios de Rapunzel.

Al principio no pasó nada. Los exorbitados ojos de Rider, apenas consciente debido al dolor, se debatían entre prestar atención a la muchacha o ver al pobre niño inconsciente. Pitch, estoico e inexpresivo, trataba de guardar lo poco de cordura que le quedaba, ansioso por que la prueba funcionara. Gothel siguió hablando en aquella lengua pagana, hasta que los objetos que rodeaban al niño comenzaron a vibrar. El libro de la luna emitió un resplandor que poco a poco tomó importancia en la escena, arrancándole una sonrisa maniática a Pitch. El niño, aun sin poder tomar consciencia, se quejó entre las brumas de la inconsciencia, provocando que el mechón de cabello dorado que tenía amarrado comenzara a brillar. Rapunzel cerró los ojos. Ella jamás fue, era ni sería una cobarde. Eso estaba claro, e intentaba desesperadamente recordárselo clavando una fiera mirada en aquel hombre de cabellos negros.

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