Aplausos

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Cuando lo miró, lo supo. Se había pasado prácticamente más de la mitad de su vida en busca de su objetivo, arañando desde el fondo de la desesperación su plan maestro que lo llevaría a la meta final. Y viéndose apenas reflejado en el cristal que contenía al chiquillo, casi podía sentir su putrefacto pero aun funcional corazón palpitando de alegría. Por un momento casi sintió que el oro del que estaba hecho su relicario quemaba su arruinada piel. Como una señal inequívoca de que al fin tenía el contenedor ideal.

Era el niño que tanto había estado buscando. Sonrió tan satisfecho como solo solía hacerlo al dar un paso significativo en su plan. El pequeño lo observaba entre dormido/ consciente, casi sin poder procesar lo que sucedía, envuelto en algunas correas de tela y con una serie de mangueras conectadas a sus venas. Pitch sonrió como hacía tiempo no lo hacía, alargando el momento de placer mientras pasaba la palma de su mano por el contenedor.

-Es perfecto.- habló. Su asistente, parado al lado asintió.- Aunque aun debemos exponerlos a ...Pruebas.- posó su frente contra el contenedor. Pudo notar como el niño dentro trataba vaga e inútilmente de alejarse de él. -Pero es un buen trabajo. Así lo siento.

-Gracias, señor.- respondió el asistente, cubierto hasta el rostro con telas de color negro y oculto bajo un saco negro que le llegaba desde un poco más arriba de los hombros hasta los tobillos.

-En serio, te dejaría todo el dinero y riquezas de no ser porque tú ya... - hubo una pausa. Pitch lo observó sin mucho interés.-Es una lástima.- el asistente no dijo nada. No parecía ofendido o enojado. Más bien se mostraba ausente, casi un zombie en un limbo entre la realidad y el sueño, puesto que sus ojos apenas seguían el movimiento de su jefe de manera normal. La poca piel que podía llegarse a notar, si alguien se dignaba a mirarlo a detalle, se notaba oscurecida y quizás incluso teñida de un rojizo anormal. - eres el único competente y útil.

-Gracias, señor.- repitió mecánicamente él, esta vez acompañando su afirmación con un asentimiento de cabeza. Pitch lo observó un rato antes de llevar su mano hasta el relicario que colgaba de su cuello. Parecía vivo entre sus manos, palpitando y empujándolo a sonreír victorioso.

-La prueba se hará pronto. Muy pronto. Estate atento y mantén al resto de niños callados y en calma. Tendremos un invitado pronto.- Pitch se dio media vuelta. Las celdas con pequeños adormecidos entre sí se acomodaban a los costados, siendo el preludio de una enorme cápsula iluminada y conectada a millones de cables y máquinas.- Estamos muy cerca.

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Como a mitad de la tarde el estruendoso golpe de la puerta abriéndose despertó a Hiccup, Toothless y Jack con un susto. El castaño, alertado, miró para todos lados, apenas entendiendo la situación: Mérida ( con el cabello aun algo húmedo) se encontraba hablando sobre la falta de tiempo para dormir, un plan a seguir y un montón de cosas más que no llegó a entender a causa del repentino despertar; luego cayó en la cuenta de que Jack no se había dignado en acostarse a su lado ( de cierto modo ya lo esperaba) sino que había improvisado una cama ( muy incómoda, en su opinión) en el viejo y pequeño sillón que estaba en la habitación, usando algunos bolsos llenos de ropa como almohadas; Jim aparecía detrás de Mérida, igualmente con un rostro adormecido pero más resignado, y sí, también claramente limpio. ¿Es que era el único que no se había bañado?

-¿Qué hora es?- preguntó Jack con una voz entre un susurro y quejido ronco que, por algún motivo, le erizó la piel de la nuca hasta mediados de su espalda.

-Cinco de la tarde.- Respondió Jim estirándose- La capitana quiere que hablemos sobre un plan. O algo así.- Mérida lo codeó un poco, a lo cual Jim se rió.

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