Fiesta IV

421 46 25
                                    

Al fin el vals terminó. Tanto Jack como Rapunzel dejaron salir un suspiro de satisfacción al morir la última nota. Rieron cómplices, más unidos que nunca.

-¿No sientes algo de frío?- comentó ella, temblando ligeramente.

-¿Eh? No. Al contrario. Siento algo de calor.- admitió algo avergonzado, esperando que no se le malinterpretara.

Mientras tanto, Mérida y Astrid terminaban de intercalar sus pasos para culminar con el baile, acoplándose a los movimientos de Hiccup. Al finalizar, ambas besaron las mejillas del castaño, como premiándolo por el enorme esfuerzo que había tenido que hacer por no arruinar el baile. Cosa impresionante, considerando que le faltaba una pierna. Para él, no había sido nada fácil el coordinar sus movimientos a los de dos chicas tan vivaces y decididas. Mucho menos teniendo esa creciente necesidad de estar al lado de Jack. En fin. Valorando el baile, consideraba que había sido el mejor de toda su vida. Casi habría servido para apagar la flama de competitividad entre las familias Overland y Dunbroch, puesto que ambos herederos habían brindado un hermoso baile.

Las felicitaciones comenzaron a surgir como un torrentoso río. Los aplausos se hicieron escuchar por varios minutos, incluso hasta que las palmas comenzaron a volverse rojas de tanto esfuerzo.

En medio de todo eso, Hiccup divisó a Jack. Y de igual modo, éste notó su presencia. Sus miradas se cruzaron, y repentinamente, aquel flechazo que el albino había sentido, junto con la necesidad de estar acompañado, se repitieron violentamente. Esta vez Hiccup era el causante. Sus mejillas enrojecieron, sumadas al calor acogedor pero intenso que sentía. La sorpresa lo invadió, tratando de ocultarla pasando una de sus manos por sus blancos cabellos. El bochorno no hizo nada más que crecer al notar que igualmente, Hiccup reaccionó atontado y sorprendido. Ambos se estaban mirando, sorprendidos, sin comprender que estaba pasando. Justo cuando Astrid estaba por tomar a Hiccup para volver a la mesa a descansar un poco, Fergus entró en la pista casi corriendo, abriéndose paso entre las otras parejas. Por detrás de él, sus hermanitos corrían por toda la pista, con pedazos de pastel en la boca. Elinor, en la mesa, hace rato que se había rendido en intentar contener a sus tres demonios.

-¡Mérida, hija mía! ¡Que perfecta ejecución de pasos, que poder! ¡Eres toda una dama!

-¡Papá!- lo recibió ella, sintiéndose al momento algo extraña. - ¿Viste como lo hice? Ya quiero ver a mamá. ¡No podrá quejarse!

-¡Claro que no! ¡Hiccup, muchacho!- y entonces el castaño supo que sus posibilidades de escapar de la pista antes de que comenzara una guerra de baile, habían desaparecido. - ¡Ni siquiera yo podría haber lidiado con tal escenario!

-E-eh, sí, yo...- trató de hablar él. Estaba avergonzado, por algún motivo. Se acomodó un poco los cabellos, sonriendo bobamente. Astrid, a su lado, se burló un poco de su reacción.

-¿Estas bien?- le preguntó ella. Acababa de notar que el joven mostraba signos de fiebre, o algo por el estilo. En seguida se preocupó. Sabía que era mala idea participar de ese baile luego de haber recibido disparos. ¡Aunque ya estuviera curado! Le preocupaba.- ¿Quieres ir a descansar a un lugar más tranquilo?

-¿Qué? Sí. Digo, no! Estoy bien. - aclaró. Ni siquiera supo porqué se enredó con sus palabras.

-Si no te conociera, diría que volviste a ser el Hiccup de hace diez años.

-Oye, sigo siendo yo. Solo que mejor.- se defendió él.

-Más guapo.- se burló ella. El castaño solo le sonrió. Solo faltaban segundos para que comenara una nueva pieza de baile, según lo programado.

Mérida, luego de recibir más alagos de su padre, se alejó de este un poco, para buscar a su amiga con la mirada. En todo ese tiempo, solo había podido verla de lejos, y de cierto modo, le urgía a horrores verla de una vez. No era justo que Jackson, la acaparara toda una pieza. Rápidamente atribuyó su urgencia a su deseo de charlar un rato con Rapunzel. O eso creyó, hasta el segundo exacto donde notó que la rubia la había divisado. En seguida su cuerpo reaccionó, como otras tantas veces en el pasado, para ir en su encuentro. 

MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora