Boogeyman

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Fue demasiado tarde cuando sintió un golpe en la espalda, seguido de una patada que lo dejó casi desmayado. Solo había una persona que podía obrar de ese modo. Aster lo sabía, y aun cuando quería detenerlo, estaba tan adolorido y desorientado que no alcanzó a más que quejarse. Jack estaba teniendo otro de sus ataques. Y ahora él no podría estar ahí para él. Ya en casi fuera de combate, lo escuchó alejarse. De seguro lo daba por desmayado. Podía distinguir voces a lo lejos, movimientos y sonidos. Gruñó. Ese mocoso no lo iba a sacar del juego. Se levantó como pudo, ahorrándose los quejidos. Lo que menos quería es que Jack escuchara su voz en la oscuridad y volviera por él. La urgencia nacía en su pecho. Hacía bastante tiempo que no surgía una situación como esa, y ahora, rodeado de personas que seguramente captaría como enemigos, no sabía lo que podría llegar a suceder. Tomó fuerzas, dispuesto a obrar. No dejaría que nada le pasase.

-¡Jack, tranquilo!- pudo escuchar la voz de Elsa gritando. Anna, al parecer al otro lado de la pista, llamaba por su hermana. Se tomó la cabeza. Le dolía a horrores. Estaba preocupado, y no iba a mentirse: tenía miedo. Miedo de que algo terrible pudiera llegar a pasar con Jack de ese modo. Movido por su fuerza, siguió caminando en busca de alguien que pudiera auxiliarlo. La gente seguía evacuando el lugar. El sonido de las pisadas le producía ansias. Solo rogaba internamente porque nadie tuviese un arma y confundiera a Jack con un enemigo.

-¡Jack, detente! ¡Jack!- lo llamaba. A esa altura, prefería por sobre todas las cosas terminar con uno o dos golpes y un labio partido a que algo le pasara a su protegido. ¿Dónde estaba Norte? ¿¡Dónde estaba Sandman!? Con su ayuda podría calmarlo en un abrir y cerrar de ojos. Pero en tales circunstancias, perdía la esperanza de siquiera poder actuar en ayuda del albino.

-¡Jackson!- esa voz se le hacía familiar, pero no la reconocía. Era una mujer.- ¡No te muevas, o disparo!

-¡No!- gritó él en la oscuridad, sintiendo como su pecho se contraía de la culpa.- ¡No lo lastimen!- Y como si la luna hubiera decidido jugarle un muy mal juego, escuchaba aquello. Su pecho se heló de miedo. No podía dejar que algo le pasara.

Todo estaba mal. Siguió avanzando, siendo empujado por la gente y sus lamentos. De repente, una luz azul brilló a lo lejos. Reconoció a duras penas la figura de la heredera de los Dunbroch atacando con lo que parecía ser una flecha de fuego azul y un arco luminoso. Su garganta se cerró de la impresión y no atinó a hacer nada más que observarla. Aquello solo podía significar algo. Siguió observándola, hasta que no muy lejos, reconoció a Fergus y Norte tratando de contener a Jack. Todo sucedía tan rápido, que apenas podía asimilarlo. En un momento le pareció ver una especie de bola de escarcha volar por los aires. La siguió con la mirada. Quiso gritar para alertar a la pelirroja. Pero era tarde. Le había dado de lleno. La poca luz que había gracias al resplandor azul que emanaba del arco, flechas y carcaj de la chica se desvanecieron. Tembló. La temperatura comenzaba a descender dramáticamente.

-No es verdad.- se repitió.- No es cierto.- negó. Y siguió caminando hacia donde se suponía, estaba Jack.

-¡Hijo, detente!- escuchó a Norte hablar. El gran hombre contenía como podía a su nieto, en un arrebato de furia impresionante.

-¡Haz algo, Norte!- de nuevo esa voz femenina. Ahora, más centrado, creía jurar que era Valka.

-¿¡Qué le están haciendo!?- escuchó. No tuvo tiempo siquiera de reconocer esa voz. Al fin llegó donde Jack.

-Jack, Jack. Soy yo, Aster.- trató de llamarlo. El albino, aun sujetado por los enormes brazos de Norte, se quejaba y retorcía queriendo escapar. – Todo está bien, no pasa nada.- se acercó a él, ahora con la luz artificial de una linterna ayudándole en el proceso. Jackson lo miró por unos segundos. Casi sufre un infarto al notar aquello en los ojos del albino. No podía ser cierto. ¿Qué clase de pesadilla barata era esa? ¿Cuándo iba a despertar? Cuando iba a dar aviso a Norte de lo que obviamente solo él podía ver en sus ojos, lo escuchó hablar.

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