Reflejo

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Las inmaculadas sábanas y el ambiente silencioso le daban muy mala espina a Norte. Se lo veía cansado, casi rendido ante los sucesos que no dejaban de pasar y pasar. Ya ni siquiera había podido pega un ojo en toda la noche con la desaparición de Jack, Mérida e Hiccup. Todos habían enloquecido, sin duda alguna. Las corridas, órdenes, gritos histéricos y discusiones explotaron por toda la mansión. No era un cuadro muy ajeno para él, por desgracia. Con aquel libro entre sus manos, miró por la ventana con muchas ansias.

-Oh, viejo amigo. No quiero ni pensar en aquel hombre. Pero todo indica que, como sospechábamos, se trata de él. –las máquinas seguían su trabajo, manteniendo con vida al pobre Sandman. Norte observó, como hipnotizado, el subir y bajar del pecho de su gran amigo. – Vine en cuanto pude. Quisieron que ayudara en la búsqueda. No los culpo. Creo que este es el pago que exigen nuestros errores.

Un gran silencio en la sala. Solo las máquinas piteaban de vez en cuando. La luna ni siquiera parecía estar presente para él, quien la buscaba como una fiel compañera. Tenía tanto miedo, recuerdos y preocupaciones...tantas preguntas y ansias. Pero sobre todo, impotencia. ¿Es que no podría proteger a su nieto de las desgracias que se llevaron a sus hijos? ¿Cuánto más debía perder para encontrar el camino correcto? En el pasado se había llegado al acuerdo de prohibir la información a las generaciones venideras. Luego de los ataques sufridos y las pérdidas, solo quedaban Jack, Elsa y Anna. Sus pequeños nietos que nada tenían que ver en tan sangrienta pelea. Y decidió protegerlos, aislarlos, cuidarlos como lo más valioso del planeta.

Nunca habló sobre los libros.

Nunca habló sobre sus hijos.

Nunca reveló nada de lo ocurrido.

Y aun así, ahí estaba, al borde de perder a un gran amigo, su nieto y los sucesores de la alianza. ¿Qué decía hacer? ¿Es que la Luna jamás le perdonaría su pecaminoso error?

-Sandy, despierta. Amigo, tú no puedes dejarme. Hay alguien a quien aun debemos ver...

*+*+*+*+*+*+

-Tenemos que encontrarlo, ay, Luna, tenemos que encontrarlos.

-Llamen de nuevo a las estaciones.

-La noticia ya está en los diarios.

-¡Pues que sea en primera plana!

-Los noticieros, los noticieros. ¿Alguien ya lo ha comunicado?

La mansión Haddock podía compararse con alguna especie infierno. Los mayores iban de un lado a otro con teléfonos y comunicadores en los oídos. Valka trataba de imponer un orden en medio de toda la desorganización en la cual sus compañeros se había fundido. Elsa y su hermana Anna, preocupadas, no perdieron la oportunidad para ayudar en lo más mínimo, tratando de aparentar que no sabían nada de nada.

Los menores Haddock habían recibido la orden de traer a la mansión a sus queridos perros. Así que Tormenta tuvo de nuevo a sus grandes amigos perrunos dando de qué quejarse por toda la mansión. Los caninos fueron usados como rastreadores, incapaces de avanzar más allá del garaje. Valka supuso que aquel incidente con las luces no fue más que parte del plan de su hijo.

Las caravanas de autos, motocicletas y muchos pero muchos anuncios fueron organizados en menos de tres horas. Las zonas fueron repartidas y todos se pusieron manos a la obra para tratar de encontrarlos. La policía fue informada, y con una gran conmoción encima, todos quienes podían salieron a barrer las zonas en busca del paradero de los chicos

Aunque para los más entendidos, sabían que estaban buscando en una zona equivocada. Tal era el caso de Valka, Tiana y Aster, quienes ya sospechaban con buenas bases a donde debían dirigirse. El mundo se estaba volviendo loco, sin dudas.

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