Tinteros y cartas

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La llegada de Norte a la mansión estuvo cargada no solo de una bruma de pesimismo y silencio general, sino que además venía acompañada de una seria preocupación. No era una noticia nueva para las mucamas el saber que el joven heredero a la cabeza de los Overland no comía lo que debía. El imponente hombre entró, serio como lo ameritaba la situación, y pasando de las miradas curiosas, llegó hasta el despacho de Hiccup, donde, para su sorpresa, lo esperaba Valka.

-¿Y el chico?- preguntó una vez dentro, cerrando la puerta detrás de sí. La hermosa sonrisa de Valka le dio la señal para tomar asiento.

-Haciendo reposo, me temo.- contestó ella, tan tranquila como siempre.- me ha mandado a pedirte por la tutela de Jack.- fue directa, sin rodeos ni palabras de adorno. El gran hombre enarcó una ceja, jugando con su barba mientras adoptaba una expresión pensativa.

-No lo entiendo. El mismo Hiccup me contactó hace solo dos días, diciendo que lo sentía mucho, pero que no sería capaz de tratar con mi nieto. ¿Qué lo haría cambiar de opinión?

-Pues, tu y yo sabemos que mi hijo ha descubierto en tu nieto, algo sumamente singular.- el gran hombre alargó una sonrisa algo maliciosa, y se echó contra el espaldar de la silla, para tratar de calmar un poco lo que en ese momento sentía.

-Así que...¿Lo han descubierto?

-Mentiría si dijese que sí. Solo sabemos que Jack no es un simple chico caprichoso.

-Sabía que no me equivocaba al haberlo mandado aquí.

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Cuando despertó, supo en seguida que su cuerpo le cobraría caro todo el esfuerzo repentino que le había obligado a cometer en aquella noche. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que cada uno de sus músculos estaba resentido, agarrotado y duro, sin querer hacer el mínimo esfuerzo. El frío comenzaba a marcharse de su sistema, por lo menos. Calculaba que estaría en aquella penosa situación hasta dentro de unos tres días. Mientras tanto, sería una verdadera odisea subir escaleras, sentarse, estirar los brazos o...Bueno. Cualquier actividad normal.

-¿Ya vas a comer?- escuchó del otro lado de la puerta- es molesto buscarte con esta bandeja, y tener que volver por donde vine para nada.- reconocía la voz. Era Heather.

-No tengo hambre.- se excusó. En realidad, lo que no tenía era ganas de levantarse a abrir la puerta, la cual él mismo había cerrado con llave.

-Tienes que estar presentable para tu tío. La desgracia de los dioses caería sobre nosotros si él se enterara de que matamos de hambre a su querido nieto.- la mención de su abuelo hizo que Jack, mínimo, guiara su vista hasta la puerta. Rezongó, se quejó y maldijo por lo bajo mientras de a poco, y como si fuera un muñeco mal articulado, se levantaba de la cama.

-Necesito un favor.- mencionó una vez abrió la puerta, jalando a la pelinegra dentro.

-¿Qué se te ofrece?- dijo ella sonriente, aliviada de que el peliblanco deseara comer. Fue una situación un tanto tensa. En medio de las penumbras en las cuales estaba sumida la habitación, no estaba muy segura sobre como estaba el albino. Por las maldiciones y quejidos, suponía que estaría lastimado.

-Información y... pluma, papel y sobres.- mencionó algo apenado.

-Puedo contribuir con los materiales pero respecto a la información...

-Por favor Heather. Solo quiero saber como está Hiccup. – rogó. No sabía que rayos estaría haciendo su abuelo, sin embargo llegaba a imaginar que estaría charlando con alguna persona, antes de llegar y llevárselo de nuevo a su mansión. No renegaba de la idea. Volver a su cálida cama, con Tooth, Sandy y Aster no sonaba nada desagrable. De hecho, estaría dispuesto a irse sin más, todo con el solo propósito de no tener que contestar preguntas sobre el incidente de aquella noche. Sí, lo sabía. Iban a ametrallarlo con interrogantes. Y él solo prefería guardarse el secreto y volver a su aburrida vida de regaños. Pero no podía. Al menos, no a sabiendas de que Hiccup se había herido tanto como para protegerlo a tal punto.

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