Llegada

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La suela de sus zapatos causaba eco en sus oídos cada vez que chocaba contra el suelo, como era costumbre en su elegante caminar. Sabía muy bien que debía ayudar con aquel tema, sin embargo, no le parecía lo más adecuado tener su tutela. Vamos, ya era alguien mayor y respetado como para ser simplemente la niñera de un chico caprichoso. Sin embargo, trataba de pensar en positivo. La familia Overland era una gran aliada, y si le pedían semejante favor, no habría de ser por otro motivo más que la desesperación. Siendo sincero, no conocía al chico. Recordaba vagamente que alguna vez su padre lo mencionó como un chico problemático, pero nada más. Suspiró. Al fin llegó a la puerta del despacho del jefe de aquella familia. Solo desde afuera, podía escucharse una discusión. Decidió no andarse de entrometido. Bien sabía que aquello, podía ser letal. Tocó la puerta, y enseguida fue atendido por aquel gran hombre de barba blanca. Un gran apretón, que lo dejó casi sin aliento, fue lo previo a su entrada en aquella oficina. Ni bien puso un pie en el lugar, se dio cuenta de la situación. Había un adolescente sentado, con cara de pocos amigos, algunas maletas y un ambiente pesado.

-¡Hiccup, un gusto tenerte por aquí, muchacho! Ven, ven, toma asiento. - Así lo hizo, siendo guiado por aquel hombre. Tomó asiento en la única silla disponible: al lado de aquel albino. North, como se llamaba el jefe de la familia Overland, pasó a dar una vuelta alrededor del lustrado mueble, y tomó asiento en su imponente sillón. - Quiero presentarte a mi nieto, Jackson Overland Frost. - solo en ese entonces, Hiccup extendió su mano en dirección al joven. Éste lo miró, y correspondió el gesto con mala cara. - Muy bien. Creo que ya sabes por qué estas aquí, no?

-Claro.- comentó el castaño, poniéndose cómodo en la silla.- Quieres que entrene a Jackson. Mejor dicho, que lo tenga bajo mi tutela.- afirmó. Norte asintió serio. Se pudo escuchar un bufido de parte de Jack.

-Agradezco mucho que aceptaras mi pedido, Hiccup.

-No es nada. Entre familias, debemos mantenernos unidas.- minimizó el ojiverde. Jack viró los ojos.- Sobre todo ahora.- añadió. Norte apretó un poco los puños, pero rápidamente ignoró el tema.

-Oh, ni lo menciones. Mis mejores hombres han tratado de encontrar respuestas, pero...

-Tranquilo, todo saldrá bien.- afirmó el pecoso, haciendo reír aliviado al gran hombre.

-Bueno, justo ahora el equipaje de Jack debe estar siendo subido a tu auto.- mencionó Norte. Jack abrió los ojos impresionado. No se esperaba eso. Por suerte, las maletas más importantes aun las tenía en ese despacho.- Confío en que cuidarás de mi nieto.

-No tiene de que preocuparse.- afirmó Hiccup.- como jefe de la familia Haddock, le garantizo que Jackson está en buenas manos.

-¿Podrían dejar de hablar de mí como si no estuviera presente?- finalmente habló el albino. North le dirigió una mirada severa. Jack solo chistó.

-Jack...- le habló con tono de advertencia North. Hiccup solo sonrió, y pasó a salvar la situación. Se levantó, interrumpiendo la batalla de miradas entre nieto y abuelo, y habló.

-Bueno, ha sido una placentera reunión. Sin embargo, tengo asuntos que atender. ¿No será lo mejor marcharnos, Jackson?- comentó. El aludido gruñó por lo bajo, se levantó, y fue a tomar sus maletas antes de que siquiera Hiccup pudiera atinar a moverse para ayudarle. Ni loco dejaría que tocaran sus objetos más preciados. Así, uno al lado del otro, North los despidió.

-Compórtate, Jack.- fue lo último que dijo. El adolescente solo bufó molesto. Así, tanto el castaño como su acompañante, marcharon por los largos pasillos, en silencio, solo caminando sin más. Jack se dedicó a observar a su nuevo tutor. Era muy diferente a todos los anteriores. Para comenzar, era joven. ¿Cómo rayos podía ser el jefe de una familia tan importante como lo eran los Haddocks? Había escuchado miles de relatos sobre ellos y sus riquezas. Las sirvientas de la mansión siempre cotilleaban sobre el gran poder de estrategia que tenían, la precisión y sus recursos. Era como si los Haddocks innovaran todo el mercado de armas, y además de eso, fueran una familia de lo más organizada y precisa. No podía creerlo. Ese tipo, Hiccup, no podía ser más de cinco años mayor que él. Bueno. Como fuera, no tardaría mucho en sacarlo de quicio. Aunque no estaba seguro. Todos los anteriores tutores que tuvo, no fueron más que viejos amargados que solo lo reñían por días, hasta que finalmente su propio abuelo debía retirarlo. Sonrió. Obviamente podría acabar con ese engreído jefe pronto.

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