Su celular sonó tres veces. Jack ajustó la gorra negra arriba de su cabello blanco, cargó el bolso y salió decidido. No había nadie en los pasillo. Con suma cautela, bajó las escaleras hasta llegar al primer piso. En el camino se encontró con Mérida, igualmente vestida con ropas algo opacas. Jack quiso reír un poco. Por mucho que Mérida se vistiera, su pelo rojo y rebelde era como un faro que llamaba bastante la atención. Así que sin pensarlo mucho, le hizo algunas señas y le lanzó un gorro negro. Mérida resopló, y tratando de meter todos sus rizos dentro del gorro, se dio cuenta de que Hiccup aparecía, al igual que ellos, bajando las escaleras con un gran bolso. Jack se quedó unos segundos observándolo. Era la primera vez que lo veía vestir medianamente normal: con un par de jeans oscuros, botas, una remera negra y una chamarra vaquera. Solo se sobresaltó cuando notó que, detrás de él, el enorme perro bajaba fielmente.
-Oh, no, no. Deja al perro- Lo reprendió. Hiccup gruñó.
-No creas que lo he traído por gusto. No deja de seguirme.- trató de justificarse.
-No vamos a llevar a tu perro.
-Pues tendrá que ser.
-¡No! ¡Deja al pulgoso!
-¿Pulgoso?
-¡Chicos!-interrumpió Mérida, pellizcando a ambos. Los jóvenes chillaron por lo bajo, y Toothless solo movió su cola divertido.- Dejense de tonterías, tenemos que irnos.
-¡Pero el perro!- Habló Jack. Toothless gruñó.
-¿No puedes hacer que se quede, Hiccup? Nos estamos retrasando.
-No. Ya he intentado de todo. No deja de seguirme
-Si se me pegan las pulgas, lo pagarás .- Advirtió Jack
-...No es realmente un problema.- habló Hiccup, apenado de que su amigo le hiciera pasar por tales situaciones. En serio estaba preocupado por su salud, pero no podía hacer nada en ese momento. Había poco tiempo.
- Decidido, el perro viene. ¿Objeciones?
-...- Jack cerró la boca. Aquello era por mucho, el escape más alocado de su vida.
Así, los cuatro (y Pascal, por supuesto) siguiendo los sigilosos pasos de Jack. Fue tarea sencilla abrirse paso entre los pasillos y corredores. Lo que no se esperaban era que no la tendrían tan fácil. De repente Jack se detuvo. Mérida enarcó una ceja. Jack comenzó a hacer gestos extraños con la mano, haciendo muecas extrañas que dejaron descolocados tanto a Mérida como Hiccup. Jack se rindió.
-Que hay alguien.- susurró lo más bajo que pudo. Todos agudizaron el oído, mientras Toothless paraba su característico jadeo perruno por unos instantes. Con cuidado, Jack acercó la mirada. Ahí parada en medio de todos los coches, estaba Valka cerciorándose de que todo estuviera bajo control.
-¿Quién?- preguntó Mérida, con tanta mala suerte que consiguió ser escuchada por la madre de Hiccup. Ésta inmediatamente comenzó a caminar hacia donde estaban ellos. Jack, separándose como gato asustado de la pared, trató de alejarse, pero tropezó en reversa con los pies de Mérida, y ésta a su vez tropezó con Hiccup.
El tiempo pareció congelarse. Las luces titilaron, antes de estallar sonoramente al mismo tiempo. Jack sintió una opresión en el pecho, mientras la pared en la cual había alcanzado a afirmarse de llenaba de una escarcha con motas grises. Mérida sintió los ojos arder nuevamente, y una gran pesadez inundó su pecho, recalcando la falta de calor que venía sintiendo desesperadamente en el fondo de su pecho. Las pesadillas que la habían perseguido de niña revivieron. ¿Por qué? Hace rato que ni siquiera pensaba en ellas, en los rugidos feroces y las garras desgarrando piel acompañadas de gritos humanos. Contuvo un grito a duras penas. Necesitaba de la paz de Rapunzel, su seguridad, su sonrisa y presencia. Por su parte, Hiccup torpemente trató de aferrarse a Mérida, más como un reflejo que otra cosa. Sin embargo no alcanzó a hacer nada, debido a que su pecho se paralizó, junto con su mente, la cual se vio asaltada de "recuerdos" que le parecían muy familiares. Fue intenso: primero vio fuego por todas partes, luego escuchó pequeños murmullos y gritos en agonía. Se asustó, sobre todo cuando el olor a quemado inundó sus fosas nasales.
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Mafia
Fanfic"Cuentan las lenguas que no hay mal que pueda ganar, cuando cuatro corazones honestos luchan a la par. Se dice que estos son capaces de conceder milagros, gracias a la bendición de la Luna, madre de los mares y joya del cielo nocturno... Y el Sol, p...