35. Licencia para idiotas.

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-Te presento a tu hermana.- habló mi padre con una sonrisa más que falsa.

Y me presentó a la queridísima Kylie Blaine n°2. Aunque en ese momento de la visita no lo sabía.

La chica me llegaba al hombro y eso que solo era un año menor que yo, su cabello rubio y ojos café no se parecían en nada a mí.

Nada.

Sostuve fuertemente la mano de Jonas. O el sostuvo la mía, no lo recuerdo. No quiero hacerlo.

Tragué saliva y extendí mi brazo.

-Soy Kylie- me presenté.

La chica frunció el ceño en forma de enojo y miró a papá.

-Yo soy Kylie- respondió, brusca- Papá, se está burlando de mí.

Abrí mis ojos como plato.

Papá miró hacia el suelo, sabiendo que ambas lo estábamos matando con la mirada.

-Kylies, vamos al comedor. - sí, Kylies, con S al final. En ese momento supe que jamás debí haber venido.

Me siento enferma.

-No voy a moverme de aquí hasta saber qué mierda está pasando- reí sin gracia.

Papá levantó la vista con furia.

-No maldigas en mi casa, menos frente a Kylie.

-¡Yo soy Kylie!- le grité.-¡¿Es que no puedo maldecir frente a un espejo?!

Papá negó con los labios apretados.

-Necesitaba que vinieras para explicarte... - dejó la frase en el aire.

Mi pecho bajó.

No, no, no.

-Kylie,- habló Jonas sujetándome por la cintura.-Tranquila.

Quité de un manotazo el brazo de Jonas de mí y caminé decidida hacia la puerta principal.

-Esta debía ser una agradable junta- me reprendió mi padre.

Lo miré fijamente unos 30 segundos.

-Me acabo de enterar que tu hija tiene el mismo nombre que el mío. - me tembló la voz. - La verdad es que eso no es para nada agradable.

Con esas palabras terminó la conversación mientras lanzaba todo a la mierda y huía de esa casa. De ese hombre que acababa de perder el título de padre.

Fruncí el ceño.

La alarma de Jack comenzó a agujerear mis tímpanos a las 7 am.

-Apaga esa mierda- susurré en dirección a su cama.

Silencio.

-Jack- llamé. Nada, sólo el jodido ruido del despertador.

¡Agh!

Mi paciencia es del tamaño de una hormiga.

Le dí el manotazo de la vida al pobre despertador y dejó de sonar.

Paz.

Suspiré y observé la habitación.

-¿Jack?

Y en ese instante la puerta se abrió y dejó ver a un ojeroso chico con una bandeja en sus manos.

Mi corazón dió un vuelco.

My DeliriumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora