3.Chaleco Rojo

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Caminé, orgullosa, por los pasillos del Edificio con la ropa y las sábanas de Jack. Subí hasta llegar al dormitorio y coloqué las cosas de él en su cama. Tomé mi teléfono y marqué el número de Matt.

-Mocosa- dijo agitado al contestarme.

-¿Dónde estas?

-En la cancha de fútbol.

-¿Dónde queda?- pregunté curiosa.

-Anda a la entrada principal y busca un mapa, hermanita.

-Eres todo un amor- dije a punto de colgar.

Matt refunfuñó del otro lado de la línea y luego habló.

-Esta bién- dijo cansado- sigue mis instrucciones¿si?

- Si.

-¿Dónde estas?

-En mi dormitorio- dije.

-Genial, ahora sal al pasillo.

Me puse un delgado abrigo rojo y salí al pasillo.- Ya.

-Ahora busca a alguién.

Ví a una chica morena, y la llamé.

-Listo- dije mientras la morena se acercaba.-¿y ahora?

-Pregúntale cómo llegar a la cancha- dijo y colgó.

Me quedé helada sin saber qué hacer. Matt era un estúpido y me las iba a pagar.

La morena llegó al frente mio y me miró feo.

-¿Si?- dijo aburrida.

-Hola- dije nerviosa, extendiéndole automáticamente mi mano-, soy Kylie y me preguntaba si sabías cómo llegar a la cancha de fútbol.

La morena asintió- Soy Dalia. Camina hasta llegar a la entrada del Edificio y dobla a la derecha, sigue caminando y verás una pequeña colina, unos carteles indican la cancha, listo.

-Gracias- dije mientras ella se alejaba y me dejaba sola.

Bajé las escaleras, llegué al primer piso y al dirigirme hacia la entrada ví a Jack en la puerta hablando con una castaña. Éste levantó la vista y comenzó a caminar hacia mí. Pasó al lado mío me susurró en el oído:

-¿Cómo quedaron mis sábanas y mi ropa?- dijo suavemente.

Oh no. Sin responder a su pregunta comencé a caminar hacia la salida pero el brazo de Jack me detuvo. 

-Qué le pasó a mi ropa- exigió saber.

-Nada- mentí.

Jack subió corriendo las escaleras, por lo que supongo que fue al dormitorio.

Era mi momento de correr. Salí rápidamente por la puerta principal y doblé hacia la derecha. Corrí hasta llegar a la pequeña colina y me detuve para respirar. Me agaché y coloqué mi cabeza entre las piernas para respirar mejor, y cuando mi respiración se calmó me levanté.

Divisé la cancha de fútbol, y también canchas de tenis, voleibol, baloncesto y pistas de correr. La vista era agradable, todo estaba cubierto de césped y corría una brisa fresca.

Sentí unos pasos detrás de mí y antes de poder darme completamente la vuelta caí por la colina con alguien que me sostenía fuertemente de la cintura.

Al llegar abajo cerré los ojos, y, hasta sentir que el mareo disminuía, los abrí. Lo primero que me fijé fue que todas las personas que estaban jugando se iban acercando a nosotros. Nosotros...

My DeliriumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora