4. Negociando silencios

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Jack me agarró de la cintura y me recostó cuidadosamente boca abajo en su cama. Fue al armario y después volvió con una polera gris en sus manos, la rompió y la colocó alrededor de mi herida para que sirviera como una compresa, y salió corriendo hacia el pasillo.

Después de un segundo estaba de vuelta con un botiquín. Lo abrió y sacó un frasco de alcohol y gasa. Esto iba a doler.

Desinfectó mi herida y volvió a buscar algo en el botiquí.

-¿Sabes lo que haces?- pregunté con un hilo de voz.

-Voy en tercer año de medicina- me dijo-.Sabía primeros auxilios antes de siquiera entrar en la universidad.

Siguió buscando en el botiquín hasta encontrar unas pastillas y me tendió una botella con agua.

-Lo siento-dije avergonzada-, había olvidado que estudiabas medicina.

-No importa- dijo y comenzó a ordenar la habitación.

Había completo silencio, Jack se movía sigilosamente por el dormitorio recogiendo las cosas que había tirado al suelo.

A pesar que el dolor disminuyó drásticamente me sentía incómoda en una cama que no era la mía, traté de levantarme pero sentí cómo volvía a arder la herida. Jack me miraba expectante.

-Quédate en reposo esta tarde- dijo y volvió a ordenar las cosas.

Intenté levantarme de nuevo pero él me volvió a mirar.

-Si te sigues moviendo, tu herida sanará mucho más lento. No es muy grave pero debes quedarte quieta y descansar.

-Entonces ¿me podrías pasar algo con qué taparme?- pregunté histérica. Él sonrió y me trajo una manta azul.

Me tapé hasta el cuello y cerré los ojos, hasta que sentí que me observaban.

-¿Qué?- dije sin siquiera abrír los ojos.

Jack se rió.

-Nada- dijo.

Abrí los ojos y lo miré.

-Qué- exigí saber.

Sonrió burlón y me preparé mentalmente para lo que podría salir de su boca.

-¿En serio Matt Blaine es tu hermano?

Puse los ojos en blanco.

-Si, no le digas a nadie.

-Después de lo de hoy no creo que sea necesario que abra la boca- dijo divertido.

-Cállate- le dije sonriendo histérica.

Él sonrió pero no dijo nada. Dios mio, me hizo caso.

Toqué suavemente la herida.

Y antes de que cambiáramos a temas le pregunté.

-¿Por qué no me llevaste a una enfermería?

Jack sonrió y se acercó a la cama.

 -Hay un botiquín en cada piso de cada Edificio- dijo burlón. Él en serio me caía mal.

-Eres odioso ¿lo sabías?

-No- dijo sonriendo-, las chicas dicen que soy sexy, hermoso, caballero, inteligente, y que soy un Dios en la...

-Ya basta- dije asqueada.

Nos quedamos inmóviles y en silencio durante unos diez minutos. En ese silencio me dió sueño, sentía los párpados pesados, y, cuando estaba a punto de quedarme dormida sonó mi teléfono.

My DeliriumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora