Tenía trece años y me había decidido por hacer una lista de "Cosas que hacer antes de cumplir veinte" junto a mi amiga Kristal. Habíamos cometido el error de prometer hacer cada una de las cosas juntas, simplemente nos había parecido una excelente idea para decirle adiós a lo que suponíamos era nuestra extraña y loca vida adolescente. Como toda niña, no consideramos que los posibles errores en el plan, y dejamos que la ilusión llenara nuestros corazones.
Recuerdo que ambas estábamos sentadas en el suelo de mi pequeña habitación, rodeadas de lapiceras y lápices de colores, alguna que otra revista con las caras de los famosos más codiciados y unos cuantos Cd's de música pop desparramados sobre la alfombra rosa. Ya habíamos empezado a lanzar ideas sin sentidos sólo para hacernos reír y habíamos desechado tres papeles que no nos apetecían simplemente porque la letra no era lo suficientemente linda. Pero el tiempo corría y Kristal se había puesto seria, esperando a que dejara de reír y realmente prestara atención.
— Piensa, Emma. Según el libro de biología, es nuestro primer año como adolescentes, ¿Qué quieres hacer antes de convertirte en una adulta?— Me había dicho mientras colocaba por cuarta vez nuestros nombres al comienzo de la hoja.
— Hay algo que haré cueste lo que me cueste — Dije haciendo énfasis en cada palabra. — Mi mamá una vez me contó que había saltado de un avión en una de sus vacaciones hace mucho tiempo, dice que es realmente increíble. Tiene un nombre, hace poco lo busqué, le dicen Skydiving — Sonreí risueña. Ella lo anotó en el papel y colocó el lápiz sobre su barbilla, pensando, hasta que su cabeza se elevó un poco y sonrió.
— Yo siempre he querido ir a Londres, ¿Acaso has visto alguna película? Los británicos son simplemente a-do-ra-bles — Rio suavemente mientras sus mejillas se tornaba pálidamente rosas.
— Ya que lo dices, podríamos agregar "salir con un chico británico", que conste que sólo lo digo para que tengas una oportunidad— Ahora la que ríe soy yo, mientras ella me golpea en el hombro sin piedad alguna. Pero aun así, ¿Qué más podría desear una niña? Salir con un extranjero parecía una de las mejores cosas que podrían pasar. Observé como el lápiz volvía a moverse rápidamente y curvaba las palabras que había dicho. Kristal apretaba la lengua entre sus dientes, concentradísima y entusiasmada.
— Tenemos que ir a París — Dijo sin siquiera despegar la mirada del papel.
— Y pasar una navidad con nieve — Suspiré con emoción, ella continuó escribiendo.
— Sería lindo ver una puesta de sol en alguna playa que no sea Mar del Plata, o Santa Clara, o alguna de esas que siempre vamos. Que sea algo nuevo y especial — Negué con la cabeza y reí un poco.
— Kris, hemos hecho eso cientos de veces, ¿Qué podría cambiar?
— ¡Lo sé, lo sé! Pero será diferente, vos confia en mí — Realmente no la entendía, pero si eso deseaba yo no era nadie para interponerme. Hubo unos cuantos segundos de silencio mientras pensábamos en otras cosas para anotar, hasta que una lamparita totalmente imaginaria se posó sobre mi cabeza.
— Tengo que cambiar la vida de alguien — Solté de una, sin pensarlo mucho, me parecía una idea increíble, tener un impacto tan grande en la vida de alguien que deje una marca que no sería fácilmente borrada, con la mejor intención posible. Mi amiga pareció no captar mucho mi deseo y se limitó a alzar una ceja con su típica mirada de: "Emma, estás completamente loca", que en varias situaciones significaba que me callara, aunque yo nunca lo hacía. — ¿Qué?
— ¿Cómo es eso? — Para ser sinceros yo no tenía preparada una respuesta lo suficientemente clara como para que ella entendiera, y esa idea había llegado como un relámpago que provocó que impulsivamente la dijera en voz alta. Más tarde aprendería que cambiar la vida de alguien podía resultar una de las mejores y más positivas cosas en el mundo, y que no había sensación más enternecedora que escuchar las palabras: "Cambiaste mi vida para siempre, y no te olvidaré fácilmente por eso".