Mi cumpleaños número 18.

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Ese día me había levantado feliz, era mi cumpleaños número dieciocho y eso significaba que faltaba tan solo un año para encaminarme a cumplir nuestros sueños. Eran las nueve de la mañana, usualmente no me levantaba tan tempraño; había bajado y parecía que ninguno de mis padres se acordaban de mi cumpleaños, a decir verdad, estaban discutiendo. Hacía mucho que no lo hacían.

— No creo que sea necesario obligarla a cargar con la empresa, Joey.— Dijo mi madre con su voz calmada, como siempre. Necesitabas enfurecerla mucho para que gritara.— ¿Qué tal si quiere ser maestra? ¿O doctora?— Preguntó mirándolo a los ojos, ninguno se percataba de mi presencia y no quería que pararan, quería seguir escuchando. Me  había escondido detrás de la pared, así escucharía todo sin correr el riesgo de ser vista.— Realmente no me importa qué es lo que quiera hacer con su vida mientras la haga feliz, ¡Y esa maldita empresa no la hace feliz!— gritó a lo ultimo. Sabía, desde entonces que esto se pondría feo.

— ¡Pues esa maldita empresa trae el dinero a la casa!—Gritó mi padre.-— ¡¿O crees que compré el auto con tierra?!— Volvió a gritarle enojado. El auto de papá, "Michelle", era su orgullo, más que cualquier cosa.— ¡Ella va a dirigir la empresa y punto!— Golpeó la mesa con un puño cerrado.

— ¡Joey!— Gritó mi madre.—¡¿Por qué Felipe no puede encargarse?!— Le preguntó mi madre, refiriéndose a mi primo.— ¡Sabes que él ha estado trabajando duro para ganarse algo de tu parte! ¡Por el amor de dios, es tu sobrino!— Era verdad, Felipe había empezado a trabajar en la empresa como un simple asistente a los quince años, y con el tiempo el padre de Kristal había convencido a mi padre de darle un puesto de mayor importancia. Nunca entendí el odio de mi padre hacia mi tío y por esto, Felipe pagaba día a día con el malhumor de mi padre. 

— ¡Que sae mi sobrino no quita que sea hijo de Fernando!— Gritó con furia.— ¡Sabes que yo si he trabajado duro para impresionar a mi padre! ¡Pero no! ¡Fernando solo tuvo que ganar la maldita lotería y hacerse asquerosamente rico!

— ¡¿Así que todo esto es acerca de tu padre, Joey?!— Gritó mi madre.— ¡Es increíble que intentes hacer lo mismo que te hizo tu padre a Emma!— Suspiró.— ¡No es su culpa que tu nunca hayas querido trabajar en esa empresa!— Le dijo, escuché unos pasos y supuse que mi madre se había acercado a él.— No dejes que tu hija sea infeliz.— Luego escuché un portazo, probablemente mi padre se haya ido, ya que unos segundos después se esuchó el sonido del motor de Michelle encendido. Esperé unos segundos y luego entré en la cocina, saludando a mi madre como si nada hubiera pasado.

— Hola, cariño.— Me sonrió.— Feliz cumpleaños.— Me abrazó y mis ojos comenzaron a humedecerse, yo no quería llorar en mi cumpleaños, no otra vez.

— Gracias, má.— Sonreí para luego sentarme en una de las sillas de la barra desayunadora.— ¿Qué hay para desayunar?

—Para vos..— Dijo dándose vuelta y luego dándome una bandeja llena de comida, desde una taza con café y crema, hasta fruta y pequeñas barritas de cerales. No había forma de que me comiera todo eso, de por sí no me gustaba desayunar.

— ¿Me vas a ayudar, no?— Ella rió y luego se sentó a mi lado. Estuvimos varios minutos en silencio, honestamente sólo estabamos comiendo, mirando hacia alrededor y, por lo menos yo, buscaba un tema de conversación.

— ¿Emma?-Me preguntó, ella tenía un pedazo de manzana en su boca y por lo tanto hablaba de una manera extraña. Yo reí, ella tragó y luego continuó.— ¿Qué querés estudiar?

— Pensé que iba a trabajar en la empresa de papá.— Susurré.

— Pero...¿Vos qué queres?— Preguntó, parecía que tenía miedo de mi respuesta.

— Siempre pensé en estudiar medicina, hay algo extraño que me gusta de eso.— Sonreí, al igual que ella.

—Tal vez debas comentárselo a tu padre.— Dijo llevándose a la boca una tostada.

— ¿Estas loca? Él quiere que trabaje en la empresa. Al menos eso dice desde que tengo memoria.

— Estaba pensando que tu primo podría hacerlo.— Me miró, ella no quería que trabajara en un lugar donde no quería.

— Mamá..— Dije, estaba pensando comentarle lo de la lista, tal vez ella me apoyara como la abuela lo hacía.

— ¿Si, nena?—Me sonrió.

— Tengo algo que mostrarte.—Me bajé de la silla y fui caminando hasta mi habitación, de unos de los cajones de mi mesita de luz saqué la lista de las cosas que hacer antes de cumplir veinte. Volvía a la cocina con la lista abrazada a mi pecho.— Con Kristal...Habíamos preparado una lista para...antes de cumplir los veinte y tener que trabajar en la empresa...— Se la dí. Ella la leyó, desde el principio hasta el final, una pequeña lágrima brotó de su ojo derecho mientras me sonreía.— Antes de morir...Ella me dijo que por favor cumpliera las cosas de la lista...— Sonreí recordando.

— ¿Cuando te vas?— Dijo, impreisonandome por la espontaneidad

— ¿Qué?— Pregunté mirándola.

— Que cuándo te vas.— Sonrió al ver mi cara de confusión.— Es obvio que tienes que cumplir estas cosas, y ten por seguro que tienes mi aprovación y ayuda.— La abrasé por detrás.

— Estaba pensando irme después de mi cumpleaños número diecinueve, ya sabes, en mayo o junio.— Le susurré. Ella sonrió.

— ¿Ya querés tu regalo?— Me dijo, yo asentí sonriendo. Ella sacó algo de su bolsillo, era una pequeña caja de color negro que en la tapa tenía una "E" escrita en plateado. Me la  dió mientras yo la observaba.— Abrila.— Al hacerlo, había una gran cantidad de dinero, en serio, mucho.— Pensaba dártelo para que compraras un departamento, pero creo que esto es más importante.—Dijo, "¿Un departamento? Allí había suficiente hasta como para amueblarlo entero." Pensé.

— G-gracias, mamá.— Dijo tartamudeando, todo ese dinero sería suficiente, obvio que eso sumado con mis ahorros de toda la vida y el dinero que mi abuela me había regalado en mi cumpleaños diecisiete. Estaba lista, realmente. Hablamos un rato de Kristal, de la lista, y de los items en ella.

— Creo que deberías irte un mes antes de tu cumpleaños.— Dijo.— Así puede que pases tu cumpleaños con un chico británico.— Rió mientras yo me ponía roja como un tomate. En este tiempo solo había tenido un novio y no era nada serio, terminamos en cuanto descubrí que me engañaba con "la zorra de la escuela".

20 cosas que hacer antes de cumplir veinte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora