Había terminado mi mes en Londres, todo había pasado tan répido. Finn se había convertido en mi mejor amigo y en cuanto a Caspar, no fue nada especial, digamos que quedamos como amigos por ahora. Ahora me encontraba en el departamento de Finn ayudándolo a armar su equipaje. Habíamos decidido ir a París primero.
-No seas tonto, Finn.-reí. Él me miró con una expresión de sorpresa demasiado sobre actuada.
-¿Me llamas tonto?-Cerró la valija exageradamente.-¡¿Cómo te atreves?!-"Gritó". Mientras yo reía.-sólo no sé cuanta ropa llevar.
-Eres toda una chica, Finnegan.-Volví a abrir la valija y me senté sobre la cama.-Creo que primero debemos decidir a dónde iremos depués de París.-Suspiré.
-Tal vez si me dejaras ver la lista pueda ayudar, Emma.-Me miró. yo no le había dejado ver la lista, era mía, personal. Lo cual sonaba tonto pensando que finn se había ofrecido a acompañarme durante esto.-Vamos, déjame leerla.-Me miró. Luego me paré y de mi bolsillo trasero saqué mi billetera, dentro de esta saqué un papel doblado en cuatro partes, la lista. La miré y luego se la dí. Observécomo ella desdobló con cuidado para luego comenzar a leerla. Sonrió luego de un rato.
-Creo que en París deberíamos hacer Skydriving...-dijo aún leyéndola.-y por supuesto visitaremos la torre Eiffel.-Me miró. Yo sonreí. Tal vez luego nos podremos quedar un tiempo allí y conocer más del lugar.-Me sonrió.-Y luego...-Dijo volviendo a leer la lista.-Podríamos ir a Venecia. ¿Qué te parece?
-Claro...-Bajé la mirada aún sonriendo.-Sigamos con tus valijas.
-Así que probablemente nos vallamos unos....-Pensó.-Dos meses.
-Agrega que tendremos que volver antes de cumplir los dos meses y averiguar a dónde iremos después.-Dije.-Lo más probable es que volvamos a Londres antes de que termine agosto.
-Entonces hay que llevar ropa como para dos meses...-Dije y luego buscó en su armario. Lo ví sacar un montón de ropa hecha bollitos y totalmente arrugada y tirarla así como estaba dentro de su maleta.-Listo.-Sonrió cerrando la maleta.
-¿Me estas jodiendo?-Reí.-sacá eso de ahí.-Le dije volviendo a abrirla.-Hay que doblar esa ropa, Finn y averiguar si siquiera está limpia.-Dije agarrando una de sus camisetas y sosteníendola en el aire.
-Si está limpia.-Me dijo sacándomelade las manos.-Ahora ayúdame.-Reí y comencéa doblar ropa. Nuestro avión salía el día siguiente a las veintiuna treinta. Así que, sí. Así pasamos la noche, nos habíamos quedado armando las valijas de Finn y hablando de cosas irrelevantes hasta las tres de la mañan cuando caí dormida en la cama de mi amigo, La mañana siguiente había despertado gracias al sonido de un despertador, había estirado la mano para intentar apagarlo hasta darme cuenta de que no estaba en mi habítación y que el despertador se encontraba en la otra mesita de luz. Intenté levantarme pero no podía, solo tenía unos brazos alrededor de mi cintura que prácticamente me impedían el movimiento.
-Finn...Dije.-Finn...-Intenté despertarlo, pero solo obtuve un quejido de su parte.-Aunque sea suéltame y me iré a bañar.-Reí.
-Bien...-susurró soltándome y dandóse vuelta para continuar durmiendo. Al pararme me había quedado mirándolo, estaba ligeramente despeinado y se veía muy tranquilo durmiendo. Luego vendría a molestarlo hasta que se levante. Una vez en mi departamento le heché una mirada rápida a mi equipaje que ya estaba totalmente listo, luego me bañé y vestí con lo poco que quedaba en una de las maletas que iría directo al departamento de Finn, ya que mañana mismo tendría que entregar la llave de mi departamento al portero. Una vez lista me miré nuevamente al espejo y fuí al departamento de mi amigo. Antes de tocar la puerta tomé mi teléfono y marqué su numero, sonó una, dos, tres, cuatro y, finalmente, después de la quinta vez, se dignó a atender el teléfono.
-¿Qué?...-Dijo con la voz ronca y totalmente adormilada.
-¡Despierta, Tonto! ¡Estoy afuera!-Le grité. Unos segundos depués apareció con los ojos totalmente achinados por la luz. Yo reí y luego entré.-Tienes que bañarte, o lavárte la cara, alguna de las dos, no puedes ir a desayunar así.-Señalé su cara. Y así fue, Finn se bañó rápidamente, fuimos a desayunar y disfrutamos nuestro último día en Londres juntos, hablábamos de las cosas que haríamos en París y en Venecia, de las cosas que Finn quería hacer, ya que, ahora no solo se trataba de mí, si no que también había que hacer lo que él quería. Eran las ocho, estaba muy nerviosa, incluso más que cuando volé desde Argentina hasta aquí. Los equipajes estaban listos y nosotros en cuestión de minutos estaríamos en el avión.
-Tranquila.-Dijo Finn mirándome.-Si pudiste llegar hasta Londres ya nada te detendrá, lo lograrás, Emma.-Me besó la frente, justo antes de abordar el avión.