Londres.

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Quiero recordar que a partir de este capitulo hablan en inglés.

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No había nada más reconfortante, en mi caso, que la voz de la azafata anunciando que pronto estaríamos en Londres. Había dormido unos pocos minutos durante el viaje, pero me desperté gracias al extraño sueño. Era ella, Kristal, y yo. Eran solo fotos que se reproducían desde nuestra infancia hasta su muerte. Al final de todo esto, solo ví el rostro de Kristal por unos pocos segundos y luego oí su voz diciendo: "Cumple nuestros sueños, Emma." Por un momento me asusté, pero después pensé que sería normal, ya que, estaba pensando en ella desde el momento en el que pisé el aeropuerto, me parecía tan irreal el simple hecho de estar empezando con esta aventura sin ella, consideré no hacerlo, tuve en cuenta que probablemente muchos recuerdos salgan a flote durante todo este tiempo, que la extrañaría más que nunca y que por más que quisiera traerla de vuelta no podría, aún así lo hice, y realmente no me arrepiento de nada. Tenía un sentimiento extraño, algo que no sabría explicar, sólo sé que aumentó en cuanto debía bajar del avión, se podría decir que era alegría, emoción y confusión, todo ello guardado en una pequeña caja en la que ya no cabría un alma, mezclado, junto, casi homogéneo. 

 Ya había bajado, y ahora tenía que buscar un taxi, darle la dirección del apartamento que previamente había alquilado por un mes y acomodarme tranquilamente, cosa que podría haber logrado de no haber sido por mi pequeña vejiga de ardilla, debía ir al baño antes de que un desastre ocurriera, y así lo hice. Miré la hora, eran las doce del medio día y si, moría de hambre.  Pero no comería aquí, primero tenía que acomodarme y principalmente, llegar al departamento. Estaba apurada y tenía dos enormes maletas que llevar conmigo. Me distraje un segundo, solo eso se necesitaba para que chocar con un desconocido.

— Lo siento.— Dije con una mueca rara en la cara, él me miró y rió por lo bajo.

— No te preocupes.— Me dio una sonrisa cálida.— Soy Finn.— Dijo, "Es lindo." la voz que anteriormente había hablado diciendo que probablemente no volvería a casa se expresó en mi mente.

— Emma.— Sonreí.— Me...me tengo que ir.— Dije cuando me dí cuenta de que me había quedado mirando sus ojos verdes, pero no cualquier verde, el verde más extraño que jamás haya visto, pero igualmente lindo. Y así fue, mi fuí sin decir nada más y sin esperar una respuesta de su parte. Llevando una de las valijas como carrito y la otra, que era más pequeña, colgando de mi mano. Al salir del aeropuerto se podía notar que había mucha gente esperando, por suerte divisé un taxi vacío y llegué a tiempo para que nadie más se subiera. Le dí la dirección y el viaje comenzó. El tiempo era lindo, no hacía ni mucho calor ni mucho frío.

Había un par de nubes y todo lo demás era de un color celeste puro y precioso.  Íbamos pasando por una calle que yo suponía estaba cerca de mi departamento, a lo lejos puedo ver  el London eye y, sin mentir, me emocioné demasiado. El camino no fue muy largo, en unos minutos estaba enfrente a una enorme puerta de vidrio ligeramente polarizado. Apreté el botón del dueño del edificio y en unos dos minutos ya se encontraba entregándome la llave de mi departamento. No era enorme ni tampoco la gran cosa, era justo lo que necesitaba: una pequeña cocina, un living, un baño y una habitación. 

 Lo primero que hice fue sacar todas las cosas que había en la valija pequeña, no tenía muchas cosas. Tomé la lista y taché visitar Londres. Aún no había recorrido nada, pero ya estaba en la ciudad. Luego miré todos los demás items ¿Podría hacerlo? Creo que sí. Lo próximo que hice fue mirar desde la gran ventana, a lo lejos podías ver la punta del big ben. Era hermoso el simple hecho de respirar el aire del lugar con el que había soñado estar toda mi vida. 

20 cosas que hacer antes de cumplir veinte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora