Finn.

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 El primer día había sido un desastre para mi, aunque hay que admitir que fue un desastre divertido. Me había perdido en el centro de Londres buscando un taxi. Sí, así soy yo. A parte de eso en el departamento por poco quemé la cortina de la cocina intentando preparar café y después me resbalé con una media, que quién sabe cómo llegó ahí. Lo importante es que, gracias a Dios, sigo viva. Esta mañana desperté y lo primero que pensé fue que estaba en  Londres y que eran las dos de la tarde. Realmente me levanté muy rápido y me vestí. Al salir del departamento estaba decidida a conseguir más información sobre Skydiving, Pero gracias a que tan tonta soy volví a chocar con una persona con tal de ver la hora en mi teléfono.  "Ya es la segunda vez que chocas a alguien, ¡Felicidades Emma!" dijo la molesta voz, al mirar para arriba pude notar algo que me dejó muy, muy atontada ¡Era el mismo chico del aeropuerto! Al notar mi mirada este sonrió.

— Hola, Emma.— Dijo. "Recuerda tu nombre...¡Di algo tonta!"

— Hola, Finn.— Sonreí. Lo cierto era que me había quedado pensando en él antes de dormir. Y ahí venía el silencio incomodo hasta que llegó el elevador. Él me dejó pasar primero y luego presionó el botón para el primer piso. Agradecí a que mi teléfono sonó en el momento justo. Era Mila, una amiga que había conocido en la secundaria. Lastimosamente era un mensaje al cual respondí rápidamente. Luego disimuladamente me giré hacia Finn, quien me estaba mirando.  ¡Me estaba mirando! Sonreí para suavizar la tensión en el ambiente.

— Tienes una linda sonrisa.— Dijo, y luego el elevador se detuvo.— Nos vemos más tarde, Emm.—Se fue. Dejándome a mí con una expresión de: "¡Qué mierda acaba de pasar!?"

 Lo siguiente que hice fue recorrer algunas calles de Londres y tomar fotos para enviárselas a mi madre más tarde. Eran las ocho, el tiempo se me había pasado volando, así que tomé un taxi, esta vez sin perderme. Al volver al departamento había decidido  subir por las escaleras, después de todo no estaba tan cansada. Había cerrado la puerta de mi departamento decidida a ponerme el piyama y quedarme tirada en el sillón hasta dormirme, pero alguien tocó mi puerta, haciéndome sobresaltar. ¿Quién sería? Quiero decir, yo no conozco a nadie aquí. Abrí la puerta y me encontré con Finn, y sus preciosos ojos verdes.

— Hola.— Sonreí como tonta. 

— Hola, Emma.—Dijo.— Estaba pensando si querías ver una película en mi departamento.— Sonrió.— Hay...¡Pizza!— Yo reí ante su exclamación. Pensándolo bien, pizza en el departamento de un tipo que acababa de conocer sonaba peligrosamente tentador, dudé para luego decir que si. Estaba aquí para hacer las cosas que jamás haría en Argentina, y puede que sea demasiado peligroso pero creo que valía la pena intentarlo.

— Vamos.— Tomé mi teléfono, las llaves y salí del departamento.  Y así pasó mi noche, mientras comía pizza y miraba Step Brothers junto a Finn. Una vez que la película había terminado me encontré a mi misma, la tímida y tonta Emma, hablando con Finn, el simpático y apuesto británico, quien me contó que tenía un gemelo llamado Jack y que estaba teniendo un año libre antes de empezar la universidad. Yo, por mi parte, le conté sobre la lista, sin mencionar a Kristal, aún no sentía tanta confianza con él, le conté sobre la empresa y de que trabajaría en ella. Sin darme cuenta eran las cuatro de la mañana cuando había dicho la última palabra.

— Yo...me tengo que ir.— Dije sin dejar de mirar mi teléfono.— Hasta luego, Finn.— Le besé la mejilla.

— Hasta luego, Emma.—Cerró la puerta y yo caminé hasta mi departamento, a decir verdad, solo estábamos separados por el mono ambiente de una señora que aparentemente vive sola con una tortuga. Al llegar, lo único que hice fue tirarme contra la cama y pensar: "NO me gusta Finn", para luego repetirlo hasta que me lo crea.

20 cosas que hacer antes de cumplir veinte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora