Capítulo 5

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Dejo todo listo para mis hermanas así, cuando el micro venga a buscarlas para ir al colegio, ellas están listas. Tomo mi mochila, las llaves, me miro por última vez en el espejo y salgo rumbo a la plaza. Camino seis cuadras y llego a un área verde, no muy grande, que tiene una zona de juegos bastante pobre, pero está llena de árboles y mesas con tableros de ajedrez pintados en ellas. Hoy es un día fresco y parece que en unas horas va a llover. No le pregunté a Javier si nuestro encuentro se suspende por lluvia, aunque pienso que sí, debido a que se maneja en moto. Escucho una bocina y lo veo llegar. Elegimos un lugar para sentarnos, yo arriba de la mesa y él en el banco frente a mí.

—Que linda que estás —acaricia mis piernas por encima del pantalón.

—Basta de decirme esas cosas o me lo voy a empezar a creer.

—Pero es la verdad, ¿acaso no te miras al espejo?

—Claro que me miro al espejo —sonrío.

—Tengo algo que contarte —se acomoda.

—¿Bueno o malo? —acaricio su suave cabello.

—Muy bueno —dice dándome besitos en los brazos entre cada palabra.

—Bueno, soy todo oídos.

—Me ascendieron. A partir de hoy seré jefe de mi sector —se lo nota muy orgulloso de sí mismo.

—¡Qué bien! —realmente me pone muy contenta, seguramente se lo merece. No lo conozco mucho todavía, pero puedo intuir que es una persona muy responsable.

—Lo malo es que tendré que trabajar más horas y puede ser que me envíen a otra sucursal.

Un miedo se apodera de mi ser y el enojo aparece nuevamente. ¿Por qué tiene que irse a otra sucursal?, ¿y si lo mandan lejos de mí?, ¿y si conoce a otra chica mejor, más linda, más conveniente para él? No quiero perderlo, no quiero que esté rodeado de otras personas porque, hasta ahora, todo funciona bien. No quiero que se aleje de mí.

—¿Cuándo sería eso? —ya no puedo ocultar mi malestar.

—La verdad no sé. Puede ser pronto o no, depende de la necesidad de la empresa. Si en otra sucursal necesitan un jefe tendré que ir. Espero no tener que hacerlo.

El trabajo de una novia es apoyar a su pareja, acompañarlo en sus decisiones y superar los obstáculos juntos. ¿Pero qué estoy diciendo? Si ni siquiera soy su novia.

—No te preocupes Javi, seguro que no te mandan tan lejos.

—Sí, puede ser —dice pensativo—. Podemos ir a bailar el sábado ¿te parece?, podés llevar a tu amiga y yo llevo a Cristian. Él está solo y creo que divertirse no le viene nada mal.

Obviamente me encanta la idea, pero existe un problema: mi mamá. ¿Cómo escaparme para salir?, porque de seguro no me dejará. ¡Qué vergüenza!, ahora tendré que contarle lo esclavizante que es mi vida.

—Me encantaría... el tema es mi mamá —estudio su reacción. No parece molestarle así que continúo—. Ella es muy posesiva y no me deja salir a ningún lado. Si te parece bien, dejame que le ruegue y si funciona te aviso el viernes.

—Tal vez debería conocerme para que se dé cuenta que no tengo malas intenciones.

Me dejó con la boca abierta. ¿Quiere conocer a mi madre? Ok, esto va en serio entonces.

—¡Claro! —no puedo ocultar mi alegría.

—Cuando ella quiera me avisás y hablo con ella.

Desilusión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora