Capítulo 13

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Vuelvo a casa a eso de las cuatro de la tarde para esperar a Javier porque se supone que vendrá a verme, como todos los domingos, a menos que su madre le haya dicho lo que pasó. El timbre me toma por sorpresa y provoca que me sobresalte. Camino lentamente hasta la entrada de mi casa tratando de calmar mis nervios, no pienso hacerle una escena, no todavía. Abro la puerta y veo la sonrisa más hermosa del universo.

—Hola muñeca, te extrañé mucho —su voz ronca provoca un escalofrío en mi cuerpo sin embargo no puedo evitar el malestar— ¿Qué pasa, amor?

—Parece que mis intentos por ocultarlo no surtieron efecto —me siento en el escalón de la puerta y cruzo los brazos.

—No... sos transparente, no podés ocultar tus sentimientos —esas palabras me recuerdan a Pantera.

—Hablé con tu mamá, en realidad habló Nati —la cara de amor que tenía se borró por completo y un color ligeramente rojo invadió sus mejillas.

La expresión de Javier terminó echando por tierra toda la seguridad que tenía. Le conté todo con lujo de detalles, calmada y cada palabra mía lo iba poniendo peor. No entiendo por qué está tan nervioso, se supone que es mentira... ¿cierto?

—No pensé que te iba a decir eso —pasa las manos por su cabello y suspira.

—¿Es verdad? —no sé si quiero escuchar la respuesta.

—Lo que pasa es que mi vieja no quiere que esté con nadie. Es muy celosa, siempre espanta a las mujeres que intentan acercarse a mí. Ella sabe que estamos de novios y no le gustó nada cuando se lo dije —cierra los ojos y mueve la cabeza suavemente a los lados—. Quiere separarnos, quiere que me quede solo toda la vida, me está haciendo lo mismo que con Nancy.

Me tomo unos segundos para asimilar lo que me cuenta. Es plausible, lo entiendo porque mi madre es igual. Si soledad hubiera podido decirle algo a Javier lo hubiera hecho.

—No quiere conocerme, ¿verdad? —mi sueño de llevarme bien con mi suegra quedó enterrado seis metros bajo tierra.

—No, no te quiere. No quiere que estemos juntos, pero no porque seas vos, si fueras otra mujer seguiría pensando lo mismo. No te lo tomes personal.

—Es difícil no tomárselo personal...

Será un obstáculo más para superar. No sé cuántas piedras se interpondrán en nuestro camino, pero creo firmemente que si estamos juntos todo será superado, el amor siempre triunfa. Tarde o temprano nuestras madres tendrán que entender que nos amamos y respetar nuestra decisión de estar juntos.

—Hay algo de lo que te quiero hablar —bajo la mirada porque me siento avergonzada—. Estuve pensando y... ya es tiempo... estoy decidida.

—¿De qué hablás? —frunce el ceño y lo noto curioso.

—De s-e-x-o —pronuncio sólo las letras mientras un calor sube a mis mejillas.

—¡Sos tan tierna... tan inocente! —ríe.

—Es que hablar de esto es un poco... incómodo para mí.

—Ya te dije que no quiero que te sientas forzada a hacer algo que no deseas —sus dedos juegan con mi cabello.

—Yo te deseo... quiero hacerlo. Te amo y eso es suficiente para mí.

—Yo también te amo, mi muñeca —me besa tiernamente en los labios y luego en mi mejilla.

—Dentro de dos semanas arranco la universidad de nuevo y las primeras clases no son importantes. Si querés, el primer jueves puedo faltar y quedarme con vos todo el día.

Desilusión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora