Capítulo 29

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Tuve que pasar por la casa de mi mamá, aunque no quería, para buscar el resto de mis cosas. El martes cuando me fui, no pude llevarme todo. Coloqué toda la ropa que quedaba en el armario en un bolso, saludé a mis hermanas y me fui. En ningún momento me dijo nada, ella estaba sentada en el comedor y ni siquiera me miraba. Cuando se pone en modo indiferencia me desquicia. Prefiero que me grite o que me revolee algo por la cabeza, pero no que me ignore, me hace sentir como si no existiera y ¡mierda que sí existo!

Llego a la casa de Nati como puedo, el bolso es pesadísimo.

—Hola linda, necesito tu ayuda.

—¿Qué traes en esta valija? —se queja por el peso—. ¿Piedras?

—No, la mayoría son botas y zapatillas por eso pesa tanto —saludo a su mamá y me dejo caer en una de las sillas del comedor—. Voy a tener que dejarlo acá hasta que volvamos porque no quiero ir hasta capital y volver.

—Pero acá no tenés ropa suficiente —empieza a tirar todo el contenido del bolso en el piso como si en el fondo se escondiera un tesoro que sólo ella podría encontrar—. ¿Qué te vas a poner?

—Primero: trata de no tirar todo al suelo ¿sí? —mira el piso y se percata del desastre—. Segundo: me vas a prestar algo de tu ropa.

—¡Ay Nadia! ¿Qué harías sin mí? —lleva una mano a su pecho dramatizando la situación.

Le tiro un beso y sonrío. Terminamos de elegir las cosas que llevaríamos y nos dirigimos al lugar desde donde sale el micro. Dormí durante todo el viaje, hacía días que no descansaba.

—Hola chicas —Ariel nos saluda y lleva nuestros bolsos.

Desayunamos y enseguida nos fuimos a la playa. Siendo finales de marzo hay que aprovechar al máximo los días de sol y calor porque no suelen ser muchos. En abril el clima se vuelve de invierno y mejor ni soñar con ir a la playa si no querés ser atacada en las piernas por la arena que lleva el viento.

Mi tía y mi primo se fueron a trabajar así que nos quedamos solas. Por la noche, después de cenar, Ariel nos llevó a La Iguana Bar. Estaba hasta las bolas de gente y el calor húmedo del lugar te obligaba a tomar más de la cuenta para refrescarte.

En el bar nos encontramos con Diego Vicos, un actor que en el 97 protagonizó una serie infantil llamada Cebollitas. Ahora está bastante crecidito y le sienta muy bien la madurez, bueno, en realidad tiene nuestra edad así que muy maduro no es.

 Ahora está bastante crecidito y le sienta muy bien la madurez, bueno, en realidad tiene nuestra edad así que muy maduro no es

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No paró de perseguir a Nati, se pegó a ella como abrojo. La verdad es que pensé que ella y mi primo pegarían onda, pero me equivoqué.

Al cabo de media hora ya estábamos todos borrachos. Uno de los amigos de Diego no paraba de acosarme y mi primo casi lo trompea.

—¿Quién te manda a vestirte así? —dice tomándome de la cintura y sentándome en uno de los taburetes de la barra.

—¿Acasso sstoy mmal? —pronuncié las palabras como pude mientras me miraba el atuendo.

Desilusión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora